Radiografía del poder de Santiago Caputo: de la SIDE al Ministerio de Justicia, de los trolls a las privatizaciones
“Dedicado al Topo Rodríguez, Diego Sehinkman, la ANMAC, los que manejan híbrido y al enfermo mental que le puso 'Bioeconomia' a la Secretaria de Agricultura, Ganadería y Pesca”. Cualquier otro día, esa acumulación de agravios a periodistas y políticos, casi una parodia grotesca de El idioma analítico de John Wilkins, hubiera pasado desapercibida entre la catarata de insultos que cotidianamente se leen en la red social X. El lunes, sin embargo, el mensaje de @SnakeDocLives vino acompañado de algo más: un video que mostraba distintas armas de fuego, apiladas y listas para usar. Minutos después, su autor, ni más ni menos que el asesor presidencial Santiago Caputo, fue suspendido por infligir las normas comunitarias de la plataforma.
“X se empieza a poner en modo trolo”, posteó a la mañana siguiente @LLA_TUC, otra de las tantas cuentas anónimas adjudicadas al hombre de mayor confianza de Javier Milei. El episodio podría resultar anecdótico si no fuera por un detalle no menor: el creciente poder que ostenta el gurú comunicacional del Gobierno, a quien el propio Presidente mencionó como el “arquitecto” de su victoria electoral, cuyo nombre no figura en ninguna planilla oficial. A pesar de su trajinar cotidiano por los pasillos de la Casa Rosada, Caputo fue contratado en enero como monotributista, bajo el régimen de prestación de servicios, un nombramiento que no fue publicado en el Boletín Oficial debido a que no se trató de la designación de un funcionario.
Fue la eyección de Nicolás Posse de su cargo al frente de la Jefatura de Gabinete, en mayo pasado, lo que al joven Caputo terminó de abrirle las puertas del Edén. Desde entonces, este estudiante fallido de Ingeniería informática de 38 años, sobrino segundo del ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, comenzó a adquirir cada vez más protagonismo en la toma de decisiones cotidianas de la gestión. Con el pleno aval de Karina Milei, sus tentáculos se extienden a lo largo y lo ancho del organigrama del Estado, colocando figuras de su extrema confianza en lugares claves de la administración pública, pero con un área como principal obsesión: la Inteligencia.
SIDE
La reciente asignación de $100.000 millones a la flamante Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) en materia de fondos reservados dejó expuesta la predilección que el gobierno de La Libertad Avanza tiene para con los servicios secretos. Detrás de la reestructuración del organismo de inteligencia, anunciada a mediados de mes, está Santiago Caputo, quien colocó como director de la nueva agencia a una ignota figura sin historia en el mundo del espionaje, pero con pasado en la política del conurbano bonaerense: el técnico mecánico y otrora funcionario de Malvinas Argentina, Sergio Neiffert, a quien el asesor conoció hace varios años a través de su padre, Claudio Caputo, expresidente del Colegio de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires.
Caputo tiene en la cabeza una fantasía: convertir a la ahora exAFI en una agencia de elite, con atribuciones parecidas a las de la CIA y el FBI estadounidenses. También, quiere que vuelva a ser una entidad al mando de una figura política que responda directamente al Poder Ejecutivo. Por eso, más allá de su inexperiencia, Neiffert cumple con el único requisito que históricamente se consideró necesario para ocupar el lugar del “Señor 5”, como se llama en la jerga de los espías al jefe de la SIDE: ser alguien que reporte sin medias tintas a Balcarce 50.
Las fundadas sospechas acerca de la influencia en el armado de la nueva-vieja SIDE del exdirector de Operaciones, Antonio “Jaime” Stiuso, deja a las claras que “los mismos de siempre”, como rezaba el slogan de campaña de La Libertad Avanza, están lejos de jubilarse. El nombre de aquel viejo conocido, uno de personajes que mejor simboliza los sótanos de la democracia, no deja de volver cíclicamente a la opinión pública desde que Cristina Kirchner lo echó de su cargo en diciembre de 2014.
Pero no es Stiuso, sino alguien de su entorno, el que pisa fuerte en el intercambio con Caputo. Se trata de Lucas Nejamkis, hoy mano derecha del célebre agente y una figura con historia en los pasillos de la Casa Rosada. En épocas de kirchnerismo, y a partir de su estrechísima relación con el exjefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, Nejamkis supo caminar los despachos del poder con una función determinada: administrar la pauta oficial. Hoy, según pudo saber elDiarioAR, se convirtió en un hombre de consulta asidua para el asesor estrella de Milei en temas vinculados a la inteligencia.
Otro dato alimenta suspicacias: el exacerbado aumento presupuestario otorgado al organismo y su supuesto vínculo con el ejército de trolls que, bajo la batuta de Santiago Caputo, tiene base en el Salón de los Próceres de la Casa Rosada. El accionar de esa tropa digital puede llegar a ser descarnada, como expuso una investigación reciente de la revista Crisis. Lo puede atestiguar el exsecretario de Bioeconomía, Fernando Vilella. Durante meses, fue blanco de ataques virtuales encabezados por Daniel Parisini, mejor conocido en redes como @GordoDan_, que comenzó a hostigarlo luego de que el ahora exfuncionario le diera “me gusta” a un posteo del senador radical Martín Lousteau en el que criticaba la falta de acción del Gobierno ante la epidemia de dengue. “@vilellafer a partir de mañana no te quiero ver más en tu puesto de trabajo”, fue el primero de varios mensajes. Vilella “renunció” el pasado 10 de julio.
Ministerio de Justicia
Otro sector del organigrama gubernamental sobre el que se cierne la sombra de Santiago Caputo es el Ministerio de Justicia, comandado en los papeles por Mariano Cúneo Libarona. Allí, el alfil de “Snake” es Sebastián Amerio, segundo del ministro y amigo suyo desde sus épocas de juventud. Desde marzo, Amerio ejerce la estratégica representación del Poder Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura de la Nación, un organismo clave a la hora de remover y designar jueces.
Un hecho que demostró el predicamento de Amerio puertas adentro de la cartera tuvo lugar en mayo y fue la abrupta salida de Diego Guerendiain, jefe de Gabinete y mano derecha de Cúneo Libarona. Aunque la explicación formal fue “motivos personales”, lo cierto es que no cayeron bien en Casa Rosada los movimientos de Guerendiain por tribunales. Puertas adentro del Gobierno, se lo identificó como alguien que buscaba estrechar lazos con jueces en nombre del propio oficialismo, algo que Amerio le hizo saber a Caputo, que a su vez se lo comentó al presidente Milei.
Tampoco fue del agrado del viceministro de Justicia la intención de Guerendiain de ser él quien representase al Ejecutivo ante el Consejo de la Magistratura, una posibilidad que el propio Cúneo Libarona había hecho trascender en el mes de diciembre, luego de la asunción de La Libertad Avanza al frente del gobierno. Esa silla siempre es una de las más codiciadas ya que está reservada para alguien del riñón del presidente de turno. El resto de los consejeros son legisladores de distintos partidos, además de abogados, académicos y jueces.
Pero lo que acabó por demostrar la fuerte ascendencia de Caputo en el ministerio fue el sorpresivo desplazamiento del vicepresidente de la Unidad de Información Financiera (UIF), Manuel Tessio, un abogado especialista en transparencia que había sido designado en su cargo en enero. La orden la dio el asesor presidencial y se cumplió sin dar mayores explicaciones. Las primeras versiones periodísticas enmarcaron la suerte corrida por Tessio en una represalia del Ejecutivo hacia la unidad antilavado debido a su presentación como querellante en la causa que investiga al exintendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde. Sin embargo, el propio Caputo dio su explicación a través de su fenecida cuenta anónima de X: tildó al funcionario de “massista” infiltrado en las filas libertarias y acusó a la prensa de “operarlo”.
Privatizaciones, YPF y más
A lo largo de todo el mes de junio, una incógnita primó en el entorno inmediato de Milei: el lugar que debía ocupar Federico Sturzenegger dentro del organigrama del gabinete, luego de seis meses de orbitar el poder sin un rol definido. Qué rango y atribuciones darle al área de la que debía hacerse cargo el economista ultraliberal fue uno de los principales desvelos de Santiago Caputo. En la mesa chica libertaria veían como una jugada arriesgada otorgarle al ahora ministro de Desregulación y Transformación del Estado la potestad de delinear la política de privatizaciones.
Por eso, ni lerdo ni perezoso, el asesor estrella se aseguró ocupar con otro hombre de su confianza la otrora Secretaría de Empresas y Sociedades del Estado, ahora reconvertida en una Agencia de Transformación de Empresas Públicas, que pasó de la órbita de la Jefatura de Gabinete a la del Ministerio de Economía. Allí, tras la renuncia del “possista” Mauricio González Botto, el Gobierno designó al abogado mendocino Diego Chaher, responsable ahora de definir un plan para AySA y Aerolíneas Argentinas, entre otras.
Sin embargo, si de injerencia en empresas de gran porte se trata, Caputo tiene en YPF a una figura de su extrema confianza: Guillermo Garat, al día de hoy socio suyo en la consultora política Move Group. Es el actual vicepresidente de Relaciones Institucionales, Comunicación y Marketing de la compañía que fuera estatizada parcialmente por el kirchnerismo en 2012. Garat y el actual asesor presidencial todoterreno se formaron bajo el ala de Jaime Durán Barba, que más de una vez se despachó con elogios hacia su “discípulo”.
Ambos son amigos de otra figura clave en el mundo de la consultoría: Rodrigo Lugones, que vive en Madrid, pero que colabora en las sombras con la estrategia comunicacional del Gobierno. Los consejos de Lugones trascienden la Casa Rosada y se esparcen por otras áreas del Estado. Es que Rodrigo es hijo de Mario Lugones, el dueño del Sanatorio Güemes, a quien varias fuentes apuntan como el verdadero mandamás del PAMI, donde colocó a Esteban Leguizamo, y del Ministerio de Salud, cuyo titular es Mario Russo. Los Lugones se mueven en tándem. Santiago Caputo vigila.
PL/DTC
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