Pedro Rosemblat: “Si mañana Milei se harta y nos da llave en mano el gobierno, ¿qué hacemos?”
Pedro Rosemblat es el creador del canal de streaming Gelatina, donde conduce “Industria Nacional”. Considera que la situación actual del peronismo es compleja y que tiene dificultades para concretar una propuesta opositora que seduzca a los votantes.
Tiene nostalgia de los gobiernos de Néstor y Cristina, aunque es consciente de que actualmente no se puede aplicar la misma política económica. También habla de los nuevos medios digitales, que los libertarios supieron aprovechar para llegar al poder y a los que él se dedica desde la pandemia.
—Empiezo por esto: sos creador de contenidos, pero al mismo tiempo tenés una identificación política, una pertenencia política. Te sentís parte de algo donde no hay esa asepsia que muchas veces se busca desde el periodismo, esa vieja idea de lo independiente. ¿Qué tratas de hacer desde Gelatina? ¿Qué buscas? ¿Con quién querés hablar? ¿Por qué Gelatina?
—Haciendo el cuento para atrás, llegó primero en mi vida la política que los medios. Hoy es más fácil explicarlo porque pareciera que tiene más potencia una comunicación o una construcción política basada en un vínculo más directo con las personas que nos escuchan que la militancia que yo tenía cuando, cuando arranqué, que era a los 18 años, abriendo una unidad básica con compañeros. Eso derivó en un centro cultural y eso derivó en un canal de streaming, que uno podría verlo como algo virtuoso o también como un síntoma de la degradación de una forma de hacer política, que no digo que esté muerta ni mucho menos, pero que hay algunos espacios a los que no llega. De la política, que llegó más o menos a los 18 años como algo así de todos los días o algo que ordena mi vida, empecé a trabajar en los medios a los 20, principalmente en la radio. Después tuve un paso por C5N, que empecé a trabajar a partir de ahí en El Destape con Roberto Navarro y en la pandemia con el boom de producciones digitales o de contenidos, que no se entiende muy bien que es por qué es todo y no es nada, un poco como audiencia, como espectador, empecé a consumir streamers, que antes no consumía, los más conocidos de la Argentina, y me agarró como una inquietud, una intuición, unas ganas, un deseo de poner una fichita ahí.
En el 2019 abrí un canal de YouTube personal, donde subía lo que se llama videoblogs. Y a partir de la cuarentena me compré un croma y empecé a grabar en mi casa unos resúmenes semanales y eso derivó en Gelatina, que, como te digo, fue parte de una intuición y de un deseo de poder plantar de alguna forma una posición política en plataformas digitales más tarde que los libertarios. O sea, cuando ellos ya tenían totalmente copado y todavía desde nuestra posición o desde la mía, no lo quiero generalizar, había como una satirización permanente del discurso libertario. Y, bueno, me interesó pensar que hay una búsqueda en tratar de encontrar una traducción digital del peronismo, si se quiere. Algo así. De qué manera nuestra historia, nuestra doctrina, nuestro movimiento, puede dialogar con las plataformas digitales y con las audiencias que hay ahí. Y en esta tensión entre la política y los medios, entre la política y YouTube, entre una audiencia y un pueblo, un territorio, una sociedad, cuándo le estás hablando a uno, cuando le estás hablando a otro, algo que obviamente no lo tengo resuelto ni tengo la respuesta. Pero entre esas tensiones medio que se ubica Gelatina, un canal de streaming o un medio digital, porque además del streaming hacemos otras cosas, posicionado políticamente pero también abierto.Y donde nos interesa tratar de entablar conversaciones no solamente con los propios, en un momento en el cual los propios ya no está tan claro hasta donde llega o desde donde arranca. Y en esa búsqueda estamos.
—Mencionaste a los libertarios y esta idea de que ellos fueron antes, se adelantaron y que el peronismo o lo que era en su momento Unión por la Patria, llegó muy tarde a esta idea de la comunicación digital, que no tiene una propuesta. ¿Por dónde pasaría eso que vos pensás todavía falta desde el lado de del peronismo para no seguir perdiendo en ese terreno?
—El peronismo y el macrismo también. Y el radicalismo también. Supongo que arrancó, por parte de ellos, como una carencia, que es no tener espacio en los medios tradicionales. Hasta después de las generales a Milei le pegaban —me animo a decir— más que a Massa en La Nación y en TN y en América. Y de ahí para atrás, ni hablar. Si bien Milei tenía una cosa muy atractiva como invitado a los canales de televisión, no tenía el espacio que tenía el macrismo o algunos sectores del peronismo. A partir de ahí, me parece que ellos tienen algo muy genuino, que es que Milei convoca y que despierta entusiasmo y esperanza en un montón de personas y que las plataformas digitales lo que te permiten es arrancar con mucho menos. Si yo me hubiera propuesto armar un canal de tele, no hubiera podido ni empezar a pensarlo. Y una radio hubiera sido difícil también. Y un diario también. Y un canal de streaming se arranca mucho más fácil y creo que, no sé si tiene que ver con la propia lógica libertaria de esta cosa que ellos dicen de no somos manadas, somos leones, siento —esto es intuitivo, no lo tengo claro— que ellos no concentran, no hay un comando central de campaña, sino que confían en la atomización. Y hay algunos que lo hacen más desde un conocimiento técnico económico, otros que lo hacen más desde el humor, otros que lo hacen más desde una cosa más virulenta, gorila, y todos ellos confluyen en un mismo lugar.
Las plataformas digitales son muy propicias para ese tipo de construcción, porque ahí somos usuarios, somos individuos, y ellos confían en la potencia del individuo. Confían en eso doctrinariamente, ideológicamente. Nosotros somos más de la comunidad, de la organización, de algo que en Internet encuentra notables resistencias. Uno lo ve mucho en Twitter o en otras plataformas también, pero Twitter creo que es como el ágora pública más importante, donde estamos permanentemente diferenciándonos de aquello que está muy cerquita. A mí los que más me putean no son ingenieros agrónomos radicales, son tuiteros peronistas. Entonces como que lo que está más cerca es aquello de lo que necesitamos diferenciarnos, porque en la lógica del algoritmo vamos construyendo muy fuerte nuestra individualidad. En la individualidad ellos están más cómodos que nosotros, me parece.
—Ahí hay algo también que mencionás bastante que es esta idea de: por un lado está la unidad, que fue el gran eslogan del Frente de Todos. Hoy está demostrado que eso no alcanzaba. Pero cuando uno te escucha estás siempre tratando de evitar esta cosa de diferenciarse, muchas veces de manera innecesaria, de segregar, de excluir. Hay una idea de tratar de abrir lo máximo que se pueda. Pero hay otra idea también, que no sé hasta qué punto va de la mano, que vos decís: no seamos los conservadores de esta discusión, recuperemos la rebeldía. ¿Estas dos ideas cómo se reconcilian? Unidad y rebeldía.
—Pésimo. La verdad que pésimo. Y creo que con la unidad me agarra como todavía una inercia que ya creo que es hora de empezar a por lo menos repensarla, porque la idea de unidad es algo que empezamos a discutir entre compañeros en el 2016, cuando Macri de verdad parecía que se iba a quedar 30 años y nosotros estábamos sangrando todavía por la división del peronismo. A diferencia del 23, año en el cual prácticamente toda la dirigencia del peronismo estaba unida, en el 15, no. De hecho, los 20 puntos que sacó Massa fueron fundamentales para que ganara Macri. De hecho, incluso esta semana que se está discutiendo tanto esta frase de “a una persona que le cuesta elegir entre Cristina y Quintela, yo tengo que reevaluar si puede ser mi candidato”. Y la verdad es que nosotros llevamos como candidato de unidad una persona que no le costó elegir entre entre Scioli y Macri, porque fue bastante tendencioso en favor del PRO. A partir del 16 había como una discusión abierta entre los compañeros de básicamente —lo voy a sintetizar en él— ¿qué hacemos con Massa?, que estuvo los primeros dos años del macrismo, creo que hasta la discusión de Ganancias o del Consejo de la Magistratura, no me acuerdo cuál vino antes, disponiendo de más energía en ganarle al kirchnerismo que al macrismo. Cuando el macrismo empezó a temblar o hacer agua, eso cambió. Como no tengo duda que en algún momento va a volver a pasar con los Jaldo y los Jalil. Ya perdió la unidad, ¿no? Ya fuimos unidos en el 19 y fuimos unidos en el 23. Unidos significa que los dirigentes se pusieron de acuerdo en una propuesta electoral. No sé si había una unidad de concepción sobre lo que teníamos que hacer. No sé si la hay ahora. Entonces me lo preguntás y me lo pregunto. ¿Tengo que seguir pensando que la unidad es aquello a lo que tenemos que aspirar? Lo pienso electoralmente y pienso que sí, porque, ¿cómo vamos a hacer? Porque hay algo muy claro que pasa del otro lado, que hoy con el diario del lunes lo vemos: Milei sacó 30 puntos en las PASO. El PRO había sacado, no me acuerdo, pero sumados los dos, 27, 28. Bueno, listo, ya está. No hay mucho más que hablar.
—Hay una base de Milei que quizá hoy no parece en estas horas, pero que quizás se va deteriorando o desgastando, de algunos votantes que en su momento apoyaron al peronismo. Digo, una base de sectores populares que confío en Milei desde el primer minuto.
—Y todos los compañeros que tienen militancia en los territorios y que fiscalizan y que conocen los comportamientos políticos o electorales de los distritos en los cuales trabajan o militan te dicen exactamente esto: acá en esta mesa, en este colegio siempre ganamos nosotros y este año ganó Milei, lo cual hace pensar que obviamente ganó con votos nuestros. Pero volviendo al tema de la unidad, me parece que todavía sigo con una inercia que tengo que empezar a pensar o repensar. Lo que me pasa —y termino en un lugar un poco conservador en el que no quiero estar— es: bueno, unidad no, ¿entonces qué? ¿Si no es la unidad, qué es? ¿La dispersión? ¿La atomización del peronismo. ¿Y a dónde vamos con eso? No lo tengo claro, la verdad. No vine con ninguna respuesta muy clara. Tengo más preguntas que otra cosa. Pero eso me preocupa. Esta discusión: ¿primero el programa y después la conducción que pueda llevar adelante ese programa? ¿O primero la conducción y después el programa que va a llevar adelante esa conducción? ¿Cómo se resuelve esto? Bueno, la verdad que no lo sé. Insisto, vengo acá en la peor semana para venir. La verdad que cuando me invitaste todo era todo distinto.
—Era otro contexto, otro país.
—Completamente. Hace ocho días. Pero, bueno, nada. Creo que el peronismo no estaba sangrando tanto como está sangrando hoy. O sí, pero yo no lo veía. Porque también creo que estos son procesos largos y lo que hoy se cristaliza seguramente se viene arrastrando hace mucho tiempo. Y porque Milei estaba en una baja estrepitosa en las encuestas por el veto de los jubilados y del presupuesto universitario y ahora pareciera que esas mismas encuestadoras que decían que Milei estaba muy mal señalan que Milei está muy bien y que tuvo una gran recuperación. Entonces por ahí vengo la semana que viene y de vuelta cayó, porque vaya a saber uno qué. Entonces, para tratar de salir un poco de esa lógica de “se van mañana”, “se quedan 30 años”, me pregunto y es una pregunta que vos te hacés mucho también: ¿cuánto tiempo aguanta un proyecto que deja a tanta gente afuera? Gente que ya estaba afuera antes. No es que estaban todos incluidos y a partir del 10 de diciembre del 23 quedaron afuera. ¿Cuánto tiempo aguanta? Bueno, la verdad que solo la historia lo sabe.
—¿Qué ves en la dirigencia del peronismo? Estamos obviamente en una tensión fuerte Cristina-Kiciloff, Cristina-Quintela, La Cámpora. Pero, más allá de eso, lo que veo hace un tiempo es que después de los años dorados del kirchnerismo, del apogeo del kirchnerismo, empieza a desgastarse ese liderazgo, esa conducción, y lo que hay es como un reflejo, un intento de utopía regresiva. Volvamos a Menem, volvamos a Duhalde. Muchos que no hablan, que especulan o no están seguros. Creo que también les pasa a ustedes. A veces la dirigencia no quiere ir, no quiere aparecer, no quiere opinar, está esperando que decante para un lado. ¿Qué ves en la dirigencia? No sé qué diálogo tenés con ellos. Tenés estas discusiones. Hablamos, por ahí, de las generaciones que en su momento acompañaron, que en su momento tuvieron críticas con respecto a Cristina, pero como que no se termina de ver cuál es el modelo alternativo más allá del rechazo a Cristina.
—Creo que el gran problema que tenemos es ese. Si mañana Milei se harta y nos da llave en mano el Gobierno, ¿qué hacemos? Bueno, eso no está claro. Moreno podría decirte: Yo tengo claro qué es lo que tengo que hacer. Juan Grabois podría decirte: yo tengo claro qué es lo que tengo que hacer. Pareciera que el resto de la dirigencia dijera: yo no estoy tan seguro que hay que hacer esto. Y no es menor sumar voluntades. Creo que el problema que tenemos es ese. Yo soy muy nostálgico y es algo que me doy cuenta mucho cuando hablo con Ofelia, que tiene diez años menos que yo y que ella dice: yo me resigno. Me pongo en un lugar que pareciera prácticamente setentista y tengo 34 años. Pero cuando yo le hablo de las movilizaciones del 2008, que yo tenía 18 años, la discusión con Clarín, la reforma de la SIDE esos años. Los gobiernos de Cristina, vamos a decir. Porque yo en el gobierno de Néstor todavía era mucho más chico. Y me agarra una cosa nostálgica. Y también lo hablo con compañeros que por ahí tienen 40 y vuelven a esta cosa también de un plan económico sólido como el que tenía Lavagna. Bueno, el mundo cambió demasiado. Me cuesta pensar que podemos aplicar exactamente eso. También me cuesta pensar que tenemos que inventar de cero la brújula. Qué se yo. Y creo que hay una síntesis que no encontramos y que el peronismo está encerrado en un laberinto en el cual la conducción de Cristina tiene un techo que la propia Cristina viene advirtiendo desde las últimas dos elecciones, y uno podría decir incluso desde el 2015, y que dice: evidentemente yo puedo ganar la interna, pero creo que no me van a dejar gobernar. Lo dijo claramente en el video del 18 de mayo del 19, que uno se queda con los primeros 40 segundos: “Le pedí a Alberto Fernández”. Pero ese video dura 12 minutos y ella habla de eso.
Y el peronismo que se propone superarla no lo logra. No voy a discutir los avales, porque creo que es una cosa formal y casi te diría que burocrática y medio boluda. Pero no logra superar eso. ¿Porque por qué Cristina ganaría esa interna, si es que eso efectivamente es así? Entonces estamos como en una encerrona. ¿Cómo se resuelve? Y supongo que se resuelve de una forma trágica. Porque creo que el poder no se otorga, te lo sacan. Y no hay una forma de sacar el poder amable. Ya vimos que el poder delegado no funcionó. Entonces entiendo que alguien quiera disputar esa conducción. Me parece lógico. Hasta me parece sano. Hasta me parece que revitaliza la conducción, en caso de que Cristina la conserve. Pero no logramos salir de esa encerrona y creo que es esta cosa tan profunda que es: ¿y qué proponemos? Milei lo propuso muy claramente: dolarización y anticasta. Eran como dos ideas muy claras. ¿Cuáles son nuestras dos ideas claras? Te repito, hay dirigentes que tienen un programa claro. Lo que no tienen por ahí es una construcción política que vuelva sólido ese programa. Y por ahí los que tienen una construcción política un poco más —hasta la semana pasada— un poco más clara, no está tan evidenciado qué es lo que tenemos que hacer, porque venimos de una experiencia de fracaso muy reciente, de la cual tenemos que hacernos cargo y no pensar que lo que fracasó fue Alberto Fernández. Creo que es algo más profundo.
—Te escuché también decir que vos creciste viendo una generación de periodistas políticos que despreciaba la política y te incorporaste a la militancia desde justamente la reivindicación de la política que representaba los primeros años del kirchnerismo, la potencia desde el Estado. Ahora, en este punto, no sé si una vida después, ¿de qué te diste cuenta? ¿Qué aprendiste? O, ¿cómo te plantás frente a este momento donde quizá la política no tiene todas las respuestas y podés tener el gobierno y no resolver los problemas?
—Un poco extraño esa ilusión y esa esperanza. Por eso cuando veo que hay alguien, no quiero decir “los pibes”. Pero cuando veo que hay alguien esperanzado con Milei, yo no quiero convencerlo de que pierda esa esperanza. Más bien al contrario. Me encantaría que me convenzan a mí. Creo que hay algo muy choto en tratar de desesperanzar a alguien que está esperanzado. Y creo que hay gente que está esperanzada y en buena hora porque ya hubo desilusión con nosotros cuando ganó Macri, hubo desilusión con Macri cuando ganó Alberto y hubo desilusión con Alberto cuando ganó Milei. ¿Y a dónde llevará la desilusión de Milei? Ojalá que no nos lleve al caos o a la anomia. Y creo que todavía no hay desde la oposición una propuesta alternativa superadora para decir: bueno, desilusionados, venid. Creo que hay dos cosas. Por un lado, que uno va perdiendo cierta inocencia, si se quiere, y a mí me tocó crecer en años de la Argentina, no quiero decir los más gloriosos, los mejores, pero del retorno de la democracia para acá. Y yo cumplí 18 años en el 2008. Yo entré al secundario en el 2003. Todas las generaciones que vinieron después le tocó una Argentina más difícil que la mía, creo.
Si bien obviamente no éramos Suecia, ni mucho menos, era un proyecto político que te convocaba a algo, incluso a quienes lo criticaban. Lo convocaban, por lo menos, a oponerse. Todo lo que vino después... Lo que pasó con nuestra fuerza política después de la derrota del 2015 a mí no me cambia lo que fueron esos gobiernos de Néstor y Cristina. Creo que todo lo que vino después fue peor y que a nosotros, bueno, nos costó mucho. Sobre todo porque Cristina está neutralizada políticamente después de su segundo gobierno, es decir, está separada, está escindida su esencia de su potencia. Y ella lo sabe y ella lo dice. Y nosotros no logramos salir de ahí. Entonces todo el año pasado o la primera mitad del año nuestra propia fuerza política cantaba Cristina Presidenta, después de que ella dijo el 6 de diciembre del 22: no voy a ser candidata a nada, no voy a estar en ninguna boleta. Veo que ahora hay como una leve tendencia a repetir ese escenario que ella ya nos dijo que tenemos que pensar otra cosa. Y creo que nos cuesta. Nos cuesta. Porque las conducciones de Néstor y Cristina fueron conducciones muy fuertes y no es fácil superarlas. Y nuestra ansiedad va más rápido que los procesos políticos, que llevan tiempo. Y en el medio está esta derrota, este derrotero y este calvario en el cual estamos metidos.
—Gelatina es un medio digital. ¿Y qué tipo de de insumo produce Gelatina a nivel político? ¿Qué lees de lo que te viene de vuelta? Casi todos los días estás generando un contenido. Muchas veces un contenido ligado a la política. Y tenés una comunidad que es parte de tu objetivo, del objetivo de los creadores de Gelatina. ¿Pero qué te vuelve de ahí?
—Primero, humildemente trato de pensar que construimos un ámbito. Y durante muchos años dije o hablaba con mis amigos, con mis compañeros, que a la política le faltan ámbitos. Es uno. No es EL ámbito, pero es uno, chiquito, es de nicho, pero es uno donde tratamos de pensar y discutir la política y tratar de hacer pasar la política por otros registros a los que venimos acostumbrados, donde ya parece que se vuelve muy impotente. Eso como lo más grandilocuente, si se quiere. Después algo un poco más concreto que es: che, la estoy pasando como el orto. Te miro y me cago de risa. Bueno, eso tiene un valor para mí muy zarpado. Gran parte de mi trabajo vinculado a la exposición pública tiene que ver con eso. Yo no le cuento a la gente que las cosas están mal porque la gente ya lo sabe. Es la realidad que viven todos los días. Trato de, si se quiere, amortizar un poco por lo menos durante dos horas el drama y la tragedia que eso significa. Y ahí hay algo. A mí lo que más me dicen es “gracias”. “Te escuchaba en la pandemia, la estaba pasando como el orto y me cagaba de risa”. O ahora: “che, no soporto nada, no puedo ver la tele y los escucho y me cago de risa”. La crítica a eso es: che, ¿te parece que hay que tener cagada de risa a la gente mientras está pasando esto? Bueno, es lo que nosotros hacemos. No digo que sea lo único que hay que hacer. Y después nosotros tuvimos algo que fue muy significativo para Gelatina, que fue la fábrica de jingles el año pasado, donde lo que vimos es que si vos convocás a la gente a participar de algo, hay disposición a hacerlo. Lo cual me abre la pregunta si no será que pasamos mucho tiempo sin convocar a nada o sin confiar en que pueden surgir propuestas o ideas o iniciativas sumando, abriendo, llamando y no simplemente diciendo: che, esto es lo que yo tengo, repliquen. Lo digo así, tratando de responderte rápido. Hay algo de eso por ahora.
Para escuchar la entrevista completa:
Entrevista realizada por Diego Genoud en su programa Fuera de Tiempo (Radio Con Vos).
DG/CRM
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