2024, el año de todas las elecciones
2024 podrá ver la mayor movilización de votantes del siglo XXI. Es decir, de la Historia humana. El cronograma de las convocatorias electorales ya estaba definido en su variedad y multiplicidad desde comienzos de 2023. Al fin de año empiezan a conocerse predicciones más seguras de una masividad posible proyectada para esta votación global. El cronograma electoral ya era conocido desde comienzos de 2023. En EEUU, orgullosa decana de las democracias occidentales, la desafección por un voto que nunca ha sido obligatorio es la tendencia tradicional en las elecciones presidenciales que desde 1789 celebra cada cuatro años. La polarización que el trumpismo mantiene alta y fuerte en la sociedad norteamericana puede sacudir la inercia y hacer que este noviembre la asistencia electoral supere el promedio de 5 de cada 10 personas habilitadas. El electorado decidirá ese primer martes del mes si el demócrata Joe Biden obtiene o no un segundo mandato. En la India, con un padrón de 945 millones de votantes, los sondeos auguran que 3 de cada 4 participarán en 2024 de la elección parlamentaria más larga del mundo.
Masas de votantes que esta vez (parece que) votan en masa
Desde Taiwan que el 13 de enero inaugura la serie de elecciones difíciles, hasta México a mediados de año. Desde las presidenciales de Venezuela, hasta las elecciones locales y municipales en el vecino Brasil. Desde las elecciones legislativas que se prolongarán por ocho semanas en la República de la India, la democracia más grande del mundo y el país más poblado de la tierra. Hasta las legislativas en la vecina y rival República Islámica de Pakistán, el quinto país más poblado del planeta. En la India la oposición espera imponerse sobre el nacionalismo hinduista, en Pakistán derrotar a la hegemonía del Ejército sobre la vida política. India y Pakistán, son dos estados federales y dos democracias parlamentarias. Una combinación que les es característica y que comparten con Alemania. En EEUU, en México, en el Brasil, en la Argentina, en Rusia, el federalismo es presidencialista.
Sin segundas vueltas, el 5 de noviembre EEUU decidirá si quiere darle la reelección al presidente Joe Biden, o la revancha a Donald Trump. El ex presidente republicano se quedó sin segundo mandato cuando fue derrotado por el demócrata en noviembre de 2020.
Elecciones en otra democracia parlamentaria, Bangladesh, el ex Pakistán Oriental (independiente desde 1971), el país más densamente poblado del orbe. Tras décadas de ubicarse como una de las naciones más pobres, hoy la paridad de poder adquisitivo (PPA) bangladesí no es más baja que la de la República Argentina. En Indonesia, el cuarto país más poblado del mundo, y el país musulmán más poblado. Elecciones en Gran Bretaña en fecha a determinar, y elecciones en la Unión Europea en junio. Todo parece indicar que en 2024 será una movilización gigantesca de los electorados la que decidirá el cambio -o no- de las jefaturas de Estado y de Gobierno, de la relación novedosa –o no- de las fuerzas políticas en el seno de Congresos y Parlamentos, de los equilibrios entre poderes nacionales y subnacionales, y, en algunos casos, como Taiwan o Uruguay, del juego de alianzas y tensiones internacionales o regionales.
El presidente del mundo es americano
Habrá 76 elecciones en los 5 continentes, 9 en toda América y 8 en América Latina. La presidencial más importante del mundo es americana (pero no latinoamericana). Se votará el 5 de noviembre y ese mismo martes, sin segundas vueltas, se sabrá si el ganador es Joe Biden o Donald Trump. El candidato y presidente demócrata competirá en EEUU contra el candidato y ex presidente republicano para ver quién de los dos gana su primera reelección. Además de quienes escriben panoramas internacionales, ¿quién puede decir el nombre de un candidato de las presidenciales de Rusia además de Vladimir Putin? En el Kremlin la sucesión es más plácida que en la Casa Blanca, y ganará su reelección en 2024 quien nunca la ha perdido en el siglo XXI.
En la República Bolivariana de Venezuela, tampoco Nicolás Maduro ha privado jamás de proclamarse vencedor de su reelección como presidente; para 2024, la oposición ha pactado parámetros electorales que estima competitivos. En la República Oriental del Uruguay, el Frente Amplio (FA) podría recuperar en octubre el poder que cedió al actual presidente blanco Luis Lacalle Pou. Las encuestas de intención de voto empiezan a señalar como constante un margen de ventaja frenteamplista en la capital Montevideo, donde vive la mitad del país.
Dos mujeres públicas y un hombre soltero
En México, la sucesión de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), acaso el presidente más sostenidamente popular del mundo, se dirimirá el 2 de junio entre la oficialista Claudia Sheinbaum, ex jefa de gobierno de Ciudad de México, y la senadora Xóchitl Gálvez, que lidera la coalición opositora. La sola composición de estas dos candidaturas contrincantes y competitvas -aunque el oficialismo de MORENA (Movimiento de Regeneración Nacional) luzca ahora invencible- ya constituye una noticia latinoamericana mayor. Porque ya hay una certeza genuinamente invencible sobre el próximo inquilinato de Los PInos. Por primera vez en la historia de México, gane quien gane la elección presidencial, el próximo sexenio tendrá cara y nombre de mujer. O Claudia, o Xóchitl.
La necesidad de sumar una elección más y un país más al cronograma de las 176 citas no puede descartarse. Un sufragio de algún modo latinoamericano, pero de electorado restricto. En 2024, el papa Francisco cumplirá 88 años. El Estado Vaticano es una monarquía vitalicia pero no dinástica: cada nuevo pontífice es elegido por el sufragio secreto del Colegio cardenalicio reunido en Cónclave. Todos los cardenales de mundo viajan a la Santa Sede para votar. Es una elección democrática: un cardenal = un voto. La grieta ahondada entre progresistas y reaccionarios en la jerarquía de la Iglesia Católica ha vuelto oportunas las discusiones sobre la sucesión en el Trono de San Pedro y en el Estado del Vaticano. Es el Papa quien designa a los cardenales, llamados 'príncipes de la Iglesia'. Una masa crítica de nombramientos progresistas puede gravitar sobre el perfil del sucesor del papa jesuita y peronista Jorge Mario Bergoglio, ex arzobispo de Buenos Aires, vicario de Cristo y obispo de Roma
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