Sofia Coppola muestra el lado oscuro de Elvis en una película que enfadará a sus fans y sus herederos
Hay mitos que parecen inquebrantables. Son leyendas construidas durante años en las que no cabe ni una sombra, ni una grieta. El de Elvis es uno de ellos. Es una figura que rara vez se pone en duda. Es más que un músico, es un símbolo de un país, y los símbolos no se revisan. Si se hace hay que ofrecer una excusa, una coartada moral. Eso es lo que hacía, por ejemplo, el biopic de Baz Luhrmann, una versión excesiva ―como todo el cine de su realizador― que ofrecía pocos dobleces en el personaje. Las drogas aparecían de refilón, y sí que se contaban las conocidas infidelidades a su esposa, Priscilla, que aparecía en la película como una mera comparsa.
Si uno piensa ahora en la película de Luhrmann y en el personaje de Priscilla, interpretado por Olivia DeJonge, nadie se atrevería a decir que cuando ambos inician su relación, ella tenía 14 años y él, 25. Ella era apenas una adolescente fascinada por la leyenda de la música que, sin haber siquiera acabado el instituto, se mudó a Graceland para vivir con él. Se casaron ocho años después. ¿Cómo es posible que cuando se cuenta la historia de Elvis, cuando se piensa en el músico, no se haga hincapié en que se encaprichó con una niña de 14 años y la sacó de su casa?
La historia no es desconocida, de hecho la propia Priscilla Presley la contó en unas memorias tituladas Elvis y yo. Las mismas que leyó Sofia Coppola, que descubrió en sus páginas la que sería su nueva película a la que da el nombre de ella, la mujer en la sombra, Priscilla, y que se ha presentado en el Festival de Cine de Venecia.
La película ha llegado precedida de polémica antes de su visionado. En una entrevista previa al certamen, Coppola contaba que el representante de Priscilla Presley, que figura como productora ejecutiva del filme, le dijo cuando vio la película que no iba a gustar a los fans de Elvis. “No la he hecho por ellos”, contestó. Tampoco para los herederos, las personas que custodian (y explotan) el legado del músico. Según la web TMZ cuando vieron el filme “múltiples funcionarios” relacionados con su patrimonio la calificaron como “horrible”. No ha habido declaración oficial por parte de ellos, pero algo de verdad habrá cuando no han permitido a la película usar la música de Elvis.
Tras ver Priscilla uno puede entender que sus herederos no apoyen la película, al contrario que hicieron con la versión de Baz Luhrmann; si aquella romantizaba la historia de ambos, Coppola realiza una mirada a lo enfermizo de aquel cuento de princesas. Hay tonos pastel y mucho lujo, pero Graceland es una jaula de oro de tonos desaturados donde Priscilla es una mujer presa y encerrada, víctima de un hombre infiel y del que sufre abusos verbales y ataques de ira. No subraya, no hace sangre de Elvis, pero muestra con inteligencia la soledad y el maltrato que sufrió una niña que fue arrancada de su familia.
Priscilla apenas sale de Graceland, y el espectador comparte su encierro. Ella se entera de las infidelidades de Elvis por los periódicos. Todo está en fuera de campo y nunca abandonamos ―gracias al compromiso de Coppola con ese punto de vista― a esta adolescente perdida, enamorada de un símbolo, no de un hombre que ni siquiera la deseaba (la ausencia de sexo y la falta de deseo es uno de los temas que pone sobre la mesa). Una película que deconstruye el mito, al que arranca de su imaginario. Elvis es una comparsa que entra y sale, pero que no tiene el foco. La historia es la de ella, la de esa joven que perdió su adolescencia y que tomó conciencia de su situación hasta que dijo basta y huyó, como muestra un final poderoso y empoderante donde suena la versión de Dolly Parton de I Will Always Love You que Elvis nunca pudo cantar.
Son el rostro y el cuerpo menudo de Cailee Spaeny los que aguantan todo el metraje del filme. La actriz convence y está muy por encima de su compañero Jacob Elord ―estrella de Euphoria―, que tiene la casi imposible misión de dar vida a un Elvis diferente al que tenemos en la mente y al que encarnó Austin Butler en el filme de Baz Luhrmann.
Es curioso cómo una película sobre Priscilla Presley termina siendo también un compendio de todo el cine de su directora. Es una obra que respira las constantes de su filmografía por todos sus poros. Muchos han definido esta Priscilla como una Maria Antonieta en Graceland, pero ahí están también las jóvenes de Las vírgenes suicidas o la adolescente solitaria de Somewhere, con la que, precisamente, ganó el León de Oro en este festival.
Priscilla se come a Sofia
En la rueda de prensa de la película, Sofia Coppola ofreció la cara opuesta a su película. No se atrevió a mencionar ni la palabra feminismo cuando fue preguntado por si su historia lo era. “Es una historia humana”, dijo ella que intentó evitar todas las balas cuando llegaron las preguntas sobre si esta era la cara oculta de Elvis. Menos mal que llegó la auténtica protagonista, Priscilla Presley, para levantar el acto. La mujer en la que se basa la película, que cuenta con su bendición, no estaba en la mesa del filme, sino sentada entre el público. Su intervención no estaba prevista, pero ante las constantes referencias y una pregunta hacia ella agarró el micrófono y entregó el momento del día.
Dijo cuál era su escena preferida del filme, y ahí no dejó dudas. “La última”, y tuvo que tomar aire para continuar mientras se escuchaban los cuchicheos de la prensa. Esa escena, y esto no es spoiler, es su huida de Graceland. El momento en el que aquella niña reúne el valor para dejar al ídolo en aquella jaula. Solo. Confesó que le era difícil ver su propia vida en imágenes, y quiso también aclarar ―por otra pregunta anterior a Sofia Coppola― que ella era mucho más madura de lo que podría ser una niña de su edad.
“Fue difícil para mis padres entender el porqué de su interés, creo que era porque yo escuchaba muy bien. Abrió su corazón, me contó sus sueños, me habló de la pérdida de su madre de la que nunca se recuperó… fui la persona que le escuchó y le reconfortó. No tuve sexo con él, fue siempre muy cariñoso y respetó que tuviera 14 años”, dijo Presley que le sigue considerando el amor de su vida y remarcó que su historia la entenderá “cualquier mujer” que vea la película. De momento, el público de Venecia sí que ha caído rendido a ella y a la mirada de una directora que ha dado una sorpresa a la Sección Oficial y que podría estar en el palmarés del próximo sábado.
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