Milei presidente: ¿ahora sí llega la Argentina conectada al mundo?
La idea de una Argentina aislada del mundo la popularizó el expresidente Mauricio Macri en los últimos años. Sin embargo, es una crítica que enfrentó el peronismo desde los tiempos de Juan Domingo Perón. Poco más de un año atrás, el líder del PRO volvió a repetir la fórmula en una ponencia que realizó en la Universidad de Georgetown, en Estados Unidos: “Argentina está aislada del mundo”.
Ahora que Javier Milei será presidente, y Macri uno de los sostenes y, probablemente, armador conceptual de su gobierno, ¿cumplirán por fin la promesa de sacar al país de las oscuras tinieblas en las que se encuentra “aislado” para ubicarlo en el establishment internacional? Con Macri a cargo de la cancillería o bien con un hombre de Milei, el desafío será titánico.
De cara a lo más próximo a nivel geográfico, el panorama exigirá tragar sapos o hacer magia. Chile y Brasil están gobernados por dirigentes de izquierda —Gabriel Boric y Lula da Silva—, a los que el presidente electo considera “comunistas”, con los que no tiene ninguna intención de relacionarse. En uno y otro caso, se trata de presidentes a los que aún les quedan años por delante de gestión. Uruguay, por su parte, celebra elecciones en octubre del año que viene, y el conservador Lacalle Pou no podría reelegir con la Constitución actual.
Recorriendo el mapa hacia el norte de forma jerárquica, la Colombia de Gustavo Petro y la Venezuela de Nicolás Maduro, con improntas más escoradas a la izquierda que las de Lula o Boric, las posibilidades de algún tipo de acuerdo suenan milagrosas. En el centro, el convulsionado Perú de Dina Boluarte puede ofrecer alguna posibilidad de pescar en río revuelto, mientras que en Ecuador, el empresario Henry Kronfle tiene el atractivo de no pertenecer a la “casta”.
En cualquier caso, no serían justamente países de peso para las negociaciones políticas internacionales que necesitará llevar a cabo el nuevo gobierno si pretende estabilizar la economía.
El caso de Estados Unidos será clave para Argentina, como ha sido prácticamente desde que nuestro país logró romper el yugo que lo unía con Inglaterra allá por los años cuarenta del siglo pasado. Al demócrata Joe Biden, que para Milei debe ser una especie de comunista en recuperación, le queda un año aún en la Casa Blanca.
Sin embargo, será un año electoral, con la guerra en Ucrania, la relación conflictiva con China y el conflicto palestino israelí en el centro de la agenda de Washington. ¿Habrá tiempo para escuchar plegarias sobre el el acuerdo con el FMI o la prometida dolarización?
En el mejor de los casos, Milei y Macri pueden esperar que Donald Trump vuelva al salón oval, y la amistad y el alineamiento ideológico pongan a la Argentina en un lugar prioritario. Demasiadas conjeturas para una economía en terapia intensiva, que necesitará de apoyos económicos y políticos de la superpotencia en el cortísimo plazo.
En Europa el panorama no será más benigno para el capo de la Libertad Avanza. Las dos principales economías del bloque están gobernadas por hombres poco afines al manual de Steve Bannon. Olaf Scholz, el canciller alemán, pertenece al partido social demócrata, es un aliado de Pedro Sánchez, y ha demostrado que cuando se trata de impulsar o respaldar a otros dirigentes de su partido fuera de las fronteras de su país, no se anda con vueltas.
Días atrás, mientras el Partido Popular y Vox agitaban un llamado a nuevas elecciones en España, y el clima se enardecía en las calles de Madrid, Scholz viajó hasta Málaga para respaldar a Sánchez. Lo mismo había hecho unos meses atrás cuando el país ibérico celebró elecciones presidenciales. En conclusión, otro “comunista” en recuperación…
El caso del presidente francés es más incierto. Macron no pertenece a la social democracia ni abreva en ninguna izquierda, más bien lo contrario. Sin embargo, de cara al interior de su país (que es lo que le importa finalmente), libra un enfrentamiento de varios años con Marine Le Pen, que forma parte del mismo club de Trump y, eventualmente, de Javier Milei. Hacer amistades con el presidente electo de Argentina, lo pondría en una situación incómoda en su propia casa.
Volviendo al caso de España, el desafío es aún más intrincado. El actual mandatario, Pedro Sánchez, publicó días atrás un video en el que llamó a los argentinos a votar por Massa. Es cierto que el socialista es astuto y tan pragmático como un peronista, pero, ¿alcanzará para sentarse a conversar con Milei o será más una relación al estilo Alberto-Bolsonaro? España se ha convertido en un actor de peso cada vez más gravitante en Europa, y Sánchez recién inicia un nuevo periodo de gobierno. Fiarlo todo a que fracase en el corto plazo para soñar con el ascenso del Partido Popular y Vox a la Moncloa colisiona -otra vez- con las urgencias de Argentina.
Italia es el único país de los grandes donde Milei podrá encontrar cobijo. El partido de la primera ministra, Giorgia Meloni, ya había felicitado al libertario. Aquí el tema será encontrar una agenda compartida. El gobierno italiano tiene en agenda temas que para Argentina no suenan familiares ni de cerca, como la inmigración irregular y la provisión de energía que llega desde África. Solo temas como el impulso a la familia tradicional y la negación del aborto podría interesarle compartir con Milei y Villarroel a la recientemente separada Meloni.
Por último pero no menos importante: la República Popular China. Solo el nombre oficial del país asiático ya debe poner los pelos de punta a Javier Milei. Los chinos, en cualquier caso, han probado que a la hora de hacer negocios, poco les importa la ideología, el idioma o la forma de expresarse de un gobierno. La pregunta sobre cómo se dará esa relación pesa más sobre los hombros del presidente electo.
La República Popular China. Sólo el nombre oficial del país asiático ya debe poner los pelos de punta a Milei. Los chinos, en cualquier caso, han probado que a la hora de hacer negocios, poco les importa la ideología
Este fin de semana, Xi Jinping se reunió con Biden en San Francisco, en la cumbre de Asia Pacífico. Los dos presidentes habrían hecho las paces, y el líder chino compartió un encuentro con los principales empresarios estadounidenses, a los que les prometio fair-play e incentivos para que inviertan en su país. El encuentro prueba que para hacer negocios solo hace falta tener el deseo. Milei o Macri sabrán si es necesario comunicarse con Pekín o pagarle un curso básico de chino a las pymes nacionales.
“Argentina volverá a liderar en el futuro cercano, no solo en nuestra comunidad sino en la región”, afirmó Macri en aquel escenario de la Georgetown Americas Institute un año atrás. Con Milei sentado en el sillón de Rivadavia, tendrá todo para que por fin su promesa se haga realidad. Let’s see.
JJD
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