Opinión - Panorama político
Nadie invierte como Larreta en el futuro
Era lógico. En algún momento el enroque de candidatos a los dos lados de la General Paz iba a marear a Horacio Rodríguez Larreta. Acostumbrado a no equivocarse ni siquiera en el más mínimo detalle, la confusión del jefe de gobierno que presentó a Diego Santilli en Olavarría como el mejor postulante para la Ciudad provocó una euforia capaz de perforar la polarización. Festejaron en el Frente de Todos, donde el porteño Axel Kicillof defiende la provincia de la invasión de Larreta, y se enfervorizaron en el radicalismo, que corre desde atrás en la primaria de la oposición con Facundo Manes.
Debutante en el terreno pantanoso de la política, el neurocirujano de Salto se sintió reivindicado después de que la artillería del PRO y sus aliados lo destripara por haber pedido en vano que el jefe de gobierno no gastara la plata de los porteños en su incursión bonaerense. Como en su momento el alcalde Mauricio Macri, Larreta está al frente de un distrito privilegiado y dispone de un arsenal que es la envidia de sus contrincantes, dentro y fuera de Juntos. Aún después del hachazo en la coparticipación que le dio su amigo Alberto Fernández para salvar a Kicillof de la sublevación bonaerense que Sergio Berni no previó, el jefe de gobierno invierte como nadie en la campaña.
Más precisos que Manes, fueron dos dirigentes del FDT que le pusieron cifras al estilo Larreta. El primero fue Martín Barroetaveña, que publicó en abril pasado los datos que figuraban en el Boletín Oficial: hasta ese momento, el gobierno de la Ciudad había destinado 830 millones de pesos a contratar encuestas con 12 consultoras. El segundo fue Juan Manuel Valdés, que acaba de terminar un informe sobre lo que invierte Larreta en publicidad. De acuerdo a ese trabajo basado en datos oficiales, entre el 26 de septiembre de 2019 y el 14 junio pasado, Larreta gastó en publicidad en Facebook $17.637.898. Para la campaña bonaerense del porteño Diego Santilli, la Ciudad destinó 1,3 millones a la propaganda en redes en los últimos 90 días.
Valdés sostiene que en 2021 el presupuesto porteño para publicidad y propaganda aumentó un 30 % y que, al segundo trimestre del año, el gobierno de la Ciudad llevaba ejecutado en esas dos áreas $1.473.212. El trabajo del legislador que es hijo del albertista Eduardo Valdés remarca que en 2015 la Ciudad gastaba 3 veces más en publicidad que la Nación y hoy gasta 5 veces más como parte de un operativo que excede a los medios del macrismo y se expande hacia los que consumen el progresismo y el cristinismo. Desde el GCBA, responden con otras cifras y dicen que cada vez gastan menos en términos relativos: si en 2015, se destinó a publicidad el 1,5% del Presupuesto, en los últimos años la partida osciló entre el 0,5 y el 0,7%. Para fin de año, estiman una inversión de unos 2000 millones de pesos en la materia.
Sería subestimar a Larreta pensar que esos números explican su envidiable capital político, aunque en el entorno de Manes afirman que contribuyen a que el jefe de gobierno y sus aliados no paguen un costo político por decisiones que el electorado podría impugnar: el salto de Santilli a la provincia y la decisión del ex vicejefe de gobierno de no debatir con el neurocirujano. A eso, podría sumarse el regreso de Vidal a la Ciudad y el orgullo bonaerense que se perdió en el camino.
Nada, sin embargo, afecta a los votantes con los que Larreta, Vidal, Santilli y sus colaboradores dicen haberse cruzado en estos meses. Todos, según repiten, les agradecen la gesta de seguir peleando contra el cristinismo y entregarle a Macri su jubilación de privilegio en la política.
Habituado a que nadie contradiga su palabra, Manes comprobó en su debut que penetrar en el conurbano bonaerense demanda bastante más que sentarse en un estudio de televisión para encantar a una platea cautiva. Montado en la vidriera de la Ciudad y en la nacionalización del AMBA que profundizó la pandemia, Larreta y Santilli son los dueños de los votos opositores en el Gran Buenos Aires: eso, al menos, registran todos los sondeos. Lo sufren los peronistas que trabajan en la campaña de Manes y advierten que el electorado que vive en torno a la Ciudad suele trabajar en tierra de Larreta y está marcado por un aspiracional que lo vincula a la cuna del PRO: quieren que la Ciudad llegue hasta sus casas.
La oposición precisa dejar atrás las PASO para ordenarse de cara al futuro. Vidal es la que más lo necesita, después de un salto ornamental que la dejó lesionada en su frescura, tanto o más que los días de trajín bonaerense. La ex gobernadora decidió obturar el deseo de Macri y Larreta, que la querían otra vez en provincia, pero quedó atrapada en la estructura porteña. Aún cuando sigue on line con la candidata, Federico Salvai se replegó sobre el sector privado y no se sumó a la campaña. Tampoco Jaime Durán Barba está ya para asesorarla como antes. Así, Vidal enfrenta un regreso a la Ciudad en el que compite con Javier Milei -un Micky Vainilla al que se debe tomar en serio- y está atada a las decisiones de Federico Di Benedetto, el secretario de Comunicación, Contenidos y Participación Ciudadana que encarga las encuestas y ya es promocionado como el nuevo Marcos Peña por los entusiastas del larretismo.
Después de las primarias, se abren una serie de interrogantes. El primero que formulan al lado del jefe de gobierno es que hará Manes si los resultados lo amargan por demás. La unidad del día después es tan importante como las PASO y demanda una derrota digna. Los estrategas que acompañan al neurocirujano ya hicieron el cálculo de cuántos candidatos pueden ingresar en los primeros 20 lugares de la lista de Santilli. Si el creador de la Fundación INECO obtiene menos del 30% en la interna, le corresponderán cuatro lugares -lo que haría peligrar el ingreso de Margarita Stolbizer al Congreso-; si oscila entre 30 y 40%, serán 6 y si logra la ambiciosa meta de superar el 40% serán 10.
Del otro lado de la polarización, los desafíos para el FDT son múltiples. Según afirma el consultor Federico Aurelio, lo más difícil será imponer una interpretación propia del resultado electoral. Si se confirman los sondeos de Aresco, el peronismo cristinista va camino a ganar por 4 la elección en la provincia de Buenos Aires, donde hace dos años se impuso por 14. De cara a las generales de noviembre, el oficialismo necesita generar la impresión de que ganó el distrito clave después de 16 años pese a la pandemia, la crisis y los errores propios; aquello que logró Macri en las PASO de 2017 y le facilitó después el triunfo en las generales contra Cristina.
El gobierno no sólo debe dejar de pegarse tiros en el pie: además, necesita recuperar la épica perdida y encontrar nuevos fundamentos hacia 2023. El triunfo de Macri 2017 también confirma que un buen resultado puede ser el principio del fin si no hay bases sólidas para el crecimiento y la economía no sale del estrangulamiento de la recesión y la falta de dólares.
En la residencia de Olivos destacan el récord de las exportaciones, festejan la recuperación económica y apuestan a que se profundice en los próximos dos meses. Sin embargo, de acuerdo a las mediciones permanente de Aurelio, la sociedad todavía no siente en el bolsillo la salida de la crisis. “Estos índices económicos que difunde el gobierno, que mejoró la industria, la construcción, la gente no los percibe. Consideran que ellos están peor económicamente y hacia adelante hay pesimismo”, dice. Una paradoja entre tantas, en el cristinismo admiten que la reactivación después del derrumbe es motorizada por los sectores de clase media que tienen capacidad de ahorro y no pueden viajar al exterior: en su mayoría votantes naturales de la oposición, son ellos los que encienden la economía mientras los adherentes al peronismo encadenan tres años y medio de caída de los ingresos y sufren para llegar a fin de mes frente a una inflación que supera el 50% interanual.
Pase lo que pase y más allá de las postales de unidad, en el FDT casi nadie duda de que el gobierno tiene que cambiar. Al lado de la vicepresidenta reclaman cambios profundos, dicen que el Presidente no puede demorar más las transformaciones internas que aplazó en el cierre de listas y hablan de que hay que ayudar a Alberto a armar un nuevo gobierno. También Sergio Massa enciende sus turbinas detrás de escena para ganar lugares en el gabinete, con fantasías de todo tipo.
En algún momento, no muy lejano, Fernández deberá decidir qué lugar pretende ocupar en el futuro. Sin recomponer en serio su alianza con Cristina, seguirá perdiendo posiciones en una competencia interna no blanqueada con el presidente de la Cámara de Diputados. Massa apuesta a ser el nuevo Alberto y quienes conocen bien su ADN afirman que para eso necesita que su íntimo amigo Larreta no salga fortalecido por demás de las legislativas. Acostumbrado a jugar a mil puntas, el ex intendente de Tigre puede venderse mejor ante CFK si el jefe de gobierno lo precisa y lo tienta en la carrera hacia 2023.
En el Instituto Patria ya largó la temporada de especulaciones hacia las presidenciales. Salvo que el oficialismo arrase y Fernández salga efectivamente plebiscitado, Cristina comenzará a pensar en la sucesión para el candidato que nació de su dedo. Cerca de la vicepresidenta ya empiezan a jugar con la idea de que haga un último servicio a la patria y se presente en 2023 en una fórmula que lleve a Massa en el lugar que ella ocupó en 2019. Los mismos que hasta hace poco veían a Kicillof como plan A de CFK ahora no descartan un turno más del gobernador en provincia. Como siempre, todo dependerá del voltaje de la crisis.
El establishment se divide entre los que apuestan a la oposición y los que siguen invirtiendo en el proyecto oficialista. Mientras algunos como Marcelo Mindlin se muestran con Axel Kicillof en campaña y otros como José Luis Manzano desembarcan con el fracking en Vaca Muerta a través de la compañía Phoenix Global Resources, Eduardo Elsztain festeja que Larreta le cumpla su sueño húmedo de avanzar con el negocio inmobiliario en Costanera Sur. No hay nadie sin embargo tan audaz como Paolo Rocca, el arrepentido de la causa Cuadernos que se redimió en tiempo récord de las coimas al kirchnerismo y volvió a predicar sobre la salida para la Argentina desde la tribuna de la UIA. Es la Argentina desvergonzada de las complicidades obscenas, de acuerdo a la definición del jurista Alberto Binder, uno de los pocos críticos del fallo del juez Julián Ercolini que sobreseyó a Rocca, Luis Betnaza y Héctor Zabaleta en la misma resolución que confirmó el procesamiento de Roberto Baratta.
Sorprendido por la impunidad de un Ercolini que en lugar de dejar morir el caso expuso su compromiso con el poder económico, con la complicidad del fiscal Stornelli, el Procurador Eduardo Casal y la UIF de Carlos Cruz, Binder advierte que se trata de un caso evidente de prevaricato y analiza una presentación contra lo que considera cosa juzgada irrita. “Lo grave es el silencio general ante la impunidad de los empresarios corruptos. Los grandes medios se callaron la boca, los periodistas que hacen escándalo por cosas mucho menores se callaron, Daniel Sabsay dice que no leyó el expediente. El nivel de caradurez no deja de asombrarme”, dice. Profesor de Derecho Penal reconocido en toda América Latina, Binder dice que el establishment habla en nombre del interés general pero tiene una apuesta muy limitada: conseguir una dirigencia política que se limite a cumplir el rol de gerente de sus intereses particulares.
DG
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