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Elecciones porteñas

La Ciudad como campo de batalla: el duelo entre Karina Milei y Macri pone en duda una virtual alianza bonaerense

Karina Milei y Mauricio Macri, enemigos públicos.

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Karina Milei no está en los afiches, pero todos hablan de ella. Tampoco aparece en los spots de campaña, aunque en cada despacho político se especula con sus movimientos. Desde que se rompió cualquier posibilidad de una lista conjunta en la Ciudad de Buenos Aires, el verdadero duelo electoral del año se juega en silencio entre la hermana del Presidente y Mauricio Macri, dos actores que no serán candidatos, pero que se disputan el control de un mismo electorado.

En medio de esa tensión soterrada, La Libertad Avanza y el PRO se preparan para enfrentarse en las urnas porteñas el 18 de mayo, mientras, puertas adentro, negocian contrarreloj un acuerdo en la provincia de Buenos Aires. Es, al mismo tiempo, una batalla y una tregua. O una guerra de trincheras con pactos parciales en el frente.

La campaña, como toda disputa de poder, se libra en varios planos. En la superficie, los libertarios empujan la candidatura de Manuel Adorni con una estrategia nacionalizada, diseñada por Karina Milei y bendecida por Javier. En el subsuelo, en cambio, el foco no está puesto en el vocero presidencial sino en ella: el PRO porteño se mueve con la convicción de que el verdadero blanco sea la secretaria General de la Presidencia. “Van a hacer campaña pegándole a ella”, alertan en la Casa Rosada. La orden, entonces, fue protegerla. Blindar a “El Jefe”.

En Uspallata, la lectura es la opuesta: la Casa Rosada ya arrancó con la “campaña sucia”. Lo dan a entender en el equipo de campaña de Silvia Lospennato, donde acusan a los libertarios de promover ataques digitales, operaciones y “carpetazos”. Y señalan al corazón del dispositivo comunicacional: la cuenta @MileiEmperador —referenciada por toda la dirigencia como la voz del asesor Santiago Caputo— fue la que anticipó semanas atrás el inicio de una “guerra sin cuartel” en la Ciudad.

Una muestra descarnada de ese estado de beligerancia tuvo lugar este viernes. La avanzada sobre el consultor catalán Antoni Gutiérrez-Rubí —acusado por el gobierno nacional de haber falseado documentación para ingresar al país— fue leída en Uspallata como un acto de persecución política. En la Casa Rosada acusan a Gutiérrez-Rubí, que asesoró a Sergio Massa en 2023 y hoy trabaja con Jorge Macri, de estar detrás del giro discursivo que apunta directamente a Karina Milei. La pregunta que quiere instalar en la cabeza de los porteños, dicen cerca de Milei, es directa: “¿De verdad queremos dejarle la Ciudad a ella?”.

Desconfianza mutua

La pelea, sin embargo, excede a la elección legislativa porteña. Macri acusa a Karina de haber dinamitado cada intento de acuerdo, desde la Ciudad hasta provincias donde el PRO se sentía fuerte: Santa Fe, Salta, Chaco, Misiones, Jujuy. Ella, por su parte, responde con el desprecio: considera al expresidente parte de una vieja política que solo busca sobrevivir a su declive. No es solo ideología ni estrategia: es poder. Karina quiere quedarse con todo el armado de la ciudad de Buenos Aires para 2027. Macri, resistir en su terruño.

Es que la desconfianza entre el PRO y La Libertad Avanza es mutua y explícita. En su última entrevista televisiva, en A24, Adorni —el vocero, el candidato, el rostro de campaña de Karina— resumió sin rodeos la mirada oficialista. “El PRO está en un proceso de desintegración o disolución”, lanzó, sin anestesia. Y continuó: “Perdió su identidad. Los últimos dos candidatos, que fueron Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, no pertenecen más al PRO. Y su fundador, Mauricio Macri, no participa de la elección. Por eso digo que se está disolviendo. Son procesos políticos, no mucho más”.

Los dardos de Adorni, sin embargo, contradicen abiertamente lo que parece estar sucediendo en la provincia de Buenos Aires. Allí, cruzando la avenida General Paz, ambos partidos coquetean con un entendimiento. En ese contexto, cada gesto se convierte en mensaje. La reciente foto de Karina y el armador Sebastián Pareja junto al ala negociadora del macrismo —Ritondo, Santilli, Montenegro— pareció una señal optimista. Para ellos, el kirchnerismo representa una amenaza mayor y más concreta que los egos en pugna. Y el argumento es simple: sin estructura territorial en el conurbano, Milei necesita del PRO. 

Pero la lapicera de Karina no se entrega fácil. Desde las filas amarillas se quejan de que en los últimos siete cierres provinciales, la hermana del Presidente les bajó el pulgar. “Para terminar de acordar, tengo que sentarme yo con Javier”, le habría advertido Macri a los suyos, a modo de condición para el pacto bonaerense. Ese trascendido del expresidente se tradujo en una foto: organizó en su búnker una reunión con Cristian Ritondo, Jorge Macri y el intendente de Junín, Pablo Petrecca. ¿Una nueva postal para contrarrestar la imagen de “acuerdo libertario”, con Karina a la cabeza, que había circulado horas antes? Así, al menos, fue leída en la tribu mileísta.

Disputa abierta

La lista violeta porteña —diseñada desde la Casa Rosada y controlada por el círculo más cercano a Karina— es la expresión territorial más cabal del proyecto que encabeza la hermana del Presidente. Aunque no sea candidata, Pilar Ramírez, jefa del bloque libertario en la Legislatura y principal operadora de “El Jefe” en CABA, es quien garantiza la fidelidad de los nombres que integran los primeros puestos.

En Balcarce 50 saben que las encuestas no son el fuerte de la secretaria General de la Presidencia: tiene una imagen negativa por encima del 50% en la Ciudad. Por eso evita exponerse y deja que Adorni sea el rostro visible, mientras ella maneja los hilos desde la trastienda. En el spot de campaña que todavía no fue publicado, de hecho, el vocero aparece con Javier Milei, no con su hermana. Pero puertas adentro, nadie duda de quién manda. “Ella está en todo, aunque no se vea”, sintetizan cerca de Karina.

El problema para el macrismo es que, aún en el caso de que el PRO salga tercero —como marcan algunas encuestas— no hay vuelta atrás. Para Jorge Macri, una derrota significaría perder no solo el control de la Legislatura, sino su propio futuro político. Y para Mauricio, el riesgo es más grande: ceder la Ciudad a los libertarios sería el golpe final a su rol de garante del espacio. En esa lógica, la elección porteña se transformó en una suerte de interna a cielo abierto de la derecha. Una especie de PASO no oficial que definirá cuánto pesa cada marca y cuánto queda del capital simbólico de los Macri.

El 14 de mayo vence el plazo para inscribir alianzas en la provincia de Buenos Aires. Cuatro días después se vota en la Ciudad. Y diez días más tarde, el 24, se oficializan las listas bonaerenses. Esa cronología envenenada convierte a las próximas semanas en una bomba de tiempo. Si el acuerdo se sella en provincia, será a pesar de la guerra en CABA. Si se cae, la derrota en Ciudad será también la derrota del entendimiento. La política, como la historia, no perdona a los que se equivocan de enemigo.

PL/DTC

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