Santiago Caputo, el gurú en las sombras de un Gobierno cada vez más bifronte
“Tuvo actitud, es un hombre joven. No lo subestimo ni lo critico. Demostró una actitud de buscar acuerdos, aunque en un momento determinado no se concretó. Hay que ser resistente a las frustraciones, en política fundamentalmente”. Con esas palabras, el experimentado Miguel Ángel Pichetto destacaba, en febrero pasado, el papel jugado por Santiago Caputo durante las frenéticas negociaciones por la primera versión de la ley Bases. El proyecto acababa de naufragar en el recinto de la Cámara Baja y el referente de Hacemos Coalición Federal (HCF) se deshacía en elogios hacia el asesor presidencial de 38 años, que había trajinado los despachos del Congreso con un único objetivo: que el ambicioso plan de reformas impulsado por Javier Milei obtenga media sanción, algo que finalmente sucedió esta semana.
De bajo perfil y convicciones de acero, Caputo forma parte de un triángulo cuyos otros vértices son ni más ni menos que el Presidente y su hermana Karina, la secretaria general de la Presidencia. El trazo fino de la “batalla cultural” declamada por Milei es, sin ir más lejos, delineado por él. Y aunque el protagonismo político adquirido en las últimas semanas por el ministro del Interior, Guillermo Francos, pareció esmerilar a Caputo en la dinámica interna del oficialismo, los entretelones de La Libertad Avanza dejan entrever otra cosa. Ni el espíritu refundacional de la ley Bases ni la continua estrategia de confrontación permanente desplegada por Milei podrían explicarse sin la influencia del consultor formado bajo el ala de Jaime Durán Barba, a quien el propio Presidente destacó como “el verdadero arquitecto” de su triunfo electoral.
Sin figurar en las fotos, Caputo fue una parte fundamental de las negociaciones que le permitieron a Milei celebrar su primer logro legislativo. El consultor se adentró en el terreno de la “rosca” y participó de la mayoría de las reuniones con gobernadores y diputados de bloques “dialoguistas” que, a lo largo de los últimos dos meses, encabezaron el ministro Francos y el vicejefe de Gabinete, José Rolandi. En uno de esos encuentros, según relató un testigo directo a elDiarioAR, Caputo llegó a admitir “estar aprendiendo”, una confesión oída por los miembros de la bancada de HCF. Ante ellos, el asesor presidencial, fiel a su estilo, tampoco dudó en asegurar que el Gobierno no perdería oportunidad de volver a hacer de la nueva ley Bases otra épica libertaria, con la “teoría de los árboles decisorios” como bandera ─artilugio utilizado por Milei para dar cuenta de su supuesto olfato anticipatorio y su habilidad de tener un plan para cada ocasión.
Pero esa impronta enarbolada por el sobrino de Luis “Toto” Caputo no siempre suele caer bien en la dirigencia “analógica”, como descalifican en las filas libertarias a todo lo que huela a política tradicional. Durante el verano, aquellos elogios de Pichetto a la “actitud” negociadora de Caputo no fueron unánimes. La presencia del “gurú” presidencial en el Congreso motivó la incomodidad de varios diputados que hoy no tienen problema en apoyar toda iniciativa propuesta por Milei, como son María Eugenia Vidal, Silvia Lospennato y Alejandro Finocchiaro. Los tres legisladores del PRO abandonaron una reunión que mantenían con Caputo ofendidos por la supuesta arrogancia del consultor. Signo de los tiempos.
Como reverso de su nula exposición pública, el asesor y amigo de Milei comenzó a tener un mayor involucramiento en el devenir cotidiano de un oficialismo cada vez más bifronte. Algo que en cualquier otro espacio político alimentaría todo tipo de recelos, en La Libertad Avanza, por el contrario, parece tender hacia la sinergia: el ministro Francos y Caputo son, en simultáneo, figuras opuestas y complementarias. Ambos encarnan, cada uno desde su rol, el carácter dual y contradictorio de la estrategia planteada por el gobierno libertario desde sus inicios, pero aceitada a partir de las palabras de Milei ante el Congreso el 1° de marzo: tensar al máximo la cuerda en el plano del discurso, con críticas furibundas a la “casta” en redes sociales, sin dejar por eso de descuidar el vínculo con sectores claves para la gobernabilidad, como son los mandatarios provinciales o la CGT, que el próximo jueves hará su segundo paro general en menos de cinco meses.
¿Podrá Milei lograr que el Senado apruebe la ley Bases antes del 25 y así llegar holgado a su mentado Pacto de Mayo? La idea de exhortar a toda la clase política a un gran acuerdo nacional bajo premisas liberales, a firmarse en la provincia de Córdoba, fue otro producto del laboratorio de Caputo, el gran guardian del relato. Una búsqueda comunicacional del golpe de efecto que, sin embargo, quedó por primera vez en offside ante la opinión pública el pasado 23 de abril, cuando tuvo lugar la masiva marcha federal universitaria a Plaza de Mayo. “La legitimidad del Presidente aumenta con este tipo de situaciones”, alardeaban en Casa Rosada horas antes de la convocatoria. Hicieron falta cientos de miles de personas en las calles para que en el oficialismo cayeran en la cuenta de que la realidad, por lo general, no se reduce al timeline de X.
PL/DTC
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