China, Japón y Coreas: el juego, el invierno, la peste y las guerras
Nadie rechazará, y menos en la Argentina, que un lazo jamás imperceptible de deporte y clima ha enhebrado el año que acaba. Desde logradas nieves 100% artificiales para que todas las selecciones nacionales pudieran competir en los Juegos Olímpicos de Invierno en China y hasta los logrados fríos 100% artificiales para que el público asistiera a los partidos de fútbol en el Mundial de Qatar 2022. El perfeccionamiento forzado de una atmósfera naturalmente subestándar para la alta vara exigente de la más alta excelencia competitiva de atletas o público fue en los dos casos parejamente imprescindible, y en uno y otro caso desparejamente reprochado.
Cuando en los medios chinos iniciaron su cobertura de la Copa FIFA, procuraron primero omitir y más tarde racionar aquellas imágenes donde se viera al público sentado en los estadios o caminado por las calles qataríes sin usar barbijo. Las imágenes preferidas, de personal sanitario en puestos de control, eran inhallables.
Las nieves falsas que nevaron en el febrero chino dieron renovada ocasión a medios y agencias globales y locales, públicas y privadas, partidistas e independientes, del activismo ecológico alerta. Tampoco en 2022 dejamos de oír ni de ver su advertencia epocal. Las decisiones sobre el cambio climático y los recursos naturales dotan hoy de su contenido más sustantivo a las disputas internacionales cuando en la escena mundial y regional vemos cómo se les subordinan las formas y expresiones tradicionales de los conflictos entre países e intereses.
Advertencia tanto más atendible, cuando vemos en los hechos esa subordinación. Para la instalación en ese horizonte definitivo, el año que termina es un ejemplo decepcionante. Antes bien, en el hemisferio boreal y en el extremo Oriente hemos visto en 2022 una victoria sin treguas de la Historia a la (más) antigua.
En cuanto a la Naturaleza, también parece haber sido Ella quien decidió en primer término a través de contingencias epidemiológicas ni deseadas ni esperadas ni manipulables. Sobre hasta qué punto de visto el Covid-19 es creación humana, falta aún información; sobre cuáles han sido las consecuencias, si anticipables o anticipadas es materia académica pero menos relevante en la hora actual, de las decisiones sanitarias políticas adoptadas para enfrentar al coronavirus, disponemos de datos satisfactoriamente suficientes, suficientemente incriminatorios.
A la narrativa que en el futuro emprenda la disciplina histórica como a las crónicas y recapitulaciones del periodismo de hoy, les resultará muy difícil apartar de un autoritario primer plano a las decisiones políticas, diplomáticas y ante todo militares de las élites en el gobierno en Pekín, en Taipei, en Hong Kong, en Tokio, en Pyongyang pero también en Seúl.
1. La gran marcha del universo al son de la Tolerancia Cero del presidente Xi
Desde que la expansión del virus detectado en el mercado que ofrecía murciélagos y pangolines vivos a los paladares del Wuhan gourmet hasta el domingo 18 de diciembre de 2022 cuando Messi levantó y el Dibu blandió la Copa FIFA en Lusail la estricta observancia de la doctrina 'Covid Cero' del presidente chino Xi Jinping apenas había sufrido desperfecto o extravío.
Aún más que los efectos de la guerra ruso-ucraniana, las consecuencias no queridas de esa política parecer ser una concausa universal, que ni una vez puede hacerse a un lado, cada vez que se intenta explicar, o reportar, cualquier acontecimiento de 2020, no demora en ofrecerse al examen una concausa tan fácil de encontrar como dificultosa después de hacer a un lado. Es el régimen de cuarentena forzada, eficaz, controlada por las fuerzas del Estado del Covid Cero. Una doctrina sanitaria y una consiguiente política de Estado que el presidente chino ha creado -la originalidad autoral de las justificaciones generales y el diseño personal de los detalles específicos de aplicación y reglamentación ha sido pacíficamente enunciado por Xi Jinping cuantas veces se refirió al tema problema de la pandemia sin ser contestado jamás.
2. El mismo imperio los mismos signos el mismo virus casi la misma ley
Tolerancia cero: un solo caso de contagio significa sobrepasar la frontera de lo tolerable. Sólo hay un caso públicamente conocido de inobservancia flagrante del rigor de esta norma. Es el del propio presidente creador de la doctrina Covid Cero. La asistencia de Xi a la cumbre del G20 en Indonesia, dode pudo conversar en persona durante tres horas con su par norteamericano el demócrata Joe Biden, marcó el primer viaje del presidente chino tras tres años en la República China aislada detrás de sus propias fronteras populares e interdicta de visitantes y de visitas exteriores. Un alto consejero de contacto estrecho cotidiano frecuente con Xi se contagió el Covid-19 (sintomático) durante la Cumbre que sesionó en el paradisíaco balneario tropical de Bali. No se ocultó esta información, ni la demoraron los medios chinos.
De que en horas y días siguientes los medios acompañaran e ilustraran desplazamientos y alocuciones del presidente pudo inferirse que la máxima autoridad del Ejecutivo chino se halla por encima de la ley imperativa para una población de más de 1400 millones de habitantes. Cualquiera de quien se sepa que un contacto estrecho se ha contagiado, es conducido por la fuerza pública a un centro de aislamiento para que la autoridad sanitaria pueda controlar el cumplimiento acabado de la reclusión necesaria.
El igualitarismo abstracto, la igualdad pareja en ropas, viviendas, raciones, política de único hijo, había sido un reproche (a veces elogio) dirigido a China desde 1949. La palabra maoísmo, la figura de Mao y sus lugartenientes, evocan esa indistinción de grisalla, bicicletas y medianía. El cuello mao, ese cuello sin cuello, de camisas y blusas, pudo gustar en Occidente como variación estilística introducida en la moda y después en el hábito: en China, se sabía, era invariante y emblema de la renuncia a lo superfluo.
La igualdad sigue siendo para Xi Jinping un logro del pasado, un hecho consumado, según sus discursos. A veces los hechos desmienten ese discurso, y no sólo en la altivez presidencial frente a los contagios virósicos. Cada vez hay mayores desigualdades, en especial en la clase graduada de las Universidades. Cuando los hijos de los ricos se reciben en la Universidad, recomendados por el Partido Comunista (los más ricos ciudadanos son los ciudadanos más comunistas, en China), encuentran empleo bien remunerado.
3. El último Emperador
En 2022 el Partido Comunista de China celebró el Centenario de su fundación. En octubre, en el XX Congreso del Comunismo celebrado en Pekín, Ji Xinping consiguió que la Asamblea avanzara en contra de todo precedente del Partido que gobierna la República proclamada en 1949 tras el triunfo militar de Mao sobre el Kuomintang, el partido nacionalista desde entonces reducido a la isla tropical de Taiwan. Le fue concedido a Xi lo que pidió, Un tercer mandato presidencial por cinco años más. También, lo que sugirió: dejar en suspenso la prohibición de reelecciones presidenciales consecutivas futuras.
En la República Popular China, este invierno no le ha sido bueno a su ahora menos encubierto monarca. Los últimos días del tardío noviembre se revelaron como los más fértiles en contagios de Covid-19 en dos años, los más fríos en diez años, y los más impopulares para el expectante poder central desde la primavera de 1989 y las lejanas protestas estudiantiles suprimidas en la pekinesa plaza de Tienanmen.
4. Las medidas posporno de las tasa de crecimiento y decrecimiento chinos
Con la guerra ucraniana del aliado ruso en el escenario internacional, y la política presidencial de cuarentenas en la escena nacional, menos empleos habrá en proporción para cada Diploma Made in China. En cambio, el desempleo sigue del 8% entre menores de 26 años que sólo completaron el secundario. Y entre quienes sólo han completado la escuela primaria, desciende al 4 por ciento.
En el verano de 2023, habrá en la República Popular 12 millones de graduaciones universitarias más. Hoy una de cada cuatro personas diplomadas no tiene trabajo al año de recibirse. La mayoría esperará años antes de descubrir un empleo. Aquel en el que desemboque esta minoría que abandona el desempleo, será retribuido por debajo de las expectativas. De las propias y de las de sus familias, que se preguntarán por el sentido de los sacrificios que han hecho durante años. Antes, los esfuerzos para ingresar, cursar, y egresar título habilitante en mano de las universidades. Después, los sufrimientos al transitar calvarios de meses y aun años de Gólgotas sin nunca un Sábado de Gloria en Job Fairs estilo norteamericano sólo en su nombre.
Las empresas más importantes, de mayor renombre, aquellas que asociamos con China como mayor potencia económica del mundo en lid con EEUU, son las ausentes con aviso de las Job Fairs. Donde pululan las oportunidades laborales dudosas, las ilusiones perdidas que nunca fueron gran esperanza. Puestos de vendedores en el sector inmobiliario: aquel cuyas bancarrotas están costando más dinero al Estado chino del que nunca pensó, porque siempre creyó que crisis y burbujas inmobiliarias eran propias de países y ciudadanías occidentales, anti comunitaristas y escasamente inteligentes, lo uno por lo otro. O trabajos como corredores de productos financieros. Empleos sin sueldo, sin viáticos, sin remuneración fija ninguna, pagados a comisión por las ventas firmes obtenidas.
Hay un ejército de diplomados a quienes llaman ‘tribu de hormigas’ y que viven en los ‘hormigueros’ de Pekín y Shanghai. Barriadas elevadas de apuro en las periferias de las megalópolis enormes: el conurbano pekinés tiene la misma superficie que el reino de Bélgica. Las condiciones de empleo, la retribución monetaria, y las condiciones de vida de estos universitarios diplomados poco difieren de las de la masa migrante campesina, el éxodo rural que vino a trabajar como obreros en la fábrica.
El efecto que la doctrina de Covid Cero nunca deseó fue aquel que se jactan de haber contenido los gobernantes de las dos naciones más populosas de Latinoamérica, AMLO en México y Bolsonaro en Brasil. El derrumbe o enlentecimiento de las economías, de la producción, de la productividad, de la puntualidad y los compromisos con los clientes y las cadenas de suministro globales. Si alguien tiene un Iphone, es Made in China; de las autopartes que forman el 85% del precio de los autos en el mundo, alguna es siempre china. Todo invita a creer que estos y otros datos, o sobre todo la proporción de esos datos, variará pronto. Con las diferentes crisis que enfrenta Pekín, las medidas de crecimiento económico, como los restantes números chinos, se vuelven por fuerza menos transparentes.
5. El día que Japón se levantó en armas
El método Xi ostentaba el mérito de haber exceptuado al país más poblado de la tierra de la tasas de internaciones y muertes de los más poblados y adelantados países occidentales. (Si en países como la India o el Paraguay o en muchas naciones africanas las tasas de mortalidad son menores respecto al número total de habitantes, se debe a que las respectivas demografías corresponden a países cuya población es en promedio más joven que la de China, Brasil o EEUU). En Corea del Sur, en Taiwan, en Japón, el método Cero Covid era una transición hasta vacunar a la población y acomodar la estructura hospitalaria para el aumento exponencial de las demandas de internaciones. El Cero Covid de estos países no excluía comprar vacunas del exterior.
El método de Xi es un Plan A sin planes B. La ventana de oportunidad que fueron tres años de efectivo confinamiento se le cerró en cara a Xi con los dedos en el marco y sin que durante el trienio perdido hubiera sido tentado ni por la más aburrida curiosidad a mirar qué había del otro lado. China podría haber planeado cómó vacunar a las personas de edad, cómo vacunarlas a todas, o cómo vacunar al menos a muchas más; cómo hacer para que el país cuyas vacunas son las más vendidas o regaladas en el mundo (vax diplomacy) se pusiera como meta que esas vacunas no fueran también las más ineficaces del mundo; cómo para proveerse una infraestructura hospitalaria menos desproporcionadamente inferior a la población, menos desequilabradamente distribuida en el territorio, menos distraída de la necesidad de multiplicar las unidades de terapia intensiva, los tubos de oxígeno, la tecnología del diagnóstico. Al fin de diciembre, cada día al menos cinco millones de personas se contagian el covid, los enfermos se acumulan en los pasillos y afuera de los hospitales, trabajando día y noche los crematorios no hacen a tiempo para incinerar todos los cádáveres que les llegan en bolsas amarillas. Impotentes ante la variante omicron, no es improbable que de esta multiplicación sin freno del contagio surja una nueva, más veloz, más poderosa, versión del coronavirus. Que a su vez desemboque su caudal, antes que en nadie, en sus vecinos extremo-orientales.
Abriendo y reiniciando una espiral alarmante, los efectos militares, colaterales o más directos, son los más importantes de la doctrina de Xi. Incluyen tanto el rearme incluso nuclear de India y Pakistán en el continente Indopacífico, como en el giro de 180° de la política de Defensa de Japón que rompe cuanto respetó desde someterse en 1945 a Hiroshima y Nagasaki, hasta los reclamos de Corea del Norte sostenidos por nuevos misiles probados con eficiencia, hasta la decisión de Taiwan en diciembre de extender el servicio militar obligatorio a más del doble de tiempo, desde 4 hasta a 10 meses bajo esa bandera que pocos países en el mundo reconocen como la de un Estado (la más grande, más fiel de las naciones con embajada en Taipei en lugar de Pekín sigue siendo la República del Paraguay). .
AGB
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