Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Al final, no era tan así

La libertad no avanza en Estados Unidos

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en una fotografía de archivo. EFE/Bonnie Cash/Pool

0

Son tiempos difíciles para buscar referentes de ciertas ideas políticas. Los dirigentes mundiales están forzando los límites del pragmatismo a niveles inéditos, y en un mismo gobierno pueden convivir posiciones ultraliberales y ultraconservadoras en materia económica pero también en el espinoso campo de la moralidad. 

En este contexto, el presidente Javier Milei, que señala a Estados Unidos como una suerte de paraíso libertario a donde quisiera trasladar Argentina, estará viendo con horror cómo cada vez más los negocios y la economía del país del norte son víctimas de principios que cualquiera de los militantes y aliados de LLA no tardarían en tildar de “comunistas”.

En los últimos tiempos, el país gobernado por Joe Biden ha aprobado una serie de medidas que, paradójicamente, el gobierno comunista de China denuncia por “violar los principios de la competencia de mercado”. Nada más y nada menos que uno de los principales mandamientos del santuario mileista. 

En noviembre de 2023, por ejemplo, prohibió la compra de drones chinos por parte de la administración norteamericana, en un movimiento que con picardía el diario Global Times de China (que expresa la línea del Estado chino) dijo que incrementaría los costos de los drones en suelo estadounidense perjudicando a los consumidores. 

Un mes antes, en octubre de 2023, el gobierno del líder demócrata aumentó las restricciones sobre las empresas norteamericanas que exportaban chips semiconductores a China, además de otros componentes que según el más alto representante del Estado pueden ser utilizados por las empresas chinas para dañar los intereses de Estados Unidos. 

El caso más actual –y que llegó a las portadas de numerosos medios esta semana– es la posible prohibición de la aplicación TikTok, cuyo propietario es la empresa china Bytedance. 

En medio de una pelea a muerte de cara a las próximas elecciones presidenciales de noviembre, demócratas y republicanos depusieron las armas momentáneamente para acordar en la Cámara de Representantes un proyecto de ley que exige a las app-stores de los teléfonos de Estados Unidos dejar de ofrecer TikTok si la empresa no vende su participación en el país a una compañía local (manejada por norteamericanos) en un plazo de 180 días.

El caso es especialmente controversial. El principal argumento –compartido por Joe Biden– es un informe preparado por las agencias de inteligencia que advierte sobre el posible acceso a data personal de los norteamericanos por parte del gobierno de Xi Jinping, además del posible uso del algoritmo de la aplicación para interferir en los procesos electorales de Estados Unidos. 

Con el mismo argumento, Rusia –ubicada en el otro extremo ideológico y político según la opinión que circula en los medios–, ya se encargó de prohibir o forzar la venta a empresarios rusos de aquellas compañías tecnológicas (la mayoría norteamericanas) cuyos sitios de almacenamiento de la información de los usuarios no estaba localizado en territorio ruso. 

Entre ambos países hay algunas diferencias, en principio. Mientras que en Rusia el gobierno elige sin muchas sutilezas las empresas que se harán cargo de las compañías forzadas a vender o a instalar los espacios de almacenamiento en suelo ruso, en Estados Unidos juran que no habrá interferencia en la eventual venta de TikTok.

Elon Musk, sin embargo, podría pensar de otra manera después de que una filtración (“Twitter Files”) del año pasado revelara que la red social del pájaro manipuló el algoritmo para evitar que se expandiera una información sobre el hijo de Biden, que podía afectar la performance electoral del líder demócrata.

El gobierno chino ya aireó sus quejas, igual que el año pasado, cuando la administración Biden prohibió el uso de TikTok en los teléfonos de los funcionarios del Estado norteamericano. Un paso compartido por el Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda, e incluso India, cuya relación con China no es la mejor. 

En líneas generales, China podría parafrasear el popular refrán que dice “qué le hace una mancha más al tigre”. Al final, el caso de TikTok es solo un episodio más en la cada vez más notable disputa que protagonizan chinos y norteamericanos por el dominio global. 

Por otra parte, el bloqueo de TikTok no sorprende a nadie. En todo caso, al mandatario argentino, cuyas ideas sobre la libertad empresarial en Estados Unidos están desintegrándose al ritmo que avanza el cambio climático. Lo que importa, en realidad, es dar cuenta del rol que está tomando el Estado a un lado y otro del espectro ideológico, y de la envergadura de las decisiones que están tomándose.

Los beneficios de TikTok en Estados Unidos durante el 2023 alcanzaron los 16 mil millones de dólares (más o menos la mitad del préstamo que el FMI le ofrendó al gobierno de Mauricio Macri). Según datos independientes, la empresa china cuenta con unos 150 millones de usuarios en Estados Unidos, de los cuales muchos son comercios y empresas que se benefician del uso de la aplicación. 

Ya ni siquiera se trata del posible perjuicio económico que el Estado puede llevar adelante en la defensa de sus intereses nacionales, sino incluso de lo dispuesto que puede estar a afectar los más sagrados principios del mundo capitalista.

AF/MT

Etiquetas
stats