La llama del “no”, mujeres en el trabajo
Fue antes de hacernos amigos con Diego Rojas (ese instante misterioso, ese clic imposible de capturar). En esos días yo trabajaba en un canal de televisión de cable y también era colaboradora de un diario. Es más: quería irme de ese canal para dedicarme exclusivamente a la gráfica –oh, vieja y querida inocencia, te extrañamos– porque lo único que me desvelaba era escribir. Entonces proponía o aceptaba hacer notas, cualquier nota de cualquier tema, muchas veces sin ton ni son. Me tironeaban la arrogancia y el exceso de entusiasmo bastante típico de los veintipocos que encajan muy bien con los colmillos siempre afilados de algún explotador laboral. Quería lucirme, quería que me contrataran cuanto antes como empleada fija; ser, por fin, elenco estable de una redacción.
Para una nota que me habían encargado de apuro en el diario, buscaba un contacto que sabía que tenía Diego porque tiempo atrás él había hecho algo sobre el tema en una revista. Así que le pedí a un colega su mail –no eran tiempos del formato intrusivo ni del tono destemplado de Whatsapp; oh vieja y querida prudencia formal, te extrañamos también– y le escribí contándole que lo necesitaba cuanto antes.
Esperé poco y llegó su respuesta. Diego fue cordial, aunque su correo venía cargado de algo que, en medio de mi urgencia, de mi actitud de buena alumna queriendo sobresalir con la tarea y de mi ignorancia sobre lo que pasara mucho más allá de mis rulitos laborales de ocasión, me sacudió. Primero me daba el contacto que le había pedido, con algunas instrucciones para que no metiera la pata. Y después abría una especie de advertencia (vista desde hoy, la escena también es una postal triste de la prensa argentina y sus crisis en loop). Más o menos lo reconstruyo, porque no estoy de ánimos para ir a bucear en mi mail, no quiero abrir la compuerta, no todavía: “Mirá que en ese diario no están pagando a término, los trabajadores están en conflicto y por ir al paro; si los colaboradores externos como vos mandan notas como si nada pasara, la medida de fuerza pierde contundencia”. Después me decía que quizá podía demorar un poco la entrega de la nota hasta que se resolviera el asunto, hablar con mi jefe o directamente desistir del encargo. Lo que sigue no lo reconstruyo, lo que sigue me quedó grabado tal como lo escribió él: “Siempre podés decir que no”.
Pienso bastante en el “no” (en este espacio, sin ir más lejos, escribí sobre eso hace un tiempito), en su chispa, en su abracadabra. Pero, por lo general, escribir me sale más fácil que llevar a la acción algún tipo de negativa. No soy original en esto: me queda más a mano estirar imágenes con palabras, intentar ir a la pesca de argumentos, encontrar subrayados, poner al caos que me rodea a bailar por un rato alguna música despatarrada que sintonice con algo que podría decir. El agujero, el crujido, el abismo: ¿y si no puedo? ¿y si no quiero?
Con más o menos urgencia, con más o menos cariño, por estas horas dolorosas algunas personas nos pidieron a los amigos que escribiéramos algún texto o comentáramos algo sobre la muerte de Diego, por fuera de los balbuceos que fuimos subiendo a nuestras redes sociales (ese manotazo del angustiado, pero también ese jardín propio).
“Con mis recuerdos encendí el fuego”, canta Édith Piaf en una parte de la canción del no por excelencia, Non, je ne regrette rien. Y entonces las palabras de Diego –“siempre podés decir que no”– se vuelven llama, se vuelven homenaje, se vuelven una obligación hacia él, alguien que con valentía y sonrisas supo enfrentar, discutir, ser disidencia en cualquier ámbito.
Un no gigante, como tu corazón, como la pena que nos atraviesa a todos los que te quisimos: hoy elijo dedicarte eso, querido Die.
Con el pecho estrujado, arranca una nueva edición de Mil lianas.
1. La exactitud del dolor, de Horacio Convertini. Un hombre agoniza ensangrentado al comienzo de La exactitud del dolor (Letras de Plata/Urano, 2024), del escritor argentino Horacio Convertini. Se llama Juan Rayo, está en cuero y con shorts de boxeo en un paraje desolado. Esa misma noche, otro hombre que también vive su propio ocaso tiene una pesadilla y se desvela. Se llama Amílcar Zafe y fue entrenador de Rayo cuando el boxeador era una promesa y después una estrella que brilló en varios rings. A partir de entonces, el autor desenrolla una historia atrapante llena de cruces pasados, de traiciones y sobre todo de golpes.
Una de las voces más interesantes de la llamada nueva novela negra argentina, Convertini aprovecha el universo de sueños y desengaños del boxeo para desplegar un relato potente que se cifra en ese mundo, también de glorias y desencantos, que fueron los años ‘90 en la Argentina.
“El boxeo, como el fútbol, fue uno de los deportes que me interesaron de chico. Porque eran los deportes que se veían en televisión o se comentaban entre los varones de mi casa. Recuerdo claramente estar muy temprano a la mañana por la diferencia horaria reunidos todos frente al televisor cuando algún boxeador argentino peleaba por el título del mundo en Japón o en Filipinas. Y también nos recuerdo esperando esa especie de alegría nacional que era que un boxeador argentino se consagrara campeón del mundo o ganara. Me acuerdo también de tristezas personales cuando uno de esos boxeadores perdía”, me contó en esta entrevista que le hice por la salida del libro. Pueden leerla por acá. Además de un gran escritor, Horacio tiene la lucidez calma de las personas discretas. Si tienen tiempo, les pido que se detengan especialmente en la parte en la que habla de los asuntos “urgentes y necesarios”.
La exactitud del dolor, de Horacio Convertini, salió por Letras de Plata, un sello de Urano. En este enlace, una entrevista con el autor.
2. Ciclo Mujeres en el trabajo. Además de ofrecer cursos de alemán e impulsar numerosas iniciativas culturales y artísticas, el Instituto Goethe tiene una plataforma que ofrece películas para ver de manera gratuita y online. Se llama Goethe On Demand y cada mes renueva su menú con producciones de Alemania a veces recientes y a veces históricas.
Durante mayo, con motivo del Día Internacional de los Trabajadores, Goethe On Demand programó el ciclo Mujeres en el trabajo que reúne largometrajes muy interesantes “con diferentes representaciones de los roles femeninos en el universo laboral, desde la ex República Democrática Alemana hasta la Alemania actual”, según anuncian desde el Goethe en su página (pueden ver más en este enlace).
Podrán verse, gratis y con subtítulos en español, Karla (de Herrmann Zschoche, prohibida en la RDA y estrenada en 1990), Todas mis chicas (Iris Gusner, RDA, 1980) y Todos hablan del tiempo (Annika Pinske, 2022), entre otras películas, disponibles para los usuarios a lo largo de dos días una vez que son elegidas en la plataforma.
“La selección de películas pone en diálogo perspectivas de la RDA, películas de los años 2000 y de la actualidad”, informaron los programadores. Por mi parte, voy a arrancar con Eine flexible Frau (Una mujer flexible, 2010), de Tatjana Turanskyj, que parece que es la primera entrega de una trilogía de la directora en la que indaga sobre mujeres y trabajo. Tiene como protagonista a una mujer de 40 que vive en Berlín y de buenas a primeras es despedida de su empleo.
El ciclo de películas gratuito y online Mujeres en el trabajo, del Instituto Goethe, se puede ver por acá.
3. Por qué leer. “Leer en voz alta. Compartir un texto con los demás. Prestar nuestra voz para contar una historia. Por todo esto empecé a grabar audiolibros en 2018. Desde ese momento hasta acá subo un cuento por semana a Spotify, Apple Podcast, Google Podcast y Ivoox”, cuenta la periodista argentina e híperlectora Cecilia Bona, creadora de la multiplataforma dedicada a difundir libros Por qué leer.
En cada entrega del podcast o audiolibro, como prefiere llamarlos ella, Cecilia lee con calidez algún texto y hacia el final lo comenta. Según ella misma cuenta en su sitio, la selección del material la realiza según los siguientes criterios: “Autores clásicos”, “Autores nuevos que me hicieron disfrutar muchísimo y quiero promover”, “Autores argentinos consagrados”, “Autores contemporáneos publicados por editoriales que me autorizaron a grabarlos”.
La verdad es que tanto la curaduría como la lectura resultan siempre sorprendentes. Pueden pispear un poco más en este enlace y engancharse a escuchar un cuento de Katherine Mansfield, de Stefan Zweig, o de Mario Levrero, entre muchísimos otros.
Por qué leer es una iniciativa de Cecilia Bona, dedicada a promover libros y autores. Cada entrega de la selección semanal de cuentos que realiza se puede escuchar por acá.
Banda sonora. No hay mucho esta vez acá. Fueron días de silencio. Pero revisando mi correo, y aunque ando bastante demorada con esa tarea por estas horas, me enteré de que a partir del 5 de junio se podrá ver a través de la plataforma Paramount un documental que recorre la vida de Cyndi Lauper y me dio curiosidad.
Según anuncia la plataforma, se trata de una producción dirigida por la documentalista Alison Ellwood que se estrenó en el Festival de Tribeca en 2023 y ahora se podrá ver en formato hogareño. Un largometraje que va desde los días de Lauper en Blue Angel hasta su exitazo Girls Just Want to Have Fun y todo lo que vino después. Les dejo a mano el tráiler.
Posdata. Se terminó ese lugar de intensidades que es cada año la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Este año hubo un debate de cierre, del que escribí algunas líneas por acá. Pero, al calor de la urgencia, el texto no termina de reflejar todo lo que pasó en esa jornada. Así que quería dejarles por acá el video de esa charla alrededor del financiamiento de la cultura y de la llamada “batalla cultural”, entre otros asuntos.
Posdata II. Arrancó el Festival de Cannes y cada año se combinan en ese encuentro los debates, los homenajes y el adelanto de algunas películas que luego podremos ver. En este enlace pueden seguir la cobertura que publica elDiarioAR, incluidas las notas del crítico argentino Diego Batlle que está por allá.
¡Hasta la próxima!
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