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DESDE LEJOS, CERCA

Caer, o no caer, en estafas

La mayor digitalización, que se aceleró durante la pandemia, explica una parte del crecimiento en el volumen y la frecuencia de las estafas.

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Basta darse una vuelta por cualquier red social para encontrar intentos de estafa de todo tipo. Ahora son chicos que ofrecen cursos para ganar miles de dólares, antes era un nueva aplicación para invertir en criptomonedas con retornos millonarios o supuestas ofertas laborales, y si vamos un poco más atrás en el tiempo, la venta de productos para el cuidado de la piel o el telar de la abundancia, en el que por invitar amigas a invertir ibas a ganar plata. Las estafas vienen de todos los tipos y colores, y es fácil burlarse del video de un chico de 15 mezclando un par palabras en inglés que no se entienden bien, quizás esa no es la estafa en la que caerías vos, pero mejor no escupir al cielo. Si pensás que vos jamás caerías en una estafa es aún más probable... que caigas.

Hay muchos estudios que tratan de determinar qué factores pueden hacer que una persona sea más proclive a caer en estafas. Los que analizan factores demográficos, como la edad, no han encontrado resultados definitivos. Muchos tienden a pensar que las personas mayores serían presas más fáciles, sobre todo en las estafas digitales, pero hay datos que muestran lo contrario: son las personas de entre 34 y 45 años las que más tienden a caer. Es posible que sea porque hacen más transacciones en línea que las personas mayores y por eso están expuestas a más riesgos, pero en todo caso el estereotipo del abuelo que cae porque se confundió no coincide con los datos. Los datos en este tema, vale aclarar, no son perfectos, vienen de las denuncias -que son solo una parte de las estafas, dadas todas las veces que no se hace- y de las encuestas.

Hay algunas características personales que sí parecieran relacionarse con la posibilidad de caer en estafas, como una mayor tendencia a tomar riesgos y, justamente, creer que uno nunca caería en una. El exceso de confianza es una enorme debilidad que los estafadores, profesionales de la manipulación, saben aprovechar. Es posible que sea lo que le ocurre a hombres, de ingresos relativamente altos y educados, que tienen más chances de caer en estafas de supuestas oportunidades de inversión, según lo identificó una encuesta.

 Pero en términos generales, la situación que estamos viviendo tiende a influir más en nuestras chances de caer en una estafa que nuestra personalidad, clase social o la edad. Una encuesta que analizó la Comisión Federal de Comercio de los Estados Unidos, encontró que haber sufrido una pérdida importante en los últimos dos años, como la muerte de un ser querido, una enfermedad seria o la pérdida de un trabajo, aumentaba la probabilidad de ser víctima de fraude.

Otro gran factor que volvía más vulnerables a las personas: necesitar plata. Las personas que estaban más endeudadas tenían más chances de caer. La necesidad puede empujar a creer en algo que en otro momento hubiesen identificado como sospechoso.

El número de estafas, sobre todo online, viene creciendo en los últimos años. Según los datos de la Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia, los fraudes en línea casi se triplicaron entre 2020 y 2023

“Hay varios aspectos que permiten identificar las estafas”, explica Emiliano Piscitelli, CEO de BeyGoo y especialista en ciberseguridad. “Uno es el pretexto, te contactan con algo que te llama la atención, que te genera una emoción positiva o negativa y que hace que no razones. Otro aspecto es el contexto, y esto puede ser la situación general, social, pero también el momento individual, si estás buscando trabajo, por ejemplo. También está la oportunidad, todo tiene que ser ya, en el momento. Y luego está el hecho de que sea un impostor, se hacen pasar por otra persona o por una organización o empresa”, enumera el especialista.

 Los estafadores exitosos saben explotar muy bien todas las debilidades. Las ganas de creer -puede ser desde una inversión increíble, un nuevo romance o un súper premio-, nuestra sensación de que a nosotros nunca nos va a pasar, el principio de escasez, si no lo aprovechas ahora lo perdés, o el de autoridad, haciéndose pasar por alguien que tiene credenciales para hablar del tema. Y lo intentan con muchas personas a la vez, basta que algunos pocos caigan para que sea redituable.

 A todos nos gustaría sentirnos inmunes a las estafas, sabernos inteligentes, pillos, capaces de olerlas a la distancia. Pero no hay nada más humano que caer en una. Porque necesitamos compañía cuando estamos solos, porque necesitamos plata, porque nos agarraron justo en el momento que estábamos volando bajo y dieron con nuestro punto débil. La mejor forma de protegernos es saber que nos puede pasar y estar atentos.

El número de estafas, sobre todo online, viene creciendo en los últimos años. Según los datos de la Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia, los fraudes en línea casi se triplicaron entre 2020 y 2023. Y es posible que la mayor digitalización, que se aceleró durante la pandemia, explique una parte de ese crecimiento. Pero también estamos pasando por una época de muchos cambios, en las formas de conocernos, de invertir y de ganar plata, y eso suele ser un terreno fértil para las estafas. 

“Las estafas prosperan en épocas de transición y cambio rápido, cuando están sucediendo cosas nuevas y las viejas formas de ver el mundo ya no son suficientes. Es por eso que prosperan durante revoluciones, guerras y convulsiones políticas. La transición es la gran aliada del juego de la confianza, porque la transición engendra incertidumbre”, escribe la psicóloga y periodista Maria Konnikova, en El juego de la confianza. Pareciera solo haberse vuelto más cierto desde que lo publicó en 2016.

OS/MF

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