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Medio ambiente
Emergencia hídrica: salvo el extremo sur, el resto del país atraviesa un ciclo de lluvias por debajo de lo normal

El Río Paraná sufre su bajante más importante en los últimos 77 años.

Sofía Crotti

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La cuenca hídrica de los ríos Paraná, Paraguay e Iguazú está viviendo la bajante histórica más importante de los últimos 77 años. La situación es tan desesperante que el Gobierno Nacional declaró el 25 de julio la “emergencia hídrica” por 180 días ante el fenómeno que afecta a las provincias de Formosa, Chaco, Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos, Misiones y Buenos Aires, donde prevalece el riesgo de incendios forestales y están en riesgo la provisión de agua potable, de energía eléctrica y el comercio por la hidrovía.

La sequía del segundo río más caudaloso de América del Sur, después del Amazonas, es tan grave que hasta se puede cruzar a pie desde Argentina a Paraguay. 

El panorama resulta muy desalentador y los especialistas alertan que la situación podría agravarse en los próximos meses ya que continúa la profundización de la bajante. Actualmente el caudal del río tiene una altura de -32 centímetros por debajo del nivel del mar, el peor número desde 1944 cuando el registro fue de -1.40 metros.

Sin embargo, las zonas cercanas al Paraná no son las únicas del país que se están secando. El 26 de julio, la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas (AIC) declaró el estado de “emergencia hídrica” en la cuenca de los ríos Neuquén, Limay y Negro debido a las condiciones generadas por “la profunda y prolongada sequía” registrada en la región en la última década.

Además, el Río Colorado, que nace en la cordillera de los Andes y desemboca en el mar Argentino también presentó la bajante histórica más importante: el volumen anual en promedio desde 1940 al 2010 era de 4.630 hm3 y en la primera semana de agosto 2021 fue de 1.240 hm3, tan solo un 27% del derrame histórico. Esto afecta directamente a las provincias de Buenos Aires, La Pampa, Mendoza, Neuquén y Río Negro, cuyos sistemas de riego dependen del Colorado.

Para el ingeniero Juan Borus, subgerente de sistemas de información y alerta hidrológico en el Instituto Nacional del Agua (INA) es importante remarcar que este ciclo seco comenzó en junio de 2019. “No solamente afecta a la Cuenca del Plata, afecta a gran parte de Sudamérica. Son muy pocos los lugares donde no hay una afectación por sequía. Hasta Chile en su zona más productiva está teniendo una sequía muy severa. En Argentina la cuenca del Plata es solamente el tercio húmero, hay dos tercios que son siempre áridos o semi áridos y en esos lugares como San Juan, Neuquén, Mendoza, Río Negro, Chubut, Córdoba, Santiago del Estero, Catamarca y La Rioja está habiendo una carencia de lluvias impresionante”, destacó en diálogo con El DiarioAR.

Borus aseguró que sacando el extremo sur patagónico de Argentina, el resto del país atraviesa un ciclo con lluvias por debajo de lo normal. En el caso de la Cuenca del Plata, la persistente sequía provoca el descenso pronunciado del Río Paraguay: “Está pasando por el peor momento de bajante de la historia registrada a la altura del pantanal y las nacientes del río. Y en el tramo compartido con Paraguay está con niveles que tienden progresivamente a parecerse a los del año pasado, que ya tuvimos una bajante importante”.

“Por otro lado la alta cuenca del Paraná en Brasil tiene una condición predominante de lluvias por debajo de lo normal hace bastante, en este momento hay 6 estados de Brasil en emergencia hídrica y nos ha obligado a cambiar los paradigmas de manejo del recurso hídrico en los embalses de la Alta Cuenca”. 

¿Qué debe ocurrir para terminar con la emergencia hídrica en el país?

El ingeniero remarcó la enorme posibilidad que existe de que el caudal que entra desde Itaipú a nuestro territorio vuelva a tener una reducción adicional en un futuro cercano. “Es altamente probable que ocurra en la medida que el clima no nos ayude. La región tiene una perspectiva climática desfavorable, mala. Hay muy baja probabilidad de que esto mejore. Lo que tiene que ocurrir para es la normalización del clima, que empiece a llover en los lugares que habitualmente llueve y en las cantidades normales, que eso ocurra varias semanas y estemos en una condición de alejarnos de la sequía meteorológica”, agregó.

Llegado el caso de que eso suceda, luego es el turno de los suelos que deben ir mejorando y abandonando la condición de déficit que tienen hoy en día, explicó el miembro de Instituto Nacional de Agua que depende del Ministerio de Obras Públicas.

No tenemos que derrochar, en Argentina estamos acostumbrados a que nos sobre el agua

Y aseguró: “Una vez que eso ocurra se supone que se van a generar excedentes de las lluvias que van a ir alimentando los cursos fluviales, primero los más chicos, después los más afluentes y los principales como el Paraná. Por ahora eso no se tiene idea de cuándo va a pasar”. 

¿Qué impactos tiene la sequía persistente en Argentina? 

-La toma de aguas pluviales. “Tienen un requerimiento muy grande y los habitantes de los centros urbanos que están a la vera del Río Paraná necesitan ese recurso y hay que tomar todos los recaudos para resolverlo. Se está trabajando para eso firmemente, se están adaptando criterios y medidas estructurales y no estructurales para que el impacto de la bajante sea el menor posible tratando de aventar la posibilidad de una crisis”, indicó Borus.

-La navegación fluvial se ve afectada hace ya dos otoños y todo indica que el próximo transcurrirá de la misma manera.

-Incendios: forestales, de interfase, de pastizales en los humedales, en las islas del Delta. “Son esperados y se está preparando todo el aparataje para hacer frente y actuar de una manera mucho más efectiva de lo que fue el año pasado”, reconoció.

-La calidad de aguas especialmente en tomas para consumo urbano: con el calor aumenta la posibilidad de floraciones algales y cianobacterias en el agua.

-Salinización: en condiciones de aguas muy bajas, el agua tiene mayores sedimentos, mayor concentración de contaminantes y mayor salinidad. Todo eso complica la logística de captación fluvial y lo encarece. 

Por último, el subgerente de sistemas de información y alerta hidrológico del INA, reveló la importancia de aprovechar la situación para concientizar a los ciudadanos: “Es una oportunidad histórica para que los que vivimos en este tercio húmedo de la Argentina entendamos que el recurso puede llegar a ser muy escaso y no tenemos que derrochar. Estamos acostumbrados a que nos sobre el agua, hemos tenido mayor frecuencia de inundaciones que sequías. Se nos va a presentar en el futuro una situación pendular entre inundaciones y sequías”. 

SC

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