Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

LA VUELTA AL MUNDO 2022 EN 5 DÍAS, 5 CONTINENTES Y 25 CLAVES. — Balance, entrega
Rusia, Gran Bretaña y Europa: Ucrania o Muerte

El miércoles 28 de noviembre, funcionarios municipales de la ciudad de Odesa, puerto ucraniano sobre el mar Negro, desmantelan a buen ritmo disciplinado la estatua de la zarina que gobernó Rusia bajo el nombre de Catalina II. Buscan que antes de fin de año la ciudad ucraniana quede limpia de este monumento erigido a la memoria de una emperatriz que gobernó Todas las Rusias, incluida Ucrania. También conocida como Catalina la Grande por su apoyo a la Ilustración, la ciencia y la técnica, presidió el imperio Ruso por 34 años, desde 1762 hasta 1796. Un referendum en línea había votado por más de la mitad de las voluntades expresadas la urgencia patríótica que cabía en la campaña para desrusificar ucrania el desmantelar esta estatua de Sophie Friederike Auguste von Anhalt-Zerbst, alemanta de nacimiento, francesa de educación, viuda del zar Pedro III, con quien sus padres, nobles prusianos, habían concertado un matrimonio arreglado.En el mismo espíritu, la ciudad de Dnipro (centro de Ucrania) desmantelará los monumentos rus0s y soviéticos y desatornllará las estatuas de escritores y artistas para trasladarlas a la perrera municipal.
31 de diciembre de 2022 06:13 h

0

The Economist eligió a Ucrania 'país del año'. ¿Por qué? Responden con lenguaje de colegio de pupilos: “Por no dejar que le hagan bullying”. Como los ministros del gobierno conservador británico, los editores de la revista fueron alumnos cama adentro en Eton o en otras escuelas de élite de derecha. Desde las últimas semanas de diciembre de 2021 se esperó en Occidente que Vladimir Putin ordenara la puesta en marcha de las tropas rusas. A partir del jueves 24 de febrero del ingreso militar de Rusia en suelo ucraniano, el conflicto impregnó cada episodio de la vida pública y privada europea. Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, dos países de Europa estaban enfrentados en una guerra. Que libraban en el mismo campo de batalla donde habían chocado Wehrmacht nazi y Ejército Rojo soviético.

1. Contrapunto europeo de Kiev y de Moscú, o de la Ley y del Delito

Como el semanario británico, también la Unión Europea (UE) eligió a Ucrania modelo 2022 (y antimodelo a Rusia). Bruselas lo planteaba limpiamente. De un lado, un Estado joven, democrático, respetuoso del Derecho de Gentes y comprometido en la lucha contra cualquier tipo de discriminación inferida al capital internacional, la víctima. Enfrente, un régimen autocrático envejecido, descendiente en línea recta de la monarquía zarista y del comunismo soviético, más proteccionista que librecambista, que no admite otra ley que aquella que se da a sí mismo, el victimario.

El conflicto de Ucrania fue judicializado desde el comienzo mismo de las operaciones rusas, si no ya desde antes. Y colocado por Occidente bajo observación como en una sala de un Tribunal Internacional Penal. No habría crímenes de guerra: para ello se requieren marco y contexto donde la guerra en sí y de por sí no sea un crimen. En el caso de las operaciones militares especiales ordenadas por el presidente ruso Vladimir Putin en Ucrania, ya su inicio, la agresión, era un crimen de lesa humanidad. A partir de entonces, la violencia volvería la crónica bélica en informe e inventario de las violaciones a los DDHH conocidas día a día.

2. Cinemática de la guerra ucraniana: velocidades rusas y aceleración occidental

El Kremlin había tomado la discutida decisión histórica de intervenir, para desbalancear, en la guerra civil que en el este de Ucrania desde 2014 enfrentaba a autonomistas rusófonos contra lealistas a Kiev. Sin embargo, fue la masiva intervención de la Alianza Atlántica (OTAN), EEUU y la UE con logística, inteligencia y recursos materiales hasta ahora ilimitados, la que determinó el curso de unos acontecimientos que de inmediato se mostraron adversos a los objetivos de contención de la guerra relámpago en cuya brevedad y eficacia confiaba Putin. Y que podían deplorar, pero daban por descontado en varios importantes gobiernos y Estados Mayores Conjuntos occidentales.

En su desarrollo, el conflicto que acumuló daños, multiplicó bombardeos, incluyó más y más objetivos civiles, destrucción de infraestructura, incorporación de mercenarios y de presidiarios convictos de crímenes de sangre en la línea del fuego ruso. La soldadesca podía saquear, abusar de la población. Entraban en contacto con personas, caminaban por centros urbanos de una cultura y una riqueza promedio más elevadas que todas cuantas hubieran conocido antes. Obraban por debajo de la cadena de mandos, o ante la indiferencia de oficiales sin conexión cultural con estos reclutas cuya conscripción evitaba una efectiva movilización más general de la juventud urbana con educación formal.

3. Armar a Ucrania, sancionar a Rusia

En suma, cada día de diez meses de violencia en suelo ucraniano se adecua según Londres, Bruselas y Washington a una misma definición simple. Cada episodio es un ejemplo más de una misma y única fórmula. Siempre consiste en la agresión violenta, la invasión conquistadora de una potencia imperialista que avasalla la soberanía de un Estado más pequeño, más rebelde y más débil para agrandar el propio Imperio a costa de la anexión total o la mutilación territorial del país vecino.

Bajo estas premisas legalistas sólidas y estrechas, el apoyo sin retaceo al presidente ucraniano Volodymir Zelenski y la impugnación sin atenuante del presidente ruso son dos corolarios paralelos y simultáneos. Que requieren un compromiso occidental sin desproporción en las respuestas a una y otra exigencia.

Desde febrero, el gobierno de Kiev recibió semanalmente más y mejores armas. Casi semanalmente, el presidente Zelenski, en alocuciones por zoom a las asambleas de la UE, a congresos de las naciones europeas, en conversaciones virtuales con gobernantes e influyentes, en encuenros personales con autoridades de visita solidaria en Kiev, les exigía, es más, les suplicaba, a sus interlocutores, que dotaran a Ucrania con arsenales todavía más numerosos, y armas todavía más sofisticadas, que todas las que ya había recibido el país o estaban en viaje rumbo a Kiev.

Los pedidos del presidente ucraniano no eran desoídos. La abundancia de armas de artillería, de pertrechos, misiles defensivos, municiones, de tanques, de cañones, de transporte, se ha vuelto ya un background inescindible de la guerra. Que mejora sensiblemente la moral de la tropa ucraniana y crispa y enturbia a la rusa.

Al Ejército ucraniano armado por Occidente se lo puede caracterizar con dos rasgos cuya coexistencia sólo contribuye a prolongar la guerra: alta capacidad de resistencia y baja capacidad de victoria. A las armas se suman auxilios tecnológicos e 'inmateriales' que proporcionan ventajas sensibles a la posición de Ucrania. Como logística, comunicaciones, uso de satélites para internet, puesta en común de datos y revelaciones de fuentes de inteligencia

No hubo en la historia batería de sanciones financieras, económicas, deportivas, culturales combinadas tan completa y severa como la anudada y reanudada contra Rusia por la UE y EEUU. Paradójicamente, Europa seguía financiando a Rusia. Porque seguía siendo una cliente de primer orden del petróleo y sobre todo del gas ruso. Un acuerdo último busca limitar ese flujo de divisas de Europa a Rusia fijó precios tope para comprale su gas y su petróleo. Esos techos, sin embargo, son más altos que los que pagan a nuevos clientes de los hidrocarburos rusos, o clientes con mayor cupo de compra, como India y China.

4. Fascinante fascismo, la marcha a Roma de la presidente italiana Giorgia Meloni

Un siglo después de que el fascista Benito Mussolini marchara a Roma en octubre de 1922 para adueñarse del poder en el Reino de Italia, las elecciones políticas del domingo 25 de septiembre dieron los votos a la post fascista Giorgia Meloni para formar en Roma el nuevo gobierno de la República de Italia. Fratelli d’Italia, el partido de la diputada ganadora, preside la coalición derechista que gobierna la tercera economía de la Unión Europea (UE).

Giorgia Meloni no sólo es la presidenta de Fratelli d’Italia: es una de sus fundadoras. La jefa de gobierno italiano, diputada de un partido postfascista que ella creó, es una mujer. La tan ultraconservadora, reaccionaria Meloni, de quien dicen que es 'por lo menos' nostálgica de Mussolini, ¿añora de verdad aquel tiempo cuando las mujeres quedaban excluidas no sólo de la política, sino incluso del espectáculo de masas de la política. como la protagonista (Sophia Loren) del film Un día particular? ¿Qué diría el abuelo Benito a su nieta Rachele Mussolini, que en esta misma elección fue candidata de Fratelli d’Italia al consejo municipal romano?

En Italia, las coaliciones de izquierda primero se pelean, y después pierden; las de derecha primero ganan, y después se pelean. El actual gobierno de Giorgia Meloni y su partido Fratelli d’Italia no será excepción en esta secuencia de victoria y litigio. Aunque nada más excepcional que el hecho de que Meloni sea Giorgia y no Giorgio.

Los socios de su coalición de derechas, Silvio Berlusconi (de Forza Italia) y Matteo Salvini (de la Lega) son dos hombres que han cifrado en el machismo buena parte de su capital político y fortuna electoral, esta vez insuficiente, esta vez mezquina. Hasta ahora, han multiplicado los signos de que se resignan mal a ser los subordinados en una troika guiada por una mujer.

5. La derecha que el Brexit les dejó

Derribado el gobierno de Boris Johnson en septiembre por acusaciones confusas de encubrir a un colega que cuando borracho perdía el pudor, el sucesor del premier británico que había concluido y firmado las negociaciones finales del Brexit y que había gestionado pandemia, cuarentenas y campañas de vacunación fue elegido por la élite del Partido Conservador. Las candidaturas favoritas eran un anglo-indio, el ex ministro de Economía de Johnson, y una mujer, la ministra de Relaciones Exteriores de Johnson. Eligieron a la Canciller. De las dos opciones, Liz Truss era la más derechista. .

En 300 años nadie duró menos como premier que los 44 días que esta sucesora de Johnson pasó en Downing Street. Seis semanas de dogmatismo liberal, autoritarismo político y ejercicio discrecional del poder del Estado para imponer sin reflexión ni consejo una reforma radical del volumen del presupuesto. Deja un daño estructural que ni quiso prever ni supo frenar.

Básicamente, apenas conocidos los lineamientos nítidos del plan de Truss, se derrumbaron la libra esterlina y los títulos de la deuda del Estado, se contrajo la capacidad de endeudarse de un país con una deuda récord de un billón de dólares y balanza comercial negativa, y los fondos de jubilación y pensión perdieron capital y perspectiva de capitalización por los movimientos de venta a los que se vieron forzados, siguiendo los protocolos de gestión que tienen prefijados, para salir de inversiones que ahora reevaluaban como ruinosas.

La crisis política hizo que Gran Bretaña se pareciera al Perú. Como si Londres fuera Lima, seis premiers se sucedieron en cinco años. En el origen de la crisis está el voto ganador a favor del Brexit en el referéndum de 2016. En aquel entonces, el presidente ruso Vladimir Putin prestó a este divorcio, desde Moscú, apoyo y solidaridad, expectativas y esperanzas que hoy no encuentra frustradas, en plena guerra de Ucrania, sino realizadas, con las crisis, destituciones y renuncias aceleradas de los primeros ministros y la concomitante deslegitimación del Partido Conservador.

Mentiras elegantes e inelegantes, de tabloide y de blogósfera, campaña sucia y altisonante contra Bruselas, vínculo matrimonial indisoluble de ultra-nacionalistas, de nostálgicos y de oportunistas como el mismo Johnson. De aquellos polvos vinieron estos lodos: en la vida pública británica post Brexit, el ambiente es cínico. Y la atmósfera deletérea de aquella campaña pro Brexit jamás se disipó por completo después. Las fábulas crédulas o increíbles sobre el pasado, las fantasías de grandeza y la ilusión liberadora de ya no tener que necesitar nunca más nada de los otros, siguen en pie.

No había película inglesa de protesta, ilustrativa de la década de 1980, sin que el paisaje thatcherista post-industrial no se viera adornado de jóvenes del Frente Nacional con botas Dr Martens de punta reforzada con acero para patear pakis. Hoy muchos pakis son millonarios. Como el candidato anglo-indio Rishi Sunak, descartado por el Partido Conservador que eligió en su lugar a la renunciada Truss. Pero que finalmente ganó, y es el actual premier británico. (A pakis pobres entrados sin papeles, tampoco los podrían patear los skinheads. El ex premier Johnson había creado un programa de deportación veloz a Ruanda, en el centro de África negra, donde, dijo, podrían reeducarse y tener un nuevo futuro en el país que tan bien se había reeducado después de cometer un genocidio en 1994).

Sunak tuvo su segunda oportunidad. Y fue elegido. Es que el racismo es cosa del pasado, dice, ahora ya como premier, el conservador Sunak. Y lo demuestra diciendo que su antecesor como ministro de Economía había sido el paki Sajid Javid, de familia islámica, neoliberal, que antes de 2009, cuando entró en la función pública, era asesor del Deutsche Bank y por eso ganaba 3 millones de libras al año. El sucesor de Sunak fue otro multimillonario. Nadhim Zahawi también era de familia islámica, pero nacido en Irak.

AGB

Etiquetas
stats