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Tensión regional

Milei alimenta el conflicto con Lula con su visita extraoficial a Brasil y su ausencia en la cumbre del Mercosur

Javier y Karina Milei, junto al diputado Eduardo Bolsonaro, en San Pablo.

Pedro Lacour

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Con el correr de los meses, queda cada vez más claro que buena parte de la agenda internacional de Javier Milei se rige más por sus afinidades ideológicas que por las necesidades geopolíticas o comerciales del país. Un ejemplo de ello es su vínculo con Brasil. Tras redoblar sus críticas a Luiz Inácio Lula Da Silva, el Presidente decidió no ir a la Cumbre de Presidentes del Mercosur que tendrá lugar en Paraguay el próximo lunes 8 de julio. Por el contario, en el Gobierno sí confirmaron que el mandatario viajará a Brasil el fin de semana para participar de la edición latinoamericana de la Conferencia de la Acción Política Conservadora (CPAC), en la que podría cruzarse con el expresidente Jair Bolsonaro.

El domingo, durante una entrevista con TN, fue el propio Milei quien ratificó su ausencia en la reunión que mantendrán sus pares del continente, la primera en realizarse desde su llegada a la Casa Rosada, pero sin explayarse demasiado en las explicaciones. Al día siguiente, su vocero, Manuel Adorni, se encargó de negar que ese desplante tenga que ver con las diferencias que mantiene el líder de La Libertad Avanza con el presidente Lula da Silva. Y argumentó que responde a una “sobrecarga en su agenda” debido a que ese mismo día por la noche Milei tiene previsto concurrir a Tucumán para firmar su anhelado Pacto de Mayo. “En su lugar irá la canciller Diana Mondino”, indicó el portavoz en su conferencia de prensa matutina.

Más allá de los argumentos oficiales, son de público conocimiento las tensiones entre Milei y su par brasileño. Durante su campaña electoral, el libertario no se privó de tildar a Lula de “corrupto” y “comunista” ─mismo adjetivo utilizaría después para definir al colombiano Gustavo Petro─,  al tiempo que lo acusaba de estar detrás de la comunicación de su contrincante Sergio Massa. Meses más tarde, Da Silva respondió al sostener que Milei “dijo muchas tonterías”. “No hablé con el presidente de Argentina porque creo que tiene que pedir disculpas a Brasil y a mí”, dijo el mandatario, hace pocas semanas, durante una entrevista televisiva, en la que también sostuvo que la Argentina es “un país muy importante para Brasil”. Y añadió que Milei “no va a crear cizaña” entre ambas naciones.

Pero Milei no dio el brazo a torcer en ningún momento y dejó en claro que no pediría disculpas por “decir la verdad”. “¿Qué le dije? ¿Corrupto? ¿Acaso no fue preso por corrupto? ¿Y qué le dije? ¿Comunista? ¿Acaso no es comunista? ¿Desde cuándo hay que pedir perdón por decir la verdad? ¿O estamos tan enfermos de corrección política que a la izquierda no se le puede decir nada, aún cuando sea verdad?”, retrucó recientemente en una entrevista en LN+. 

Pero no todo se reduce a una supuesta discordia personal entre ambos dirigentes políticos. Otro tema que está sobre la mesa y que preocupa a buena parte de la opinión pública brasileña es la situación de varios bolsonaristas acusados de intentar irrumpir en el Palacio del Planalto, en enero de 2023, y que se encontrarían prófugos en territorio argentino. Es que, a pesar de los desencuentros públicos, en Brasilia confían en que, ante cualquier eventual actuación de la Justicia brasileña, la Casa Rosada no los protegerá otorgándoles el status de refugiados. “Si la Corte de Brasil urge a la Argentina, cumpliremos con la ley”, indicó Adorni, hace dos semana, tras ser consultado al respecto.

Tensiones

Milei y Lula se saludaron en la cumbre del G7, en Bari, Italia, pero el gesto no ayudó a minimizar la distancia “astronómica” que, según Adorni, separa a ambos mandatarios. El Presidente tuvo poco contacto directo con sus pares del continente. El único mano a mano que protagonizó fue con el paraguayo Santiago Peña, a quien recibió en febrero en Casa Rosada. Con su ausencia en la cumbre del Mercosur que se llevará a cabo a partir de este jueves en el Puerto de Asunción, y en la que Paraguay entregará a Uruguay la presidencia Pro Tempore, el libertario deja pasar una oportunidad clave para estrechar nuevos lazos regionales.

Pero el evento que el Presidente no planea perderse es el que tendrá lugar el próximo sábado en el Balneario Camboriú, en Brasil, donde expondrá en el marco de una nueva edición de la CPAC. Milei ya participó de varias ediciones de ese evento organizado por la derecha conservadora y que comenzó a realizarse en los Estados Unidos en 1973. Una de ellas fue en junio del 2022, también en territorio carioca, con Eduardo Bolsonaro como anfitrión. Sin embargo, la última tuvo lugar en Los Ángeles, en febrero, cuando se cruzó fugazmente tras bambalinas con el expresidente y precandidato republicano Donald Trump.

La “nueva doctrina” en materia de política exterior para la Argentina, anunciada por el Presidente en marzo durante la visita al país de la generala estadounidense Laura Richardson, no parece dejar margen para la duda: el alineamiento geopolítico con Estados Unidos e Israel es el eje central de una “batalla cultural” planteada a escala internacional, que coloca a Milei en el rol de “profeta” anarcocapitalista y se expresa en cada una de las intervenciones públicas que realiza fuera de la Argentina. Sin ir más lejos, no faltaron declaraciones suyas que vincularon el avance electoral de la extrema derecha europea con su discurso en el Foro de Davos, en enero, en el que expuso su visión acerca del “peligro” que encarnaría el “socialismo” para Occidente.

El ejemplo más reciente de ese tipo de posicionamientos tuvo lugar el domingo pasado. A través de un comunicado de la Oficina del Presidente, en el Gobierno se hicieron eco de los dichos del expresidente boliviano Evo Morales en los que calificó de “autogolpe” lo ocurrido el miércoles pasado en La Paz, cuando un grupo de militares fuertemente armados y con tanques llevó adelante un levantamiento armado en contra de la sede del Gobierno de Luis Arce.

El gobierno argentino expresó su repudió a lo que consideró como “la falsa denuncia de golpe de Estado realizada por el gobierno de Bolivia el día miércoles 26 de junio, y confirmada como fraudulenta en el día de la fecha”. Y fue todavía más allá al sostener que desde “hace tiempo que la democracia boliviana está en peligro” y “no por un golpe militar, sino porque históricamente los gobiernos socialistas derivan en dictaduras”. Al respecto, señaló que “sobran ejemplos: Cuba, Venezuela, Nicaragua, Corea del Norte”.

Un detalle no menor llama la atención de esa enumeración: no figura la República Popular China. Es que Milei pasó de decir en campaña que no haría negocios con China porque “no hago trato con comunistas”, a celebrar que el régimen de Beijing prorrogue por un año el swap (canje de monedas) que refuerza las reservas del Banco Central. A cambio de esa extensión, ocurrida el mes pasado, Milei no tendrá que viajar a reunirse con Xi Jinping, pero en Casa Rosada dan a entender la idea está en estudio. Curiosidades pragmáticas en tiempos de cruzadas ideológicas.

PL/MG

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