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El ecuador de la violencia en los Andes pasa por Quito

Militares custodian el Palacio de Carondelet en Quito, Ecuador. Imagen de archivo.

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El 8 de agosto,  el candidato presidenciable Villavicencio, por Construye fue asesinado por sicarios cuando salía de un acto proselitista en una escuela de la ciudad capital de QuitoNunca antes se había asesinado en Ecuador a un candidato presidencial durante la campaña, nunca antes había importado tan poco al crimen organizado si la democracia ecuatoriana se disponía a votar o si era cualquier otra fecha del año. Y, nunca antes se tuvo que asumir como ahora, forzadamente, que la grave situación sobre todo en la zona de la costa, donde el narcotráfico puede dar salida a su mercancía a través de los puertos, ha llegado a Quito, el corazón del país.

Algunas de las encuestas pronosticaban un posible segundo puesto para Villavicencio, detrás de la candidata correísta Luisa González, por Revolución Ciudadana (RC). Otros sondeos, otorgaban a Villavicencio un rango más abajo. Con su asesinato, repudiado por la comunidad nacional e internacional, la crisis de seguridad en el país adquiere una magnitud hasta ahora desconocida: “Cada vez queda más claro que Ecuador es el centro de la violencia en el mundo andino, superando la tasa de homicidios de México”, sostiene  Constantin Groll, director de la oficina de la Fundación Friedrich Ebert  en Ecuador.

En los últimos meses, la ininterrumpida escalada de la crisis de seguridad, económica y social,  marcada por asesinatos de políticos, masacres carcelarias, violencia del  crimen organizado del narcotráfico  no anticipaba nada bueno para la campaña electoral: los secuestros,  las extorsiones a comerciantes  y también a empresas, universidades públicas, centros médicos…,  una serie a la que hay que sumar que “cada vez hay más voces de expertos que indican que hay vínculos entre el Estado y el crimen organizado” según Groll.

El huevo de la serpiente

Estos males recurrentes no son fruto de la casualidad. “La inestabilidad en Perú y Ecuador, al menos, y de alguna manera, también en Bolivia, tiene mucho que ver con la falta de capacidad del Estado para proveer y expandir servicios de forma equitativa a la población en general. Y esto ha venido pasando desde hace muchos años, a pesar de revoluciones y de nuevos periodos democráticos”, opina Grace Jaramillo, politóloga ecuatoriana de la Universidad de Columbia Británica, en Canadá.

La inestabilidad política,  la desigualdad, las protestas, los estallidos sociales, la violencia y el  narcotráfico  son los factores que ensombrecen y aun oscurecen el panorama de los países andinos. En una suerte de eterno ritorno, tras períodos de relativa calma, la situación vuelve a encresparse y abisma  a los países en la incertidumbre y la desestabilización institucional.

El Perú con una economía de gran estabilidad en Latinoamérica, tuvo el mayor número de muertos por la pandemia del Covid 19 en la región por no contar con los servicios de salud mínimos extendidos a la totalidad de su territorio. Una falta de capacidad estatal dramática, que ni siquiera  pudo atender emergencias a ese nivel. “Es ahí donde empieza en Perú la crisis sistemática, en el 2019, con una caída de presidente tras otro. Una crisis que no se ha solucionado hasta ahora”, dice Jaramillo.

El poder plutócrata

En la región andina durante décadas el grupo de poder fue más una plutocracia que una oligarquía,  compuesto por grandes familias que han controlado la banca, los medios de comunicación y el poder. El presidente Lasso, ex bancario pertenece a una familia integrante de la plutocracia.  Esta dinámica del poder empezó a resquebrajarse  a principios de este siglo,  con la asunción de los gobiernos progresistas.  En algunos casos con más fuerza, como en el Estado Plurinacional de Bolivia y en otros con proyectos interrumpidos, como Ecuador.

 “La disputa no solo es por el control del poder político, sino, sobre todo, de los poderes económicos  y mediático. Por eso se producen acá las grandes tensiones entre diferentes partidos y organizaciones sociales” explica Jacques Ramírez, profesor de la Universidad de Cuencaen Ecuador.

La  extrema desigualdad entre la gente y el reducido grupo de personas que ostenta el poder es un factor clave para la inestabilidad en la región.

De manera generalizada,  la ciudadanía  no vota por un programa, sino por la persona que se cree que puede mejorar sus condiciones de vida.  Cuando eventualmente, la situación mejora  se produce una reacción muy fuerte por parte de los poderes establecidos que expresan intereses económicos, a veces de empresas extranjeras, y también de las viejas familias. “Los  poderes establecidos van a tratar de defender sus privilegios a toda costa, no importa que intervenga el Ejército. Para esa elite, la democracia solo es válida cuando sirve a sus intereses”,  opina Wolf Grabbendorf, experto alemán que ha ocupado diversos cargos de instituciones en Latinoamérica y profundo conocedor de la región.  

Los nexos entre el Estado y el crimen organizado

En los últimos meses, la ininterrumpida escalada de la crisis de seguridad, económica y social,  marcada por asesinatos de políticos, masacres carcelarias, violencia del  crimen organizado del narcotráfico  no anticipaba nada bueno para la campaña electoral ecuatoriana: los secuestros,  las extorsiones a comerciantes  y también a empresas, universidades públicas, centros médicos…,  una serie a la que hay que sumar que “cada vez hay más voces de expertos que indican que hay vínculos entre el Estado y el crimen organizado” según Groll.

De manera sostenida el narcotráfico ha ido ganando terreno en los países andinos gracias, precisamente, a la debilidad institucional y a las fronteras porosas entre los estados.  Sin embargo, no es exclusivo de esta región: “En Estados Unidos y en Europa, el narcotráfico puede actuar porque tiene vínculos con mayor o menor fuerza con los gobiernos, con la Policía, con la Marina... Es algo que pasa a nivel global, si no, uno no entendería el transnacionalismo del negocio del narcotráfico”, detalla Ramírez.

La inestabilidad del sistema de partidos políticos,  fuente de desconcierto e inquietud

En los países andinos existen movimientos, pero no partidos políticos. El Movimiento al Socialismo (MAS) en el Estado Plurinacional de Bolivia siempre fue un movimiento más que un partido, un movimiento caudillista. Lo mismo podemos decir en Ecuador respecto al  correísmo, que no tiene partido o se ha cambiado de nombre varias veces. 

La volatilidad política se debe a la ausencia de cultura de partidos. “El Perú tiene la más alta volatilidad, con partidos que no duran más allá de la elección”, destaca Jaramillo.

En cuanto a las próximas elecciones en Ecuador,  nadie sabe cómo va a ser la composición de la Asamblea, porque la mayoría de las listas están en alianza con partidos que se han creado apenas recientemente para lanzarse a la candidatura presidencial o a la Asamblea Nacional. De esa manera, es complejo dilucidar  o tener siquiera el panorama claro de si es un gobierno de izquierda, de derecha o populista, o una mezcla de todo lo anterior. 

20 de agosto: un escenario para armar

En Ecuador, con una  atmósfera social  de creciente tensión por el aumento de la violencia que envuelve a la ciudadanía ecuatoriana  cada vez más desesperanzada, la campaña electoral sigue su curso y la fecha de los comicios se mantiene, pero el país estará los próximos 60 días bajo el estado de excepción, decretado por el presidente de Lasso.  La medida permite el patrullaje de militares en las calles para garantizar el proceso electoral.

El combate a la violencia que era tema dominante antes del asesinato de Villavicencio, y seguramente a partir de esa tragedia sea un  asunto clave.  Johannes Hügel, representante de la Fundación Konrad Adenauer  en Ecuadorobserva que “Ahora el electorado podría optar por un candidato como Jan Topic, que se ha mostrado como una especie de Rambo -él mismo ha publicado fotos con un rifle-, que quiere combatir el narcotráfico. El asesinato de Villavicencio podría dar un empuje a su campaña”. De así suceder el magnicidio será moneda de cambio con fines políticos personales o partidistas.  

El asesinato de Villavicencio desarma el escenario electoral dibujado hasta la fecha. Según distintas encuestas, la candidata correista González, cuenta con un respaldo del tercio de los votantes, lo que obligaría a una segunda vuelta. Detrás de ella, con muy diferencia, se ubica nica  el líder indígena Yaku Pérez y  el centrista OttoSonnenholzner . La legislación prevé que el candidato muerto sea sustituido por otro dirigente de su movimiento, aunque en la papeleta de voto su rostro seguirá apareciendo, porque  no hay tiempo para cambiarlo.

“Nos quitaron nuestro presidente valiente, Ecuador no merece perderte así”, subrayó emocionada la ambientalista Andrea González, candidata a vicepresidenta en la candidatura de Villavicencio.

AGB

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