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El regreso póstumo de Maradona a Fiorito: patrimonio nacional, proyecto de museo y destino turístico

La casa natal de Maradona en Fiorito

Andrés Burgo

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Suena a uno de esos milagros que la religión del fútbol le adjudica: Diego Maradona vuelve a Villa Fiorito. Aunque el ídolo no dejó de regresar en vida a su barrio original, su presencia parece cada vez mayor en los últimos meses, a casi un año de su muerte. Si un decreto presidencial acaba de nombrar a su primera casa, la de Azamor al 523, como Lugar Histórico nacional, los vecinos del barrio y los dirigentes de su primer equipo, Estrella Roja, proyectan movidas culturales que mejoren la zona y atraigan a turistas. El sueño es convertir en museo y en lugar de culto a una vivienda que hasta el año pasado parecía abandonada. Incluso se habla de “corredores maradonianos” por Fiorito.

Todavía a la espera de que el Concejo Deliberante de Lomas de Zamora cambie oficialmente el nombre de la calle Azamor por Maradona, como anunció el año pasado, el gobierno de Alberto Fernández incluyó a la casa natal del ídolo entre los 1.500 patrimonios reconocidos por la Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y Bienes Históricos. Algunos bocetos políticos pretenden construir en el lugar la “Casa de Fomento e Integración Maradona”. Pero, como dice Claudio “Tati” Villarruel, secretario de Estrellas Unidas, la continuidad del histórico equipo Estrella Roja, “también es necesario que los funcionarios municipales estén a la altura de la magnitud del decreto presidencial”.

Mientras tanto, Juan Carlos “Serrucho” Ramírez, amigo de Maradona en la infancia y compañero suyo en Estrella Roja -en donde el ídolo jugó antes que en Argentinos Juniors-, tiene un deseo: “Por respeto a Diego y a Estrellas Unidas, queremos que las autoridades compren la casa de Azamor a los actuales dueños y la conviertan en un centro cultural, de visita, para los colegios o los turistas, o que funcione la radio local. Pero tiene que haber movimiento -advierte-. Si no hay gente, puede ser tomada”.

Armando “Susú” Fleita, cartonero y director de Radio Maradó, emisora que alterna música con programas semanales, coincide: “Tenemos un proyecto desde hace rato para que la casa de Diego se convierta en un museo y vengan turistas a Fiorito”. A su vez, “Tati” Villarruel contextualiza entre el deseo popular y la voluntad política: “Pensamos en un corredor turístico, desde Puente La Noria, donde hay monumentos y murales de Maradona, hasta la casa de Azamor, pasando por Estrellas Unidas y el potrero de Fiorito. También queremos que la calle se llame Diego Pelusa Maradona. Pero sabemos que el desarrollo sociocultural del barrio fue lento. Varios políticos locales se sacaron fotos y prometieron cosas pero Fiorito siempre estuvo relegado”.

Maradona, sus padres y sus hermanos se fueron de Azamor 523 a fines de 1976. Quiénes y cómo pasaron a vivir en la casa ahora declarada Lugar Histórico depende de quién lo cuente. Según algunos vecinos, Doña Tota (la mamá de Diego) le regaló la casa a María, una vecina que habría empezado a ayudarla en la limpieza cuando el 10 cobró su primer dinero del fútbol. Después de varios años, la mujer se separó y dejó el lugar, en el que quedaron su ex marido (conocido en el barrio como Cambá) y uno de sus hijos, actualmente de 40 años. Pero otros corrigen: “La casa se la prestó el hermano de Pocho, uno de los tíos maternos de Diego, a Cambá, y le quedó”.

Aunque siempre ocupada, el aspecto del inmueble había tornado a un estado de abandono en los últimos años, con las paredes despintadas, el pasto altísimo y las ramas de los árboles del patio interno que casi impedían el ingreso a la casa. Sus dos ocupantes se dedican al cartoneo y dejan sus carritos de trabajo y su recolección callejera -muchas veces basura- en el patio delantero, como un depósito al aire libre. Están cansados de que la gente tome fotos del Lugar Histórico y lo hacen saber sin simpatía. “Un día Cambá me dijo ‘ahora me tienen que pagar si quieren que me vaya’, y está bien, si es el cuidador”, interpreta un vecino. Otra gente del lugar, en cambio, preferiría que fueran más receptivos con los curiosos que se acercan para tomar una foto.

Pero a las 2 de la tarde del 25 de noviembre de 2020, o sea dos horas después de la muerte de Maradona, militantes sociales y políticos de Fiorito acordaron con sus actuales dueños un lavado de cara del inmueble. Cuenta Susú Fleita: “Ese día fui a hablar con el hombre que vive en la casa. Los dos somos cartoneros, yo estoy en la cooperativa de reciclado, y con el colectivo cultural de la zona le explicamos que era un lugar de interés mundial, que no podía estar así, lleno de humedad. Al principio no quería pero al final nos dejó. Cortamos el pasto, limpiamos y dibujamos el mural con la cara de Diego y los rayos del sol”.

Fiorito, antes, ahora y después

El primer capítulo de Maradona: Sueño Bendito, la flamante serie de Amazon, muestra a Diego en su casa de Fiorito. Algunas imágenes en el barrio son licencias propias de la ficción, como cuando transporta naranjas en el mercado local para ganarse unos pesos o cuando le roba una pelota a los muchachos más adinerados, pero el inmueble de Azamor sí está recreado con rigurosidad histórica: sus dos habitaciones, una para el matrimonio y otra para los ocho hermanos, la única canilla en el exterior -compartida con los vecinos- y el patio delantero cuidado, sin la naturaleza desbordada que luego tendría.

Maradona contó varias veces su infancia en Azamor. Dijo, por ejemplo: “En mi casa no había agua corriente. Cuando mamá tenía que lavar los platos o teníamos que bañarnos, me mandaba a buscar agua a una canilla. Yo llevaba los tachos de aceite de veinte litros y los llenaba”. También contó: “En los días de lluvia, cuando caían piedras, se agujereaba el techo de chapa. Entonces mamá gritaba: '¡Andá a buscar los tachitos!'. Y todos corríamos por la casita, poniendo las tachitos debajo de las goteras”. O, también: “Me crié con amor, ni con bicicletas, ni con asfalto, ni con patio de baldosas. Yo tenía un patio de tierra y comíamos y nos íbamos a acostar ocho en una pieza”.

Los padres de Maradona habían llegado a Villa Fiorito a finales de los 50 desde su lugar natal, Esquina, en el suroeste de Corrientes. Si los meandros del Riachuelo no hubiesen sido rectificados a comienzos del siglo XX, la actual porción de Lomas de Zamora habría formado parte de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires: pocos saben que Azamor al 500 está muy cerca del límite con la Capital Federal, a 12 cuadras en línea recta. Puente La Noria, el inicio de la avenida General Paz, dista dos kilómetros -ese trecho ahora es un paisaje urbano pero en las épocas en que vivía Maradona, según Diego, “era todo campo”-.

El padre del ídolo, Don Diego, trabajó en Tritumol, una fábrica de molienda de huesos, a orillas del Riachuelo. Según reconstruye el periodista Leonardo Torresi en el libro Rey de Fiorito, “los Maradona alquilaron primero una vivienda precaria, pero llegaron a la casa de material, de tres ambientes”, en referencia a la de Azamor. Para entonces ya habían nacido las primeras dos hermanas de Diego, Ana y Rita. El decreto que denomina Lugar Histórico a la casa de Azamor asegura que allí, en la segunda casa de los Maradona en Fiorito, “nacieron los hermanos mayores, Elsa y María Rosa, el propio Diego, y luego, sus hermanos menores Raúl, Hugo y Claudia”. En rigor, claro, Diego nació en el hospital Eva Perón, del partido de Lanús.

Parte de aquel Fiorito de Maradona que muestra la serie de Amazon ya no existe, como el potrero en el que el programa de televisión Sábados Circulares, en 1971, produjo la famosa entrevista en la que un Diego de 11 años dice: “Mis sueños son dos, jugar un Mundial y ganar el campeonato de Octava con Argentinos”. Ese terreno fue ocupado por vecinos para la construcción de nuevas casas, aunque en Fiorito quedó una cancha grande, de tierra, contigua a Estrellas Unidas, la actual denominación del primer equipo del crack. “Estrella Roja fue fundado en los 50 y tomó su nombre tras un partido entre Racing y el Estrella Roja de Yugoslavia (en 1954). Después de Maradona, y cuando se fueron los militares, el equipo pasó a llamarse Estrellas Unidas”, explica Villarruel.

Medio siglo después, en el barrio siguen viéndose caballos que traccionan carros y muchos vecinos viven como vendedores ambulantes, recicladores, cartoneros o empleados de pequeñas fábricas. También llegaron el agua corriente, el alumbrado público y, desde 2008, el asfalto y las cloacas. De a poco, los ladrillos reemplazaron a las casas de chapas y cartones. Pero muchos de sus vecinos de aquella época son los mismos. Serrucho Ramírez, por ejemplo, también llegó a Fiorito desde el NEA: “Mi familia era de Chaco, vinimos en 1969. Jugué al fútbol con Diego, en Estrella Roja, y durante 5 años viví a media cuadra de su casa”. En Azamor, enfrente del famoso 523, todavía vive Gladis, vecina desde 1968: sus hijos jugaron al fútbol con Diego.

No todos los Maradona dejaron Fiorito pocas semanas después de su debut en la Primera de Argentinos, en 1976. Según le contó en 2020 uno de los vecinos, Hugo Cordero, al periodista Federico Rivas Molina, de El País, “la abuela no quería irse. Entonces Diego le pidió a unos amigos que simularan un asalto para darle un susto. Así se la pudo llevar”. Ya en Capital Federal, los Maradona vivieron hasta 1978 en un PH de la calle Argerich, en Villa del Parque, donde Diego conoció a Claudia Villafañe, su futura esposa, y entre 1978 y 1980 compraron una casa de La Paternal, sobre Lascano. Cuando jugó en Boca, en 1981, su familia ya vivía en Villa Devoto, en Cantilo al 4400 (a la esquina de Segurola y Habana llegaría después, tras volver de Europa, y un paso previo por Núñez).

Aunque algunos vecinos farfullan porque esperaban más ayuda de Maradona, el hijo pródigo de Fiorito volvió varias veces a su lugar de origen. Según recuerda Serrucho, “el día del Niño, en 1979, me vino a buscar a casa, pero yo estaba durmiendo y tenía un loro preparado para decir ‘Serrucho no está’, entonces no nos vimos. Más adelante, Diego llegó una noche en un limusina. Entré al auto, tomamos whisky y hablamos de la vida”. Ya en 2005, Maradona volvió a ingresar a la casa de Azamor con Emir Kusturica para el documental Maradona by Kusturica. Sentado en el comedor de su primera casa, Maradona le contó al cineasta serbio: “La dignidad de esta gente es superior a todas las que puedan llegar a vivir en otros lugares”. 

En 2010 volvió con la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner. En los meses previos a su muerte, su abogado Matías Morla llevó más de mil kilos de alimentos para los comedores de la zona. Según confirma Tati Villarruel, “los vecinos ven algo natural que Maradona sea del barrio, aman al Diego”. Susú Fleita coincide: “En el barrio, después de la muerte, tratamos que Diego esté más presente que nunca, pero él nunca se fue. Salió del barro, de Fiorito, estuvo allá arriba, entre reyes y presidentes, y sin embargo siempre volvió acá, siempre fue nuestro”.

Contrapunto

Fuera de Fiorito, la declaración de Azamor 523 como Lugar Histórico también disparó preguntas. El escritor Martín Caparrós escribió en su cuenta de Twitter, el 26 de octubre, horas después de que la noticia fuera publicada en el Boletín Oficial: “¿No es un poco ridículo que la casa natal de Maradona sea declarada ‘Lugar histórico nacional’? ¿Qué opinan? Es pregunta”.

Consultado por elDiarioAR, Caparrós amplía: “Sobre ese tweet, cambiaría la palabra ‘ridículo’ por la palabra ‘triste’, pero mi perplejidad sigue siendo la misma: ¿cuándo, cómo, por qué nos sucedió que tantos argentinos creen que ‘el argentino más grande del siglo XX’ fue un futbolista? ¿No es triste, insisto, creer que el personaje que más nos importó fue uno que nos divirtió -o incluso que nos emocionó- unos minutos, unas horas, sin cambiar absolutamente nada de nuestras vidas, tan necesitadas de tantos cambios?”.

Teresa Anchorena, presidenta de la Comisión Nacional de Monumentos Históricos, explica la decisión: “Quiere decir que es un lugar en el que pasaron cosas importantes, de significado histórico para la gente en general, y en esa casa de Fiorito nació una de las personas más importantes de la historia argentina reciente. Habíamos pensado la declaración hace un tiempo, pero la muerte implica un congelamiento en el valor histórico”.

Caparrós agrega: “No me pregunto por la validez, que es un asunto casi burocrático; me pregunto qué dice de nosotros argentinos, y ahí vuelvo: qué raro un país que no se cuestiona que su gran héroe sea un futbolista, un entretenedor”, Anchorena puntualiza la excepción: “Tenemos 1-500 declaraciones de patrimonio nacional entre monumentos, bienes históricos, lugares, poblados y paisajes históricos, pero Maradona es el único futbolista”.

De esas 1.500 referencias elevadas a patrimonio nacional por la Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y Bienes históricos, 500 son en el AMBA. Las categorías se dividen en Monumento Histórico Nacional, Patrimonio Histórico Nacional, Bien de interés histórico, Bien de interés histórico-artístico, Sepulcro histórico, Bien de Interés Industrial Nacional y Lugar Histórico Nacional, el estatus al que fue sumada la casa de Maradona. Otros ejemplos de esa misma categoría son el domicilio del caudillo Juan Manuel de Rosas, en San Andrés, o el inmueble porteño en el que nació el premio Nobel de Medicina, Bernardo Houssay, en Viamonte al 2700. “Representó para el impar futbolista la fidelidad a sus orígenes y los profundos lazos que lo unían a su familia. Es lugar histórico desde 2021 (Decreto 733)”, explica la web de Patrimonio Nacional.

AB

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