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Opinión

Otro ángel se fue

Cachai vino de Chile a estudiar diseño industrial a la Universidad de Buenos Aires.

Juan Grabois

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Otro ángel se fue. Los ángeles de la tierra se van demasiado pronto. No llegaba a los cuarenta. Tal vez es porque gastan la vida para enfrentar tanto mal y el mal los va agujereando. Es porque esa sensibilidad especial -la sensibilidad que nos roban cada día como pueblo- frente a tanta oscuridad, tanto ultraje, tanto sufrimiento, se te mete en el cuerpo, te envenena de a poco, y ni las alas poderosas de los ángeles nos pueden proteger.  

María, Cachai como le decían,  nos regaló diez años de su vida, lo dejó todo en Trascartón, enseñándole a los jóvenes a trabajar los materiales reciclables que sus padres recuperan; enseñándoles sobre la naturaleza de los materiales, la alquimia de convertirlos en un objeto artístico vivo, la maña para venderlo y ganarse su pesito; escucharlos, escuchar a un grupo lleno de conflictos, atravesado por los horrores de una miseria planificada e innecesaria que excluye, que lastima. A cuantos le habrá salvado la vida. 

Cachai lo dio todo, todo lo que podía, “hizo lo que pudo”, como todos nosotros, como una vez  dijo el Papa Francisco ¿cómo queres que te recuerden? Como un hombre que hizo lo que pudo; sólo por esto, por hacer lo que se puede, casi siempre “los de arriba” -se autoperciban como se autoperciban ideológicamente- desprecian a los ángeles… y les tienen miedo porque son para ellos un misterio. 

Cachai vino de Chile a estudiar diseño industrial a la Universidad de Buenos Aires, se recibió en una carrera de alta calificación; estaba tan agradecida de las oportunidades que le dio nuestro país, qué hermoso que es -no se si es, al menos que era- nuestro país que acoge a los compatriotas de la patria grande latinoamericana que después dejan su sangre en el trabajo. Era docente de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Gratis. Con la gratuidad de los ángeles. La Chilena también militaba activamente por los derechos de las mujeres y diversidad de los más pobres y en los últimos tiempos estaba también a cargo del acompañamiento de los trabajadores en el Polo Productivo de Atuel, aunque todas las ramas sociales del Movimiento la conocían: los liberados que le escapan a la reincidencia a través del trabajo, los chicos de vientos que la están peleando contra las adicciones, las compañeras que sin sueldo ni nada siguen revolviendo las ollas del hambre.  

Qué misterio, no… ¿Porqué Cachai en vez de ser una “diseñadora exitosa” -porque tenía los conocimientos, el talento y los pergaminos- trepando por la escala zoológica de una multinacional se metió en un galpón herrumbrado a pasar hambre con ellos, para ellos, por ellos, los peores, los desterrados de la calle Florida, los rompebolsas, los trapitos, los fisuras? Nunca lo van a entender.  Nunca van a entender que prefería ganar seiscientos mil pesos en una cooperativa que cuatro o cinco veces más en la industria. No lo entienden los de arriba. Les cuesta incluso a los que lo intentan. 

A mí que me toca tantas veces estar “arriba”, Dios te ruego que nunca deje de mirarlos humildemente desde abajo con admiración y honrarlos en el rol que me toca… y estar. 

Por eso, hoy me postro ante María, un ángel, lloro su martirio, le agradezco con el corazón y le pido a Dios que nos de más como ella, cómo tantos otros que tengo grabados en el alma, con sus fotos en mi “oficina” dónde a veces siento la tristeza de no estar con las Marías más tiempo, sentado acá, escribiendo, haciendo reuniones, hablando en televisión, también haciendo lo que puedo, pero sin olvidar nunca que nuestro destino se construye en el subsuelo de la patria.  

Le pido a Dios y a todos nuestros ángeles, le pido a María, que me recuerden siempre quién soy, a quién sirvo, por qué lucho. Que nos lo recuerden a todos los que hoy tenemos menos barro y más oficina.

Hoy velamos a Cachai en Atuel 310, Parque Patricios, a las 19hs. Las compañeras suyas de trabajo cotidiano que están preparando el homenaje me cuentan que les costó horrores conseguir una foto de ella sóla… es que María no se sacaba selfies.

Siempre estaba con otros, con otras; porque era eso, era María, libre pero humana, individuo y pueblo, un ángel guerrero en el combate contra las injusticias del mundo. 

Viva Maria, Viva el MTE, viva la lucha del pueblo pobre contra la opresión, la exclusión, la indiferencia.

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