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Subsidios al transporte que valen el esfuerzo

El Tren Sarmiento.

Jorge Carrera

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La política de subsidios a la energía, combustibles, servicios sanitarios, salud, educación, transporte, etc. de los últimos 20 años fue muy deficiente. Estuvo excesivamente orientada a la oferta, con un elevado costo fiscal, haciendo desaparecer el superávit energético y afectando incluso la famosa “restricción externa”. Además estaba mal focalizada y, posiblemente, fue regresiva en términos distributivos.

¡Hasta fue poco efectiva en términos políticos! Porque en ese conjunto de subsidios nadie sabía cuánto estaba recibiendo, directa e indirectamente, cada persona y cada familia. 

O sea, eran subsidios no solicitados explícitamente y de los cuales nadie conocía su dimensión individual y macroeconómica. Un esfuerzo enorme no transparentado. Por esa razón muy pocos ciudadanos los podían valorar en su real dimensión económica y política. Aunque está pendiente hacer un análisis integral de todos los subsidios por estrato social y zona geográfica, recién ahora los ciudadanos comenzarán a tener, brutalmente, una cierta idea de cuánto recibían. Ahora bien, subsidiar la energía de un consumidor ABC1 es negativo, por el contrario, subsidiar el transporte de una parte de la población con bajos ingresos es un aporte positivo. 

Desde ya, son erróneas las manifestaciones del ministro @TotoCaputoAR sobre que nadie subsidia el transporte en el mundo. Como lo han mostrado diversas respuestas, el subsidio al transporte es una actividad creciente en las grandes ciudades de todo el mundo dadas las inmensas externalidades positivas que se obtienen en cuanto a contaminación, ahorro energía, inclusión, etc. En algunos lugares, el viaje incluso puede ser casi gratuito. Sobre los subsidios y el financiamiento al transporte y en particular en el AMBA, especialistas como @rskiadaressishan desarrollado muy bien el tema y recomiendo seguirlo. 

Es, particularmente, me preocupa mucho un aspecto puntual de los subsidios al transporte que creo relevante, sobre todo, para una mayor eficiencia y productividad de la economía. Debemos evitar “enguetizar” económica y socialmente a nuestros ciudadanos ¿Qué es enguetizar? (perdón la palabra, pero es la justa). Es no permitir, por razones económicas, que los habitantes de las periferias urbanas (sobre todo los más pobres) puedan trasladarse al centro de su urbe de referencia o entre partes de la periferia. Una parte relevante de la población más pobre vive en barrios alejados de los centros productivos y educativos. 

También, algunas personas que pertenecen a las clases medias y altas eligen barrios cerrados alejados para vivir, pero en esos casos tienen un mejor acceso al transporte. 

En megalópolis como el AMBA y otras ciudades grandes, es clave facilitar la movilidad de potenciales trabajadores (que viven en la periferia) que buscan trabajos que en general son más rentables en el centro de las ciudades; y de estudiantes -que también viven en la periferia- que asisten a escuelas y universidades que están en los centros. 

No hay posibilidades de ascenso vertical, de mejora en las oportunidades laborales de las personas, ni tampoco de mejorar la productividad microeconómica con un sistema de transporte público deficiente y/o caro. Si además de usar tres-cuatro horas de su vida diaria para viajar a Palermo, un habitante de Moreno debe pagar un costo muy alto en términos de sus ingresos, esa búsqueda laboral o ese estudiante salen del mercado. 

En tiempos de mayor desocupación como los que estamos entrando es importante facilitar la movilidad. El subsidio a la demanda debe ser el eje portante pero también requiere obras estructurales que solo puede hacer el Estado o la iniciativa público-privada. Requiere una mejor coordinación entre el estado y las distintas líneas urbanas, tener aplicaciones que permitan planificar eficientemente los horarios. Con la disminución de frecuencias y la mayor descoordinación entre líneas de colectivos que se aprecia en los últimos meses le han complicado mucho la duración del viaje a gran parte de los usuarios. Ni hablar de la noche donde la frecuencia es aún menor. 

Mientras que el subsidio indiscriminado a la energía puede llevar a un consumo excesivo de gas, electricidad o combustibles; en el transporte urbano esa posibilidad es más improbable. Sobre todo, porque el actual subsidio de la red sube subvenciona proporcionalmente más los viajes que combinan dos o más líneas. Y nadie disfruta usar su tiempo para viajar por el AMBA cambiando de línea en línea sin ningún propósito. Idealmente, los subsidios al transporte deberían ser organizados con mayor foco en la demanda, colocando en la tarjeta Sube o en una nueva un monto determinado por mes por tipo de usuario. De esta forma el usuario puede elegir las líneas que le den mejor servicio. 

Además de la gran externalidad positiva sobre la productividad de la economía presente (trabajadores) y futura (estudiantes), un transporte público eficiente evita el uso del auto, la sobredemanda de autopistas y, sobre todo, ahorra combustible y disminuye las emisiones de carbono; todo lo cual adquiere relevancia en el contexto mundial actual de los compromisos internacionales de lucha contra el cambio climático.

El autor es investigador del Conicet y profesor de la Universidad Nacional de La Plata.

AR

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