Los guiños, Martín Rejtman y algunos amores feroces
Nada que ver, nada que ver con lo que te imaginás/No lo sabés ni jamás te lo vas a preguntar. Contraseña, Rosario Bléfari.
Uno. Leo por estos días una novela que se llama Vestido negro y collar de perlas (Muñeca infinita, 2023), la escribió la autora polaco-canadiense Helen Weinzweig y tiene como narradora a una mujer que viaja por el mundo siguiendo las pistas que le deja su amante, un hombre misterioso que al parecer es una suerte de espía. La dinámica –al menos la que cuenta ella al principio, veremos si se mantiene de esta manera porque a medida que avanzo la cosa se está enrareciendo– es más o menos la siguiente: ella se instala en algún hotel y espera la señal para el encuentro adentro de un ejemplar de la revista National Geographic que le dejan en la recepción algún momento de su estadía. Con la revista en la mano, la mujer sigue una secuencia que combina números de página y líneas, hace cálculos, saca conclusiones y va en dirección al lugar donde, según su interpretación, va a poder encontrarse por fin con su amante. Lo hace siempre con un vestido negro y con un collar de perlas, otra seña para él, que al mismo tiempo la sorprende a ella con un disfraz distinto cada vez. “Estos sencillos códigos, combinados con una pizca de imaginación, pueden despistar al agente más astuto. Nadie está preparado para lo evidente”, asegura la mujer y sale a la calle, una vez más, con la ropa de rigor, con la expectativa del encuentro, con la contraseña encima.
Dos. Otra de amantes. Estoy atrapadísima con una serie que se llama Fellow Travelers (abajo les cuento más; en algunos lugares la tradujeron como Compañeros de viaje y me gusta pensar que es un buen nombre para una historia de amor y, sobre todo, de camuflajes). Empieza en los ‘50, con un flechazo entre dos hombres que circulan en el ámbito del Congreso estadounidense, en tiempos de macartismo y persecuciones de todo tipo. Lo gay, lo trans, lo diverso son vistos como formas de vida que deben ser erradicadas. Los amantes protagonistas –y también varios personajes que deben ocultar su deseo y su identidad para sobrevivir– son compañeros de un viaje furtivo lleno de silencios, de miradas que sustituyen palabras, de susurros. No se trata de una clandestinidad buscada, sino de una situación a la que se ven obligados por un contexto violento y represivo. Las contraseñas, en este caso, se convierten en una forma de supervivencia y también en el último acto de fe posible para circular por bares clandestinos atendidos por chicas trans, para conversar entre pares, para acceder a todo eso que la sociedad no quiere que se vea. Si “nadie está preparado para lo evidente”, como dice la protagonista de Vestido negro y collar de perlas, acá van a multiplicarse los códigos como un modo de cuidado. Pero es una historia de amor y entonces, más allá de ese circuito de contraseñas establecidas, siempre hay riesgo: los protagonistas no están exentos de incidentes, contingencias, dudas. Alrededor del amor y también alrededor de eso que parece un código compartido y tal vez no sea más que un intento de correspondencia, una suposición testaruda, un montón de palabras endebles, una conjetura amorosa y humana que siempre puede fallar.
Tres. “Hoy en día está tan arraigado pensar en las contraseñas para verificar la identidad de alguien que podemos decir sin parpadear que si la contraseña de una persona se ve comprometida su identidad ha sido ‘robada’. Aun así, las contraseñas están lejos de ser obvias, naturales o simples. Son un montaje social complejo, que moldea y a la vez es moldeado por las historias religiosas, los mitos, las narraciones de magia y fantasía, los cuerpos, los sujetos y la individualidad única de cada persona. Nos permiten atisbar un problema fundamental de nuestra época, donde todo está cada vez más cuantificado: ¿qué significa hablar de la ‘identidad’ de alguien?”, apunta el académico británico Martin Paul Eve en su libro Una historia de las c0ntr45eñ4s (Ediciones Godot, 2023).
Cuatro. Me quedo pensando en las contraseñas, en esos pequeños guiños, en la fe que les tenemos y también en su fragilidad. En Vestido negro y collar de perlas, por ejemplo, la mujer sigue pistas (¿serán de verdad? ¿será su fantasía?) hasta que interpreta una palabra. Entonces se le ocurre buscar calles que suenen así y encuentra que hay varias con nombres parecidos. Así que va a cada una de ellas y ahí se enfrenta a distintas peripecias. En algún momento se convence de que un hombre que ve por la calle es su amante camuflado, sigue sus pasos, se mete en líos hasta que confirma que se había equivocado, que no era su amante, que había leído una señal de manera incorrecta (no hay amor sin desliz, sin enredo: una remera que). Es bastante conmovedora la insistencia de esta mujer, que va perdiendo la cabeza a medida que el libro avanza, pero nunca el vestido negro ni el collar de perlas (somos las contraseñas que elegimos, otra remera que). Es bastante conmovedora, también, la forma que encuentra para volver una y mil veces a esa zona ineludible donde todo puede ser señal, la escena más cabal del amor: la espera.
Nada que ver, nada que ver con lo que te imaginás, canta Rosario Bléfari en su canción Contraseña. Empieza una nueva edición de Mil lianas y acá estamos. Con este guiño semanal cada vez más inestable, con este cruce de miradas cómplices.
1. Fellow Travelers. Una historia donde se combinan varios condimentos atractivos: la intriga política, en especial a partir de los años ‘50 en los Estados Unidos; un poco de melodrama con colores estridentes, encuentros apasionados y gran banda de sonido; vidas dobles, llenas de secretos; una reconstrucción impecable del contexto represivo de la época (impulsado especialmente por las andanzas del senador Joseph McCarthy con la persecución ideológica y contra la diversidad sexual que impulsó), un amor feroz y oculto entre dos hombres que circulan por los pasillos del poder.
La miniserie Fellow Travelers, lanzada recientemente por Showtime y disponible en Latinoamérica a través de Paramount+, es, además, un poco de aire fresco ante la insistencia de algoritmos y fórmulas reiteradas (¿cuántos relatos más podremos ver con cocinas o cocineros como protagonistas, por citar un ejemplo?) en el universo de las series. Basada en la novela homónima de Thomas Mallon, los ocho episodios que la componen tienen como protagonistas a Hawkins Fuller (Matt Bomer) y Timothy Laughlin (Jonathan Bailey) dos hombres que se cruzan durante los festejos por el triunfo de Dwight Eisenhower en las elecciones presidenciales y sienten una atracción inmediata. Son tiempos de listas negras, de hostigamiento, de encuentros obligados a la clandestinidad en días en los que se tildaba como “desviados” y se perseguía a las personas de la comunidad homosexual. Hawkins es un operador político experimentado que ronda el Congreso con habilidad y tiene muy claro que debe mantener oculta buena parte de su vida privada para avanzar en su carrera, mientras que Timothy es un joven apocado, católico y lleno de cuestionamientos sobre su fe y su identidad.
Contada desde ese episodio de los ‘50, la serie recorrerá el vínculo entre ellos y también los obstáculos que irá enfrentando la diversidad sexual en su conjunto a lo largo de las décadas, hasta llegar a los ‘80 y la aparición del VIH/sida. Con grandes episodios de la historia reciente estadounidense en su horizonte, Fellow Travelers ofrece así un relato íntimo del deseo de sus protagonistas, pero también un buen retrato histórico y político de las tensiones de ese país, con la Guerra de Vietnam, el racismo, las protestas callejeras de los ‘70, la efervescencia de la juventud, la liberación sexual y la marginación que padecen quienes viven con VIH, como algunas postales insoslayables de fondo.
La serie Fellow Travelers está disponible en Paramount+.
2. Es solo una película. El cine de Martín Rejtman, de Pablo Chernov y Fernando Krapp. Tal como apunta Alan Pauls en la contratapa de Es solo una película (La Crujía, 2023), el libro compilado por Pablo Chernov y Fernando Krapp propone un puente, un artefacto que puede verse como “la continuación del cine de Martín Rejtman”. Mezcla de retrato grupal, diario apócrifo, entrevista desperdigada y memoir fragmentaria, a lo largo de sus páginas la publicación ofrece la voz del propio Rejtman y también la de quienes trabajaron y trabajan a su lado (entre otros y otras, Rosario Bléfari, Valeria Bertuccelli y José Luis García).
Algunos –el protagonista incluido– son convocados por los autores para recordar rodajes, anécdotas de festivales o viajes para conseguir la financiación de las películas y eso, además de ir decantando en esa arenero infinito donde confluyen el arte y la vida, lleva a los lectores a reponer también una forma de hacer cine en un mundo que ya no existe. Otros, como el crítico David Oubiña, ayudan a ubicar a las películas de Rejtman en el lugar importante que se merecen. En ese sentido, el libro también puede servir como una hoja de ruta sobre cada película del cineasta, desde sus primeros cortometrajes hasta su última obra (de paso, buena parte de la obra de Rejtman está disponible para ver en la plataforma Mubi).
En todos los casos hay humor, escenas graciosísimas, accidentes que, a fuerza de complicar las situaciones, se convierten en elementos centrales de su obra (un diálogo escuchado, un auto familiar, intercambios interminables de objetos). Es desde el disparate, entonces, y desde una forma rejtmaniana de decir (sin solemnidad, como si cada uno estuviera diciendo y al mismo tiempo señalando que el artificio es inevitable) que Es solo una película se convierte en un testimonio coral precioso sobre uno de los creadores contemporáneos más importantes de la Argentina.
El libro Es solo una película. El cine según Martín Rejtman salió por La Crujía.
3. El ojo de Goliat, de Diego Muzzio. Hablamos varias veces de este libro en este espacio, lo sé. Es que se trata de una novela extraordinaria. Ahora vuelvo a ella por un rato con una nueva excusa: luego de que se conocieran en octubre los cinco libros finalistas del prestigioso Premio Fundación Medifé Filba, que cada año elige entre lo más destacado de la literatura argentina, se informó hace algunas horas que el libro de Muzzio, que salió en 2022 por el sello Entropía es el ganador de esta edición. Les dejo en este enlace unos apuntes sobre la novela, sobre la opinión del jurado y sobre la trayectoria del autor.
El ojo de Goliat, de Diego Muzzio, fue publicado por el sello Entropía. Más sobre el libro y su autor en este enlace.
Apostilla. Esta semana pasé por el lanzamiento de un concurso literario de cuentos bastante novedoso que me alegró porque se trata de un rubro en general relegado (suele haber más espacios así para la novela, donde lamentablemente para muchos pareciera que se juega algo más importante que en el relato breve). Se trata de Microcentro Cuenta Cuentos y tiene como finalidad, según sus organizadores, poner en foco a las “nuevas narrativas sobre la ciudad”.
En esta primera edición, el jurado estará integrado por los escritores Mariana Enriquez y Fabián Casas y por la periodista Lala Toutonian. El autor del cuento ganador se llevará 800 mil pesos y el texto será publicado junto con otros ocho relatos seleccionados como finalistas en un libro que saldrá durante 2024 por la editorial Emecé. Por acá pueden leer más sobre las bases y condiciones para participar. Por mi parte ya empecé a anotar algunas imágenes de ese lugar especial de Buenos Aires, por ahí me anime y mande algo.
Banda sonora. Varias cosas por acá esta vez. Primero, sumé algunas canciones de la excelente banda sonora de Fellow Travelers (entran, entre otros y otras, Nina Simone, Tony Bennett, Billie Holiday y Nancy Sinatra).
Algo más: Björk y Rosalia se unieron para lanzar una canción juntas. Se llama Oral y fue presentada en el canal de YouTube de la islandesa, con un mensaje: todas las ganancias de esta producción serán donadas para una ONG que lucha contra la instalación de granjas salmoneras de su país y los daños ambientales que producen esas prácticas.
La canción se agrega a nuestra lista compartida (la encuentran siempre por acá) y dejo también a mano el video, hecho en buena parte con inteligencia artificial y con dirección de Carlota Guerrero.
Bonus track. Un plan si están por Buenos Aires este fin de semana. El sábado 2 de diciembre tendrá lugar el Festival Ramal de Ilustración, de la mano del ilustrador y artista visual argentino Cristian Turdera. El lugar elegido es la galería Boulevard 514 (Caseros 514, San Telmo, CABA), a partir de las 14 y hasta las 21. Será, según cuentan “un espacio de intercambio, exhibición de proyectos, comercialización de productos y realización de actividades relacionadas con la ilustración en todas sus formas. Habrá Workshops dictados por profesionales, talleres gratuitos para grandes y chicos, feria de objetos, libros y fanzines, muestra de ilustraciones y proyecciones audiovisuales”. Pueden encontrar más información sobre las actividades y los participantes en este enlace.
¡Hasta la próxima!
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AL/JJD
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