La palabra del año, las máscaras de la amistad
No son días fáciles, nos vamos agarrando de lo que podemos. Por ejemplo, las listas, los rankings, los resúmenes con lo mejor (entre los más optimistas) y lo peor (entre los menos) del año que se va. Hay algo atractivo, efervescente, narcisista en pispear esa contabilidad ajena: ver si hay coincidencias con lo nuestro, confirmar que sí está esa película que nos enganchó o tal libro que leímos con placer. Pero, también, aparece ese reflejo inevitable –otro imán poderoso, incluso mayor que el de la confirmación– que nos lleva a corroborar todo lo que no vimos, ni leímos ni escuchamos y que, sin embargo, el balance de los demás nos ofrece como un destino asequible. Como si la lista nos silbara bajito: ojo que son apenas 10 series ó 15 documentales ó 3 las películas elegidas; ojo que con este puñado de libros ya estás. En mi educación sentimental, un movimiento que tiene mucho de la fascinación que produce cualquier álbum de figuritas: sentir que hay un universo que, más allá de sus inestabilidades y recovecos, no es inasible; que hay modo de llegar a completarlo después de una serie de sorpresas y eventos azarosos. Esa ilusión que se renueva en cuotas cada vez que abrimos un sobre recién comprado, ese cruzar los dedos: que esta vez sí se produzca el milagro, que venga alguna de las difíciles, que llegue, por fin, la que nos falta.
En mi recorrido, arranqué por uno de los repasos que más me gustan, que es el de las palabras del año que hacen varios diccionarios del mundo. Me choqué rápido contra una pared: no me había detenido particularmente en ellas ni me habían llamado la atención por algún motivo especial.
Rizz es la palabra de 2023, según la editorial británica detrás del Diccionario de Oxford. “Rizz, una palabra que usa la Generación Z para referirse a ‘estilo, encanto o atractivo’, o ‘la habilidad de atraer una pareja romántica o sexual’- ha sido nombrada la Palabra del Año 2023 de Oxford”, informa Wired por acá y sigue: “Rizz, una forma abreviada de carisma, surgió de la cultura de internet y los videojuegos, según Oxford, y fue popularizada en 2022 por el YouTuber y streamer de Twitch Kai Cenat, quien publicó videos de consejos de rizz en línea. Se volvió viral en junio, después de que el actor Tom Holland, en una entrevista con Buzzfeed, dijera: 'No tengo ningún rizz en absoluto. Mi rizz es limitado'”.
Según el diccionario estadounidense Merriam-Webster, la palabra del año fue authentic (auténtico/a en español), elegida por el notable incremento en las búsquedas que tuvo el término en la versión online de esa publicación. Se supone que surgió a partir del auge de la inteligencia artificial, pero también porque algunas celebridades, como Lainey Wilson, Sam Smith y Taylor Swift, hicieron declaraciones públicas sobre la búsqueda de su voz auténtica y su yo auténtico.
Menos vueltero, el diccionario Collins, de origen escocés, optó por designar como término de 2023 a la abreviatura IA, que alude obviamente a las palabras inteligencia artificial. Los motivos de la decisión están resumidos por acá: “‘La IA irrumpió en la conciencia pública a finales de 2022, cautivándonos con su capacidad de imitar el habla humana natural. De hecho, podría hacer mucho más que eso’, explica la compañía en una publicación de su blog. ‘Y aunque la gente estaba comprensiblemente fascinada, también empezó a ponerse un poco ansiosa. Si de repente las computadoras se convirtieran en expertas en el más humano de los dominios, el lenguaje, ¿qué pasaría después?'”.
Hago el esfuerzo ñoño de anotar estas palabras ahora para empezar a prestarles más atención cuando las lea o cuando me las cruce por ahí (lo dicho: nos agarramos de lo que podemos). Incluso voy a ver si las uso un poco más. Una manera de sentir que algo se completa, una inercia trunca de antemano y a la vez magnética; una ilusión que atempera en medio del desconcierto.
Empieza una nueva edición de Mil lianas. Con películas, libros y música sobre palabras que se dicen, que se callan, que hacen fuerza por salir.
Pasen.
1. Primera dama: la historia de Lady Bird. Se llamaba Claudia Alta Taylor Johnson, pero todo el mundo se refería a ella como Lady Bird. Tenía pensado acompañar la carrera política de su marido Lyndon B. Johnson desde un lugar menos rutilante, pero el magnicidio de John F. Kennedy hizo que Johnson debiera asumir como primer mandatario y que ella se convirtiera, en esas circunstancias adversas e inesperadas, en esposa del presidente de los Estados Unidos. El documental Primera dama: la historia de Lady Bird, que llegó hace poquito a la plataforma Star+, recorre la particular historia de esta mujer y lo hace a partir de su voz. Es que, con la ayuda de una serie de registros en audio que la propia Lady Bird hizo durante los días en la Casa Blanca al lado de Johnson, el largometraje cruza asuntos de la vida política estadounidense con cuestiones vinculadas con su intimidad familiar. Desde el siempre problemático rol de Primera dama –que combina protocolo con ideas y actividades políticas concretas, consejos para su marido, miradas sobre asuntos candentes que la tienen como testigo en primera fila–, se arma así una suerte de diario donde hay intimidad, reflexión, revelaciones increíbles sobre la salud mental del ex presidente, historias pequeñas y enormes que transcurren ahí, en el corazón del poder.
Las grabaciones elegidas para ir llevando el relato –en total se rescataron 123 horas que Lady Bird pidió que se dieran a conocer recién a partir de su muerte, que tuvo lugar en 2007– tienen la particularidad de estar contadas en un estilo muy detallista y también de recorrer grandes hitos de la historia estadounidense en años particularmente revueltos. Así, estas memorias entre la esfera pública y la íntima, repasan entre otros, los asesinatos de JFK, de su hermano Robert y del líder por los derechos civiles Martin Luther King; la Guerra de Vietnam y numerosas protestas callejeras en días de segregación y lucha popular.
El documental Primera dama: la historia de Lady Bird está disponible en Star+.
2. Hablemos, escritoras. Estuvo por estos días en Buenos Aires Adriana Pacheco, la fundadora e impulsora de Hablemos, escritoras y por suerte tuve la posibilidad de conocer más sobre esta iniciativa que me encantó porque tiene como finalidad rescatar y promover la voz de mujeres que escriben, traducen y difunden literatura. Armado desde Austin, en Texas a partir de 2018, se trata de una especie de enciclopedia y al mismo tiempo del repositorio de entrevistas más grande del mundo especializado en escritoras, traductoras y críticas que trabajan en idioma español.
Con la intención de impulsar la obra de estas mujeres, Hablemos tiene un sitio con reseñas de sus libros, con recomendaciones y también catálogos con miles de títulos y editoriales que las publican. A la vez, Hablemos produce un podcast semanal con entrevistas a las autoras hispanoparlantes destinado a difundir su obra. Entre los últimos episodios, de hecho, hay algunos con entrevistas a escritoras argentinas como Betina González, Selva Almada y Esther Cross, entre muchas otras.
La iniciativa Hablemos, escritoras se encuentra por acá. El podcast que produce semanalmente el proyecto se puede escuchar por aquí y en las principales plataformas de streaming.
3. Dueto, de Edgardo Cozarinsky y Rafael Ferro. Lo dicen varias veces a lo largo de este largometraje: más allá de encontrarse cerca o muy lejos, más allá de estar experimentando juntos o de distanciarse por algún motivo transitorio; más allá de hablar o de permanecer callados, más allá de pasar noches indescifrables o días hablando de libros y películas, lo que comparten estos dos amigos es un diálogo infinito. Dueto, de Edgardo Cozarinsky y Rafael Ferro, es un registro audiovisual –un experimento lúdico, un documental que se va garabateando como los trazos que separan cada viñeta que lo compone– de esa conversación y de un vínculo que a veces está cubierto por muchas palabras y a veces se expresa apenas a partir de miradas.
Narrada en fragmentos, Dueto recorre la relación de dos personas que, en principio, parecieran muy distintas entre sí: Cozarinsky aparenta ser el personaje un poco tímido y un poco hosco de la dupla, mientras que Ferro se sospecha como un aventurero, un punk. Aunque siempre es una tarea difícil y un poco inconducente ponerle fecha a una amistad, hay una especie de hito entre ellos: Cozarinsky y Ferro trabajaron por primera vez juntos en Ronda nocturna, una película que el escritor y cineasta estrenó en 2005 y en la que el actor interpretó el rol de Mario. Poco después, Ferro fue el protagonista de una incursión teatral de su amigo, Squash, y a partir de ahí la historia de la dupla se fue intensificando en varios sentidos.
Con relatos crudos sobre sus vidas, con juegos audiovisuales, con actuación y máscaras, con recuerdos y lecturas compartidas, Dueto ofrece una mirada austera y amorosa de la amistad para homenajearla en su dimensión más sensible, que es la del ensayo. Alejados de cualquier solemnidad, Cozarinsky y Ferro proponen con lucidez y mucha gracia entonces que dos amigos no son más que dos personas que se animan a la prueba y al error, al riesgo, a la bendición de ser ingenuos, a esa singularidad que arranca y termina en cada encuentro, en cada gesto cómplice, en cada conversación profunda o absurda, en cada silencio.
La película Dueto, de Edgardo Cozarinsky y Rafael Ferro, se puede ver en el auditorio del Malba todos los viernes, a partir de las 22. Más información sobre las funciones, por acá.
4. La naturaleza secreta de las cosas de este mundo, de Patricio Pron. “Va a chocar, va a perder el control del automóvil y va a embestir las vallas que separan la autopista del bosque y de los secretos que éste oculta, pero Olivia aún no lo sabe; no tiene idea de lo que va a sucederle en un momento, cuando un recuerdo de una intensidad desusada la asalte, rompa sobre ella como una ola y la arrastre consigo”. Con esa cadencia, con esa intensidad, con esa imagen en movimiento comienza La naturaleza secreta de las cosas de este mundo (Anagrama, 2023), la reciente novela del escritor argentino Patricio Pron.
Separada en dos partes en el libro y con una tercera que el autor invita a leer en su página web (acá les dejo el enlace), la novela traza un camino atrapante desde su escritura, lleno de desvíos. Es que, a partir de esa escena inicial se irá contando la historia de Olivia, una actriz que creció al lado de una madre indescifrable, y de Edward, el padre de la protagonista, un artista visual que cuando la joven tenía 14 años decidió irse de la casa familiar de manera abrupta y sin ningún tipo de explicación. Esa partida –una fuga secreta que abrirá el juego para otros misterios– será el interrogante y también el pulso que marcará la vida de todos en un libro que indaga sobre la identidad, sobre la necesidad de huir, sobre lo que parece accidental y sobre la memoria.
Pron, que nació en Rosario y vive en Madrid hace varios años, estuvo de visita por Buenos Aires recientemente para presentar la novela. A partir de ese viaje, surgió un intercambio que tuve con él por escrito y les comparto en este enlace. Entre otras cosas, por allí habla de la necesidad de los desvíos para escribir, del mundo del arte contemporáneo y las recientes elecciones presidenciales.
La novela La naturaleza secreta de las cosas de este mundo, de Patricio Pron, salió por Anagrama. En este enlace, una entrevista con el escritor.
Banda sonora. Murió Ramón Ayala y, además de escucharlo por estas horas (algunas de sus canciones se suman a nuestra lista compartida) quería recordar el documental que hizo Marcos López sobre este artista y su trabajo. Lo dejo a mano y también les comparto algunas despedidas que salieron en elDiarioAR: esta especie de esquela de Juan Falú y esta nota de Claudia Regina Martínez donde, muy conmovida por la noticia, hace un repaso por su legado.
En otro orden de cosas, el cantautor español Nacho Vegas (mi crooner favorito, también) acaba de lanzar un nuevo EP. Se llama De púas y cuchillas. Lo empiezo a escuchar con ustedes mientras guardo algunas de estas y de sus memorables canciones en nuestra playlist habitual.
Por último, estuve escuchando bastante seguido las canciones de la banda sonora de la hermosísima Hojas de otoño, la última película de Aki Kaurismäki (recordatorio: de sus otros largometrajes, hablamos por acá). Por recomendación de mi amigo Kame, llegué a Maustetytöt, una banda de chicas finlandesas integrado por las hermanas Anna Karjalainen y Kaisa Karjalainen que hacen uno de los temas del largometraje (de paso les dejo cerca una versión en vivo). Algo de ellas y de los sonidos del trabajo de Kaurismäki se coló también en nuestra banda sonora.
Posdata. La semana pasada le cambié sin querer el apellido a un miembro de New Order. Lo dijimos arriba, volvemos por acá también: no son horas fáciles. Así que agradezco especialmente al lector anónimo que con cordialidad y discreción avisó del error. Mi plegaria desde acá: que en estos tiempos hostiles apostemos con todas nuestras fuerzas por el camino de la amabilidad.
¡Hasta la próxima!
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