“Es lo que hay”: la realidad del trabajo en negro, el que más crece con recuperación económica y alta inflación
J. R. estuvo “cirujeando”, como él le llama cartoneo, durante los últimos cinco de sus 34 años por las calles de Mar del Plata hasta que hace dos meses lo volvieron a convocar la fábrica de pescado donde había trabajado hasta 2014. Antes y ahora labura allí en negro, es decir, sin aportes a la obra social ni a la jubilación, el tipo de empleo que más crece en la actualidad. “Ganaba más con lo que conseguía en la calle, juntando cobre, bronce, pero cada vez hay más gente que cirujea y no encontrás nada, tenés que salir a las 4 de la mañana para encontrar algo, y yo necesitaba algo más estable para mantener a mi hija”, cuenta J. R., que igual a veces trabaja de 4 a 20 en la planta. En su casa lo esperan su pequeña, su suegra y su mujer, que al igual que él cobra el plan Potenciar Trabajo. Como contraprestación de la ayuda social, J. R. va los fines de semana a cuidar una huerta comunitaria, aunque también completa ingresos con changas en albañilería.
La economía, pese a la inflación del 83%, alcanzó en el segundo trimestre del año un nivel 5,7% superior al del último cuarto de 2019 y la tasa de empleo batió su récord al llegar al 44,5%, con una desocupación de solo 6,9%. El trabajo formal, pero más aún el informal. “La expansión del empleo ocurre en paralelo con un deterioro de su calidad, ya que se observa un aumento relativo mayor de los trabajadores asalariados no registrados, quienes no sólo se ven privados del ejercicio de sus derechos laborales y del acceso a la seguridad social sino que tienen niveles de ingresos significativamente inferiores. Los asalariados no registrados pasaron de ser el 33,3% del total de asalariados en el último trimestre de 2021 al 37,8% en el segundo trimestre de 2022”, advirtió el reciente informe del Centro de Investigación y Formación (Cifra) de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA). Entre fines de 2021 y mediados del año actual, el empleo registrado subió 1,3%, pero el informal, 17,6%,
Los asalariados no registrados pasaron de ser el 33,3% del total de asalariados en el último trimestre de 2021 al 37,8% en el segundo trimestre de 2022, advirtió un reciente informe del Centro de Investigación y Formación (Cifra)
J. R. es uno de ellos. Había dejado la secundaria en la adolescencia para alimentar a la primera de sus dos hijas. Siempre trabajó en negro. Hace ocho años había dejado la fábrica porque caía la producción y allí se paga por horas trabajadas. “Con lo que ganaba, no me alcanzaba para pagar las expensas y el alquiler. Entonces empecé con la albañilería. Si no salía laburo en la obra, cirujeaba en la calle. Nunca me gustó laburar con patrón, siempre me trajo conflicto eso. Pero me volvieron a llamar de la fábrica, con peor sueldo que antes, pero la obra y la calle habían empezado a flojear. La ventaja de la fábrica es que tengo laburo seguro todos los días, pero tengo que buscar más para el sábado y domingo pegando membranas. No estoy muy conforme con la fábrica, ahora estamos peleando con los compañeros porque ganamos 450 pesos la hora, pero yo cumplo con el laburo, trato de buscar que me efectivicen para estar más tranquilo. Te exigen que labures más, que no faltes, con la promesa de blanquearte, de que vas a tener obra social, cuando se retire algún compañero. Pero esta semana saqué 19.800 pesos porque hay poco pescado y se me fue casi todo, 18.000 pesos, en pagar la luz, porque estaba atrasado y me iban a dejar a oscuras”, cuenta J.R., que ha usurpado un terreno porque ya no le alcanzaba para alquilar y estaba colgado de la luz hasta que la distribuidora EDEN lo descubrió y empezó a cobrarle. “Imaginate, pago luz, DirecTV, cuentas, cosas de la casa. Con mi señora arrancamos a vender productos de limpieza en la casa”, se apesadumbra J. R.
“Me tuve que reinventar”
En el conurbano, D. F., de 28 años, sí terminó la secundaria y después estudió para ser mecánico, trabajó en blanco en el depósito de una empresa de venta de productos electrónicos hasta que lo echaron, a principios de 2022. En noviembre de 2021 ya había comenzado a dar clases de paddle, su pasión, en negro en un club porque con el sueldo no le alcanzaba. Cuando lo despidieron apostó todo a la raqueta y tomó más alumnos. “Me tuve que reinventar, hacerme un curso porque tenía poco conocimiento, necesitaba más herramientas para sentirme bien como instructor”, cuenta D. F. “Está habiendo bastantes clases. Y medianamente se puede vivir -cuenta este joven que vive solo en un departamento alquilado-. Igual también tengo que hacer otras changas. Si sale un laburo de mecánica, lo hago. No me apasiona como el paddle, pero lo uso para ganar plata. Por ahora me sirve el laburo actual para pagar las cuentas, llego justo a fin de mes. Tenés que convivir con la incertidumbre de cuánto cobrás todos los meses, pero lo veo como un emprendimiento y no estoy con alguien que me tiene la soga al cuello, que tengo que cumplirle por un sueldo que no te alcanza. Eso es lo que veo de positivo de laburar de esta forma. Si me quiero ir unos días, me voy. Antes, si me dolía la muela, me decían: 'Tomate una pastilla y vení a laburar'. Ahora dependo de mí mismo.”
Eso sí, ante el alza de la inflación, no puede actualizar tanto el valor de la clase porque los alumnos no lo pueden afrontar. El último salto fue en julio, “cuando subió el dólar”, recuerda D. F. La hora pasó de $ 1.500 a 2.000. De ahí en más, si quiere más dinero, debe dar más clases. Conserva la tarjeta de crédito de cuanto estaba en blanco, pero ya no tiene más obra social. “Si necesito, voy al hospital o a la salita del barrio. No me molesta. Soy joven, trato de comer sano y sé que hay buenos profesionales en el hospital, por más que te comés una cola más larga, pero te atienden”, cuenta D. F., que por ahora tampoco se hace drama por la falta de aportes jubilatorios: “Escucho de la gente grande que aportaron 30 años y tienen una jubilación chota, que se arrepienten de aportar tanto”.
“Lo último que haría es esto”
También están los que cobran parte en blanco y parte en negro, como Vivian Chiarello, de 53 años, que en noviembre de 2021 consiguió un trabajo así en maestranza y limpieza de edificios donde se deshicieron de encargados para bajar costos y alquilaron la portería como departamento para costear las expensas comunes. Ella es secretaria bilingüe y había trabajado como tal en bancos y empresas hasta que en 2018 se fue de una firma textil en crisis. “Quedé en pelotas. Desde entonces hice de todo, vendí productos de Avon y otras marcas, macetas de cemento, cuidé chicos y pacientes con Alzheimer. Y una amiga que me vendía productos me contó que su jefe buscaba alguien para maestranza. No consigo otro laburo porque tengo 53 años. Lo último que haría es esto pero es lo que hay. Mirá que mando curriculum a lo pavote, estoy en Computrabajo (portal de empleos) y solo me llega el aviso de 'CV visto'.”
Vivian vive en su departamento de Balvanera con su marido y tiene otro que alquila. “En el laburo gano 37 mil pesos en blanco, que se actualiza por la paritaria, y 18 mil en negro, que está fijo. A eso le sumo 59 mil que gano con el alquiler y sumo 114 mil. A mediados de cada mes solo como harinas porque no llegás a otra cosa. Todas las semanas cambian el precio”, cuenta quien nunca antes había cobrado parte del salario sin registrar. “Necesito trabajar y lo hago para tener obra social, aunque sea una obra social del orto, y para sumar más años para la jubilación”, explica horas antes de irse a uno de los cinco edificios que limpia. Lo que no tiene más es tarjeta de crédito: “Quedé debiendo en tres, me llaman todo el día para que pague, pero no les pienso pagar, son unos tránsfugas”. Vivian lamenta la realidad actual: “Estamos cada vez peor, cada vez hay más ferias americanas. En el playón del Parque Centenario antes vendían solo ropa y ahora ves que venden fideos marca culo que sacan de un comedor”.
¿Por qué crece tanto el empleo en negro? “Podría haber más de una razón, puedo esbozar algunas hipótesis”, responde Mariana González, economista de CIFRA-CTA. “Típicamente, el peso del empleo no registrado se incrementa cuando hay situaciones en las cuales las y los trabajadores se encuentran en una situación más desfavorable en la relación de fuerza frente al sector empresario. En ese sentido, más allá de que la tasa de desocupación haya disminuido, el aumento del empleo no registrado podría estar dando cuenta de esta situación. Por otra parte, podría relacionarse también con el incremento del empleo en unidades productivas de baja productividad y pequeña escala, lo que se conoce como sector informal, que a su vez podrían estar funcionando como alternativas frente al empleo asalariado con salario real deprimido. Finalmente, en parte podría relacionarse con nuevas formas de empleo, como lo es el trabajo para las llamadas plataformas”, se refiere a las apps como Rappi, Uber o repartidores de comercio electrónico. En la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CACS), el economista Matías Boris Wilson atribuye el fenómeno a “la heterogeneidad de la recuperación, no hay bases muy sólidas para un crecimiento sustentable y eso hace que se mire con muchas dudas el mediano plazo por parte de los que contratan”. Su colega de la Unión Industrial Argentina (UIA), Diego Coatz, sostiene que lo que está recuperándose más ahora tras la pandemia son los sectores de servicios, incluida la gastronomía, en los que hay más informalidad.
Mientras, en el Gobierno reconocen las dificultades para conseguir la reconversión de planes sociales en empleo. Admiten que pocos beneficiarios del plan Potenciar Trabajo quieren dejar de percibir el subsidio porque lo complementan con changas informales, con lo que totalizan más ingresos que los bajos salarios que les ofrecen en sectores como el campo o la gastronomía. Ni siquiera les ofrecen buenos sueldos a los jóvenes más capacitados que recibieron formación como programadores.
AR
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