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El kirchnerismo cuestiona un nuevo aumento de tarifas y calibra el tenor del contragolpe

La vicepresidenta Cristina Fernández, el último miércoles, en el CCK. El kirchnerismo volverá a cuestionar la gestión del Presidente.

Gabriel Sued

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La batalla interna en el Frente de Todos atraviesa una minitregua. El kirchnerismo resolvió guardar silencio ante la decisión del Presidente y de sus colaboradores de avanzar con un segundo aumento de tarifas, una medida reclamada por el FMI y resistida por los funcionarios que responden a Cristina Kirchner. Pero el armisticio no se sostendrá durante mucho tiempo.

Los leales a la vicepresidenta retomarán las críticas a la gestión en los próximos días, mientras ese sector del oficialismo calibra una respuesta ante la confirmación de que Alberto Fernández resolvió gobernar sin atender los reparos de funcionarios como el subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo, integrante de La Cámpora.

Ahora, la pelota está en la cancha de Cristina y ella se reserva la próxima jugada. ¿Van a renunciar Basualdo y Soledad Manín, interventora del Ente Nacional Regulador de la Electricidad (ENRE), ante la convocatoria a audiencia públicas que hizo el secretario de Energía, Darío Martínez, para avanzar con el aumento de tarifas de marzo? “No lo sabemos”, dicen en La Cámpora, pero anticipan que esos funcionarios no van a convalidar la medida que empuja el ministro de Economía, Martín Guzmán.

Esa es la respuesta que debe calibrar la organización que lidera Máximo Kirchner. Por medio de una nota interna, de la que informó el miércoles Infobae, Basualdo le hizo saber a Martínez un listado de objeciones contra el aumento. El dirigente de La Cámpora advirtió en esa nota que el alza acumulada a junio sería de 65% en promedio para la clase media, que la medida aceleraría la inflación y frenaría el proceso de crecimiento económico.

El secretario de Energía oficializó la convocatoria a audiencias públicas al día siguiente de conocidos los cuestionamientos de Basualdo. En el entorno de Máximo Kirchner hacen propia una propuesta de un grupo de asociaciones de defensa del consumidor para que el ministro Guzmán encabece esos encuentros, de manera presencial. “Que explique cómo va a hacer la gente para pagar los aumentos”, dicen. Otro pedido que no sería atendido por el Ministerio de Economía.

Al kirchnerismo se le abren, en definitiva, dos caminos. Seguir marcando las diferencias con el rumbo de la gestión económica pero circunscribir la batalla al plano discursivo. O pasar a la acción, como hizo Máximo Kirchner cuando renunció a la jefatura del bloque en Diputados, en desacuerdo con el entendimiento con el FMI. Entonces, el hijo de la vicepresidenta argumentó que ese lugar debía ser ocupado por alguien dispuesto a seguir las directivas del Presidente. Sostuvo, en definitiva, que daba un paso al costado, para no ser un obstáculo. Es una incógnita si Basualdo seguirá el ejemplo, o si mantendrá el cargo para intentar torcer la decisión de sus superiores jerárquicos. Lo cierto es que no habrá, al menos en el corto plazo, una ola de renuncias de los funcionarios que responden a Cristina.

“Este es nuestro gobierno. Nosotros lo construimos”, responde a elDiarioAR un funcionario nacional leal a la vicepresidenta, cuando se le pregunta si analiza dejar su cargo. “Pero no nos vamos a callar”, agrega, enfurecido con el planteo de Guzmán de que la discusión interna es una de las causas de la inflación. Esas declaraciones contribuyeron en el universo kirchnerista a construir al ministro de Economía en un enemigo perfecto.

La línea discursiva del kirchnerismo en las semanas que vienen será la que trazó la vicepresidenta el miércoles, en el discurso de apertura de las sesiones de EuroLat. “Las desigualdades no son un producto de la naturaleza, son un producto de decisiones políticas. O de falta de decisiones políticas. Ojo que no tomar decisiones políticas, también lo es”, dijo. La falta de medidas para asegurar que los salarios le ganen a la inflación seguirá siendo el eje de las críticas públicas del kirchnerismo. “La gente no puede ir a la carnicería. El problema ese ese. El problema nunca puede ser que nosotros lo digamos”, dice un diputado cristinista, en respuesta a Guzmán.

Aunque falta mucho para las elecciones y la estrategia del sector es un resorte que solo maneja Cristina, algunos dirigentes que responden a la vicepresidenta imaginan que la discusión pública servirá para delimitar responsabilidades ante el electorado propio. Destacan que el kirchnerismo intentó mantener las críticas en privado antes de los comicios del año pasado, con resultados catastróficos.  

GS/CC

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