Cristina, la palabra viva
1. Militar
Cuenta Eduardo Duhalde que el Día de la Militancia se instauró el 17 de noviembre de 1990, a partir de un acto espontáneo y multitudinario en La Matanza. Alberto Pierri, en ese momento Presidente de la Cámara de Diputados, dijo que ese había sido un día extraordinario, que volvía a “soplar un huracán, un viento que arrasa con todo” cuando la militancia peronista se movilizaba y desplegaba sus banderas. Ese viento huracanado sopló también este jueves en La Plata ante la presencia de Cristina Kirchner, única oradora en un acto con más de 60 mil asistentes, plagado de funcionarios de primera línea, de organizaciones políticas y de militantes de a pie, bajo el lema “La fuerza de la esperanza”.
La palabra “militancia” no se inventó con el kirchnerismo, pero el kirchnerismo hizo del militante un sujeto político propio. “Militancia” tiene una doble valencia: es sustantivo abstracto (derivado del verbo militar) y sustantivo concreto: ahí llega la militancia, la militancia se congregó en el estadio. Ese es un neologismo kirchnerista. El kirchnerismo también inventó, según tengo entendido, el uso transitivo del verbo militar: militar una idea, militar una ley, militar un proyecto, militar a Cristina. El kirchnerismo inventó la idea de militar algo o a alguien: en última instancia, el kirchnerismo milita la militancia.
2. Volver a volver
El 25 de mayo de 2006 Néstor Kirchner celebraba los tres años de su gobierno diciendo: “¡Y al final un día volvimos a la gloriosa Plaza de Mayo!”. Hablaba de la vuelta de los militantes, de los jóvenes setentistas que habían luchado por la vuelta de Perón en 1972 y que habían votado a Cámpora en 1973, exactamente un 25 de mayo, treinta y tres años antes. En ese triple juego temporal, el 25 de mayo era la fecha de la independencia, de la liberación nacional y de la vuelta de esa generación militante.
Cristina eligió volver el 17 de noviembre, cincuenta años después de aquella vuelta de Perón. Vuelve de un intento de asesinato, algo peor que el destierro y el exilio. Durante la proscripción, se prohibieron las imágenes, la simbología y “los discursos o fragmentos de discursos” de Perón. La palabra y sus peligros. En su discurso, Cristina denunció algo más grave: al intentar asesinarla, se puso en riesgo el pacto democrático fundamental del 83: “que ningún argentino ponga en peligro su vida por opinar, por pensar diferente”. Para Cristina se trata, entonces, de volver a restaurar ese pacto, el del rechazo a la violencia, el “fin de la muerte como instrumento político”. Este nuevo retorno es una vuelta a la vida.
3. Ordenar y restaurar
Empieza, así, un nuevo “Luche y vuelve”: Cristina llamó a sus seguidores a militar por la restauración del orden perdido: una sociedad ordenada es una sociedad justa, segura, democrática. “Para nosotros los peronistas, el orden contribuye con la seguridad”, dijo. Ordenar la economía, ordenar las cuentas, ordenar el salario y el trabajo. “El peronismo termina reencarnando y lo que parecía muerto finalmente no lo está”.
4. Orar
La militancia también es la que repite, casi como un mantra, que Cristina es una gran oradora. Lo repite y lo ejerce en acto, como en un ritual pagano, o sagrado, cuando espera sus diagnósticos, sus anuncios, sus definiciones. En este 17 de noviembre, el clamor generalizado era “Cristina presidenta”. Hemos escrito tesis, papers, artículos y libros enteros sobre la oratoria de Cristina, porque de hecho sí, es una gran oradora. Y qué sería una oradora sin su auditorio, sin las banderas, sin los cantos, sin los aplausos y los diálogos. También se milita la palabra.
SM
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