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Le Pen ganó la primera vuelta de las legislativas, pero aún no está todo decidido: así funciona el sistema electoral francés

Marine Le Pen y Jordan Bardella, tras conocer los resultados de las elecciones europeas, el 9 de junio, en el cuartel general del RN en París.

Amado Herrero

París —

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El partido de extrema derecha de Marine Le Pen, Agrupación Nacional, ganó este domingo la primera vuelta de las elecciones legislativas francesas. Eso significa que fue el más votado en el conjunto de Francia, pero aún queda mucho por decidir. Hasta que no acabe la segunda vuelta y sea cómo operó la concentración de voto contra la extrema derecha no se conocerá el número exacto de escaños de cada candidatura.

¿Cómo se puede concentrar el voto?

Habrá que ver si a la segunda vuelta pasan, por ejemplo, un candidato de Le Pen, uno de izquierdas y uno macronista, si alguno de los dos últimos se retira de la contienda para concentrar el voto en el otro no ultra. Y también está por ver qué harán los votantes conservadores de Los Republicanos, gaullistas, si votarán en la segunda vuelta a un candidato no de Agrupación Nacional como les indicaría la tradición, o lo contrario, como pedía su ex líder, Éric Ciotti.

El presidente francés, Emmanuel Macron, pidió “una unión amplia claramente democrática y republicana” frente a la extrema derecha en la segunda vuelta de las legislativas, en una declaración enviada a la agencia AFP.

Subido al estrado, en unas palabras que despertaron una ovación de los aquí congregados, el fundador de la formación de izquierdas Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, anunció la retirada de los candidatos que quedaron terceros en las circunscripciones en las que AN quedó en cabeza.

“Hay que dar la mayoría absoluta al Nuevo Frente Popular”, dijo Mélenchon. “Con el Nuevo Frente Popular, puede surgir una nueva Francia”.

En la semana que separa las dos votaciones serán fundamentales los movimientos y las consignas de voto, y los movimientos empezaron nada más conocerse las estimaciones. En particular, la decisión que toman los candidatos que terminaron la primera vuelta en tercera posición, que ahora tienen que decidir si se retiran de la carrera y piden a sus votantes que apoyen a un partido rival para bloquear una victoria del candidato del partido ultra de Marine Le Pen y Jordan Bardella, en aquellas circunscripciones en las que la extrema derecha haya llegado a la final.

De momento, según Ipsos, la extrema derecha y sus aliados de derecha se hicieron con el 33,5% de los votos, mientras que la alianza de izquierdas cosecha un 28,1%. A continuación está la coalición presidencial, con el 20,7%, seguida del partido de derecha Los Republicanos, con el 10%.

Proyecciones, pero sólo orientativas

De acuerdo con las primeras proyecciones de los institutos demoscópicos, que suelen ser orientativas y sujetas a muchas desviaciones en el pasado, la extrema derecha alcancaría entre 230 y 280 escaños, lejos de los 289 de la mayoría absoluta; el Nuevo Frente Popular se quedaría en 125-165; el partido de Macron, entre 70 y 100; y los conservadores, entre 41 y 61.

¿Qué se decide en estas elecciones?

Los 577 diputados que componen la Asamblea Nacional, la cámara baja del Parlamento francés (la disolución no afecta al Senado). Cada uno de los escaños se elige entre los candidatos inscritos en un área geográfica individual (la circunscripción electoral), mediante un sistema de elección a doble vuelta. A la segunda vuelta (domingo 7 de julio) accederán aquellos candidatos que superen el umbral del 12,5% de los electores inscritos en su circunscripción. En las circunscripciones con alta participación no es extraño que se clasifiquen para la final tres o cuatro candidatos. Por otro lado, un candidato puede ser elegido en la primera vuelta si consigue una mayoría absoluta de los votos.

Sea cual sea la composición de la nueva Asamblea que salga de estos comicios, la cámara baja no podrá ser disuelta de nuevo hasta que no transcurra un año desde las elecciones.

¿Quiénes son los candidatos?

Tres grandes bloques agrupan la mayoría de candidatos que se presentan a estas elecciones. Por un lado, el del partido del presidente Macron (Renacimiento) y sus aliados centristas (MoDem y Horizontes, el partido del ex primer ministro Édouard Philippe). En caso de reeditar la mayoría parlamentaria que consiguieron en 2022 (245 diputados), sería previsible que Gabriel Attal fuese de nuevo el primer ministro.

Por otro lado, la Agrupación Nacional de Marine Le Pen domina el bloque de extrema derecha, que llega tras haber ganado claramente las elecciones al Parlamento Europeo. En 2022 consiguió 89 diputados, su mejor resultado histórico. Si el bloque de extrema derecha consigue mayoría absoluta en estas elecciones, Emmanuel Macron podría nombrar a Jordan Bardella como jefe de Gobierno.

En la izquierda, el bloque progresista anunció la semana pasada una alianza electoral –llamada Nuevo Frente Popular– para presentar un único candidato en la mayoría de circunscripciones, candidatos que contarán con el respaldo de las cuatro formaciones (Francia Insumisa, Partido Socialista, Europa Ecología-Los Verdes y Partido Comunista). No obstante, los líderes de los cuatros partidos han anunciado que no designarán un candidato a primer ministro hasta conocer el resultado final de legislativas.

¿Por qué las legislativas ya no son un freno a la extrema derecha?

A pesar de haber llegado en tres ocasiones a la segunda vuelta de la elección presidencial, hasta 2022 el partido de Marine Le Pen solo contaba con nueve diputados. Varios factores explican que las legislativas supusieran una barrera para el partido de extrema derecha: por un lado, en las cuatro décadas en las que Jean-Marie Le Pen fue presidente el Frente Nacional (1972-2011) nunca consiguió una verdadera implantación local, necesaria para lograr los votos en cada circunscripción; por otro, el sistema de elección facilitaba que en la segunda vuelta se creasen las coaliciones contra un partido marginado por el resto de formaciones políticas y por una mayoría de los votantes.

En la última década, el contexto ha cambiado. Agrupación Nacional ha ido aumentando el número de candidaturas en cada cita electoral y en las encuestas de opinión se refleja el éxito de la estrategia normalización que hace que cada vez más franceses lo consideren como una opción real de gobierno. En las pasadas elecciones legislativas el partido de Le Pen fue el segundo con más diputados en la Asamblea y la mayoría de expertos considera posible que en esta cita sea la formación con más escaños.

¿Cómo se nombra al primer ministro?

El nombramiento del primer ministro es una prerrogativa exclusiva del presidente de la República y la Constitución francesa de 1958 no establece límites sobre a quién puede designar para el puesto. No obstante, bajo el actual sistema, el primer ministro siempre ha sido una figura de la mayoría parlamentaria en la Asamblea. De entrada, por una razón práctica: la cámara tiene la capacidad de forzar la dimisión del primer ministro mediante una moción de censura, si ésta recibe el voto de una mayoría absoluta de los diputados. Puede darse la circunstancia de que la persona designada por el presidente decline la nominación, en cuyo caso el jefe de Estado debe encontrar una alternativa.

¿Cohabitación?

Si un partido de la oposición obtiene la mayoría absoluta en la Asamblea, lo previsible es que el presidente nombre a un miembro de esa formación como primer ministro, aunque sea de una orientación política distinta a la del presidente. Bajo el actual sistema político, Francia ha vivido tres cohabitaciones: la primera tuvo lugar de 1986 a 1988, cuando el socialista François Mitterrand nombró primer ministro al conservador Jacques Chirac; la segunda durante el segundo mandato de Mitterrand con el también conservador Édouard Balladur, de 1993 a 1995; y una más larga con Chirac como presidente y el socialista Lionel Jospin como jefe de Gobierno de 1997 a 2002.

¿Quién tiene el poder en caso de cohabitación?

En todo lo relativo a la política interior, el poder está claramente en manos del primer ministro y de la Asamblea. El presidente queda relegado entonces a un papel secundario; puede negarse a firmar ciertas decisiones del Ejecutivo, pero su capacidad de bloqueo es limitada: por ejemplo, en la primera cohabitación, Mitterrand se negó a firmar los decretos elaborados por el Gobierno para la privatización de algunas empresas públicas, ante lo que el Ejecutivo buscó una alternativa legislativa y las aprobó en la Asamblea mediante un proyecto de ley.

Y aunque en Francia se suele decir que la política exterior y la defensa son “ámbitos reservados” del presidente, la Constitución no es tan clara. El jefe de Estado es también chef des armées y es la única persona con capacidad para decidir sobre el empleo de armas nucleares, pero lo cierto es que Gobierno y Parlamento tienen el control del presupuesto y de la organización de la defensa nacional. A efectos prácticos, el Ejecutivo podría oponerse al envío de material militar o soldados a otros países, aunque así lo solicite el presidente.

¿Quién decide el Gobierno en Francia?

El presidente de la República nombra a los ministros a propuesta del jefe del Ejecutivo. Es, por tanto, el primer ministro quien decide la composición de su gobierno. En caso de cohabitación, hay precedentes en los que un presidente se ha negado a nombrar la primera elección del primer ministro para ciertas carteras relacionadas con diplomacia y defensa. Tradicionalmente esos puestos exigen un candidato de consenso, porque una falta de acuerdo podría desembocar en un bloqueo institucional.

Una posibilidad evocada en algunos medios sería la de un gobierno de unidad nacional, en caso de un Parlamento muy dividido, situación inédita en Francia bajo el actual sistema. Pero en ese caso el presidente debería encontrar una figura que pueda ser respaldada por una coalición de partidos de diferentes ideologías, capaz de formar un gobierno que incluya ministros de varios partidos. Con la actual polarización de la política francesa, es difícil imaginar una alianza o un candidato así.

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