El túnel secreto de los libros, el fin del mundo y una novela familiar
El otro día le escribí una pregunta por Whatsapp a un amigo. Él estaba por meterse a un Zoom y se ve que no tenía muy claro qué contestarme. A la vez yo estaba por entrar también a una reunión virtual (¿hasta cuándo toda esta deformidad? En serio, basta) y, como noté que él dudaba, le dije que retomábamos el tema otro día, cuando tuviéramos más tiempo. Pero rematé con algo que me quedó boyando: “Tranquilo, te dejo la inquietud nomás”.
Al minuto releí – “te dejo la inquietud”: ese lugar común, esa imposición– y me sentí en una especie de carrera de postas en la que yo le traspasaba a él un paquetito de lava, una olla de agua hirviendo, un ovillo de ansiedad. Me sonó a mancha venenosa o, como cantaba Actitud María Marta, a algo así como “a mí me rebota y a vos te explota” del mundo de las personas ñoñas.
Qué feo eso de dejarle la inquietud a los demás, ¿no? Pocas cosas más desconsideradas.
Como queriendo frenar un tren como se para un taxi, a los segundos le dije a mi amigo que no me hiciera nada de caso, que mejor le dejaba un oasis y nos reímos.
Prometo no dejar inquietudes acá y sí algunas lianas, algún tipo de remanso. Espero que lo disfruten.
1. Las omisiones. “De diferentes modos, el sistema literario argentino ha sometido a la omisión a autores y obras que en su momento tuvieron relevancia, lectores y espacios de opinión de los cuales fueron paulatina o abruptamente excluidos”. Así arranca cada entrega de este espacio en YouTube que ofrece la Biblioteca Nacional Argentina de mano del escritor Ricardo Romero.
Como si se tratara de pequeñas clases, en muchos casos de menos de 10 minutos, Romero rescata autores que de algún modo fueron borrados de los grandes lugares de circulación de la literatura nacional y traza coordenadas, vínculos, referencias que orientan a los espectadores/lectores a volver a ellos.
Con un modo amable y didáctico, el autor de la reciente novela Big Rip editada por Alfaguara repasa, entre otros, libros un poco perdidos de escritoras y escritores como Enrique Wernicke, Emma Barrandeguy y Libertad Demitrópulos, entre muchísimos otros. Se trata de una especie de invitación y también de un recordatorio de insoslayables que merecen ser revisitados. (Un asterisco y una buena noticia: en las últimas horas se anunció que a partir del 15 de marzo comenzará una reapertura gradual de las actividades presenciales en la Biblioteca Nacional. Más detalles por acá).
2. El colapso. No hay mucha explicación sobre el origen del caos y a la vez queda todo muy claro: algo del orden conocido de las cosas se trastoca. Entonces se avecina una especie de fin del mundo que a los espectadores les llega por fragmentos.
El colapso es una miniserie francesa de ocho capítulos desarrollada por el grupo de creación colectiva Les Parasites. Hiperrealista, extrema y narrada a partir de planos secuencia desgarradores, fue una de las series más comentadas de los últimos tiempos por la coincidencia de su estreno durante los días de incertidumbre de la pandemia de Covid 19.
Cada episodio, de entre 15 y 20 minutos, muestra pequeñas escenas de un mundo apocalíptico y violento en los que los protagonistas luchan por escapar y sobrevivir en medio del caos.
Desde los primeros episodios (uno transcurre en un supermercado, otro en una estación de servicio en medio de la ruta, otro con un millonario como protagonista) y aunque con altibajos, El colapso es atractiva y puede convertirse, para quienes miran, en una suerte de escape del escape. Una forma de fuga. O de un horror que es mejor detectar en el ojo ajeno.
El colapso, creada por Les Parasites, llegó a las pantallas locales a través de AMC y está disponible en la plataforma de Flow.
3. Concreto. Con una presentación súper simple y pocos elementos, este podcast se propone una pregunta como premisa y ofrece algunas respuestas: ¿qué hay detrás de un libro?
Realizado por las personas a cargo de la editorial independiente Concreto –les recomiendo que pasen por su catálogo siempre, acá ya recomendamos el libro Larga distancia, de Tali Goldman, pero tienen varios títulos de autoras contemporáneas interesantes– en cada episodio indagan sobre alguna cuestión vinculada con el mundo de los libros y cómo es que esos objetos tan preciados llegan a manos de los lectores. Como meterse a un túnel por un rato.
A veces hay alguna autora de la editorial leyendo su obra, a veces participan editores, correctores y hasta actrices que interpretan algún texto. Sin estridencias y haciendo honor a su nombre, el podcast abre la puerta para espiar un poco un universo poco explorado.
Comparto por acá un episodio que me interesó particularmente: una charla sobre qué hacen los editores de libros, cómo se piensa un catálogo, cómo se fomenta la lectura de determinados escritores. Participan Soledad Urquía, de Chai Editora (¡otro de los catálogos imperdibles de la edición independiente local!) y Víctor Malumián, de Ediciones Godot y uno de los fundadores de la Feria de Editores, ese espacio que se está convirtiendo en un encuentro ineludible entre autores, lectores y libros.
4. Fotos. Habrán notado que una de las cosas que obsesiona a las personas que integramos este diario es el de las tareas de cuidado. Van a encontrar muchas notas de análisis sobre el tema y sobre cómo es necesario distribuir esas responsabilidades con perspectiva de género y de manera igualitaria. Por estos días Natalí Schejtman le hizo una entrevista muy interesante a la socióloga feminista Eleonor Faur, pionera en los estudios sobre el cuidado de las personas.
Suelo pasarme un rato largo mirando el material que comparte a diario en sus redes sociales el Archivo General de la Nación (AGN). A veces la foto o el video del día están vinculadas con una efeméride, a veces suben alguna historia que no viene a cuento de nada particular. En cualquier caso, son siempre imágenes magnéticas y también irradiantes.
Esta semana me enteré de que junto con el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad el AGN hizo una selección y luego publicó esta muestra virtual de fotos que de alguna manera rastrea los orígenes de lo que hoy coincidimos en llamar “tareas de cuidado”.
En ese repaso, y casi con la intención de poner en primer plano eso que ha sido casi siempre invisibilizado, según cuentan quienes seleccionaron el material se recuperan “fragmentos del paisaje sociocultural argentino durante las primeras décadas del siglo XX, que ilustran los cuerpos y los modos en que se ha sostenido esa carga en distintos ámbitos”. El material es tan elocuente que vale la pena darse una vuelta (o, para el caso, hacer un scrolleo atento).
5. Una familia bajo la nieve. “Mis padres ya tenían un destino para sus hijos. Mi papá quería que fuéramos médicos como él; mi mamá quería que fuéramos princesas, como Lady Di. Yo quería ser doble de riesgo y para eso entrenaba duro. No me daban miedo los hematomas, tenía una misión y una vocación: caer en lugar de otro”, cuenta la narradora de Una familia bajo la nieve (Blatt & Ríos, 2021), de la escritora Monica Zwaig.
Ese fragmento es una muestra de un tipo de escritura muy diáfano que se despliega a lo largo del libro con muchísimas imágenes, con inocencia y también con crudeza.
Una familia bajo la nieve está narrado por Harmonica, una de las hijas de una pareja de argentinos que se exilia en Francia durante la dictadura y vive en los suburbios de una ciudad francesa. Con el correr de las páginas, de manera muy atrapante se van revelando capas de la historia familiar, secretos, decisiones ajenas y recuerdos que marcan un norte para la protagonista: el de desandar el árbol genealógico como un viaje necesario a los orígenes y a la propia identidad.
Nacida en Francia en 1981 y de padres argentinos, a los 26 años Monica Zwaig viajó a la Argentina, donde vive desde entonces. Es abogada, actriz, dramaturga y traductora. Editada recientemente, Una familia bajo la nieve es su primera novela.
¡Hasta la próxima!
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